En la Plaza del Soldado Desconocido, en la ciudad francesa de
Calais, se alza un impresionante conjunto escultórico de Auguste Rodin llamado
“Los Burgueses de Calais”. En él se
observan a 6 hombres harapientos que expresan en su rostro la angustia, el miedo
y la desesperación del que espera una muerte inminente. Existen varias copias
de este monumento repartidas por el mundo, y curiosamente una de ellas se
encuentra en Londres, en el Jardín de Westminster, dando la espalda a la Cámara
de los Lores. Y digo curiosamente porque este grupo escultórico conmemora el
heroísmo que tuvieron unos ciudadanos de dicha ciudad francesa durante el
asedio que las tropas inglesas realizaron a la villa entre 1346 y 1347.
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Monumento a los Burgueses de Calais |
El episodio, ocurrido en los albores de la Guerra de los Cien
Años y narrado por el cronista Jean Froissart, constituye un claro ejemplo de
situación extrema sin salida aparente. Es un suceso que lo tiene todo: un largo
sitio, un rey cabreado que decide matar de hambre a los habitantes de una
ciudad, una población a punto de sucumbir, un ultimátum, una extraordinaria
muestra de heroísmo y sacrificio, y finalmente un final feliz. Y es que en esta
guerra de excepcional duración (a pesar de su nombre duró casi 117 años y no
100) dio tiempo a todo tipo de acontecimientos, algunos sublimes y otros no
tanto. Conozcamos un poco más el suceso que dio lugar a este monumento.
El desastre francés
en Crécy
La muerte en 1328 de Carlos IV de Francia sin herederos fue
el fin de la dinastía de los Capeto. Pero también supuso algo más, pues su
hermana Isabel (conocida como la “Loba de
Francia”, de la que hablamos un poco en este artículo) era la madre del rey de Inglaterra Eduardo III. Dicho
rey tenía enormes extensiones de tierras en Francia, por lo que reclamó que la
corona francesa pasase a su madre, y de este modo quedaría él como heredero al
trono francés. Como es natural, los franceses no estaban muy dispuestos a esta
jugada, y decidieron que el trono pasase a Felipe de Valois (el primero de su
dinastía), que fue coronado con el nombre de Felipe VI.
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Felipe VI de Francia |
Por supuesto, Eduardo III no se sintió contento con la
decisión de los franceses. El rey inglés se sentía el legítimo heredero a la
corona francesa y vio en Felipe de Valois a un usurpador, de modo que se negó a
pagar vasallaje por sus posesiones francesas. Además, buscando el modo de hacer
daño a Francia, acogió en su corte con todos los honores a Roberto de Artois,
un noble francés pariente del rey que se había rebelado contra él. La reacción
de Felipe VI no se hizo esperar, y en un rápido golpe de mano se apoderó de una
de las posesiones inglesas: Gascuña. Eduardo entonces reclamó el trono de
Francia, y al serle negado de nuevo, declaró la guerra a Felipe. Las
hostilidades habían comenzado, y no cesarían (en mayor o menor grado de intensidad)
en los siguientes 117 años.
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Eduardo III de Inglaterra |
Durante los primeros años de la guerra la iniciativa corrió a
cargo de Inglaterra. El ejército inglés realizó una serie de incursiones en
territorio francés arrasando todo a su paso. Tras haber obtenido la flota de
Eduardo una resonante victoria en la batalla naval de Sluys (también llamada de La Esclusa) los ingleses
dominaban el Canal de la Mancha, con lo que sus tropas podían pasar rápidamente
a Francia y ser fácilmente abastecidas. La táctica inglesa, llamada “chevauchée” (por cierto, copiada de los
franceses), consistía en atacar aquellos puntos donde la presencia de tropas
francesas era débil o inexistente. Durante esas incursiones, los ingleses
mataban de forma cruel e indiscriminada a la población civil (sin importar
sexo, edad o condición), violaban a mujeres y niñas, incendiaban y saqueaban
todo a su paso, y robaban todo lo que podían de los campesinos.
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Batalla de Sluys |
La razón de este comportamiento no era sólo militar (desgastar
a los franceses) o económica (obtener tierras, prisioneros y suministros), sino
también psicológica. Al vivirse en aquella época en una sociedad feudal, en la
que los campesinos pagaban diezmos e impuestos a sus señores y al rey a cambio
de la obligación de éstos de protegerlos, el verse masacrados y víctimas del
pillaje por parte de un salvaje ejército extranjero minaba la autoridad del rey
francés ante sus súbditos. Esta táctica, repetida durante los primeros años de
guerra, supuso de facto la conquista
de Normandía por parte de Eduardo.
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Posesiones inglesas en Francia |
Tras esta fase, Eduardo decidió que había llegado el momento
de invadir Francia, conquistar París y poner fin a la guerra. Así pues, ayudado
por Godofredo de Harcourt (un noble normando enemigo del rey francés), desembarcó
con su ejército en Saint-Vaast-la-Hougue,
destruyó las aldeas de Valognes, Carentan y Saint-Lô y avanzó en tres columnas
hasta Caen. Allí derrotó fácilmente a las tropas francesas. El siguiente paso
fue remontar el Sena para llegar a París, pero sus exploradores le informaron
de que un potente ejército francés le esperaba más adelante. Temiendo una
derrota, los ingleses retrocedieron hacia el norte, estableciendo una fuerte
posición defensiva en Crécy. Allí esperaron al ejército francés.
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Toma de Caen |
La batalla subsiguiente ocurrió el 26 de agosto de 1346, y supuso
un desastre para Francia. Los 12.000 hombres del ejército inglés derrotaron
completamente al ejército de 30.000 hombres de Felipe VI, gracias a un
armamento y unas tácticas superiores y a la mayor disciplina de los soldados
ingleses. Particularmente decisivos fueron los arqueros ingleses de arco largo,
que provocaron una auténtica masacre entre los caballeros franceses. Alrededor
de un tercio de la nobleza francesa murió en esa batalla, incluido el propio
hermano del rey. La batalla de Crécy se considera el principio del fin del
código de la caballería, ya que los heridos y prisioneros fueron rematados sin
piedad. Tal fue el desánimo en Felipe VI, que cuando se retiró y buscó refugio
en el castillo de Labroye, contestó al grito de “¿Quién va?” con la frase “Abrid,
soy el infortunado rey de Francia”.
El inicio del asedio
Tras la victoria inglesa en Crécy y la retirada de los
franceses, Eduardo necesitaba un puerto seguro e inexpugnable desde donde poder
seguir haciendo incursiones de saqueo en territorio francés, y que además
sirviera de base a sus tropas para pasar el invierno. Desdeñó el puerto de Le
Crotoy, ya que era demasiado vulnerable para sus fines, y fijó la vista en
Calais. La ciudad contaba con unas excelentes fortificaciones, estaba situado
en una zona pantanosa en medio de dos ríos y su acceso al mar era fácilmente
defendible. Además, al encontrarse muy cerca de la costa inglesa, podía ser
fácilmente abastecida por mar. Si lograba conquistarla, Calais sería una
excelente base de operaciones.
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Batalla de Crécy |
Claro que los mismos motivos que la hacían tan apetecible
para los ingleses motivaban que su conquista fuera extremadamente difícil. Eduardo
y su ejército llegaron a la ciudad el 4 de septiembre de 1346, no sin antes
haber saqueado todas las poblaciones que encontraban a su paso. Inmediatamente
levantaron su campamento sobre una colina. Dicho campamento llegó a ser una
pequeña ciudad llamada Villeneuve-la-Hardi que llegó a contar con más de 30.000
habitantes, entre soldados y civiles. El objetivo de Eduardo era bloquear
totalmente el acceso a la ciudad, de modo que los habitantes de Calais no
pudieran recibir ningún suministro exterior de alimentos.
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Plano de Calais |
Sin embargo, los ingleses no consiguieron bloquear del todo
el acceso a la ciudad, ya que el puerto continuaba libre. Los barcos genoveses
aliados de Francia, así como pequeñas embarcaciones provenientes de las
ciudades vecinas, traían continuamente suministros a la ciudad. Asimismo, los
ingleses también tenían problemas, ya que los franceses habían quemado las
cosechas a muchas leguas a la redonda y no podían alimentarse del terreno, por
lo que dependían de los avituallamientos que pudieran traerle por mar desde
Inglaterra (algo difícil en invierno) o por tierra por parte de sus aliados
flamencos. Y así como los ingleses no pudieron impedir que la ciudad recibiera
suministros, tampoco los franceses fueron capaces de interferir las líneas de
abastecimiento inglesas.
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Asedio de Calais |
Así las cosas, durante los dos primeros meses de asedio se
sucedieron las escaramuzas a los pies de las murallas. Sin embargo, los muros
de la ciudad, de más de 100 años de antigüedad, y la firme voluntad de resistir
de los defensores, motivaron que los progresos ingleses fueran inexistentes.
Además Eduardo tenía problemas en casa, ya que el rey escocés David II había
invadido su territorio. Afortunadamente para los ingleses, el Arzobispo de York
(que actuaba como regente en ausencia del rey) derrotó a los escoceses el 17 de
octubre de 1346 en la batalla de Neville's Cross, por lo que no hubo necesidad
de desviar tropas a Inglaterra desde Calais.
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Batalla de Neville's Cross |
En noviembre las tropas inglesas recibieron armas de asedio,
pero los intentos de tomar los muros por asalto siguieron fracasando. De este
modo, ante la imposibilidad de conquistar directamente las murallas de Calais,
los ingleses decidieron en febrero de 1347 que lo mejor sería hacerla rendir
por hambre, cortando en lo posible los suministros de la ciudad. Para ello,
Eduardo construyó una gran torre con bombardas a la entrada del puerto. A pesar
de que dicha torre (con la colaboración de la armada inglesa) logró hundir una
gran cantidad de barcos franceses y genoveses, los suministros de la ciudad no
quedaron cortados del todo; sin embargo, disminuyeron sensiblemente, por lo que
sólo era cuestión de tiempo que Calais capitulara por hambre.
La rendición por
hambre
Pronto la ciudad comenzó a estar en una situación desesperada
por la falta de suministros. En junio de 1347 las reservas de alimentos eran
muy escasas, por lo que el gobernador de Calais Jean de Vienne envió un mensaje
al rey francés pidiendo urgentemente que tratara de levantar el asedio lo más
pronto posible, o la ciudad se rendiría. El mensaje fue interceptado por los
ingleses, que vieron en él una oportunidad única de atraer a sus enemigos a una
trampa. Así pues, trajeron de Inglaterra 700 barcos con hombres y suministros
para reforzar su posición, y después hicieron llegar el mensaje al rey francés.
Mientras tanto, en julio los ingleses hundieron otro convoy con víveres para la
ciudad, por lo que los defensores hicieron salir a 500 niños y ancianos por no
poder alimentarlos. Los ingleses no les dejaron pasar, de modo que perecieron
de hambre en tierra de nadie, justo delante de los muros de Calais.
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Jean de Vienne |
Mientras tanto, el rey francés Felipe VI había recibido la
misiva, por lo que reunió a lo que quedaba de su ejército (11.000 jinetes y
15.000 soldados de infantería) y se dirigió a la ciudad en un intento de
levantar el asedio. Cuando los defensores divisaron el estandarte real
sintieron renacer sus ánimos, pero pronto serían decepcionados. En efecto, el
rey francés comprendió que no podía hacer nada contra los 32.000 ingleses que
le esperaban, máxime cuando estaban en una fuerte posición defensiva y el
terreno pantanoso estaba a su favor. Así pues, los franceses realizaron un
ataque simbólico a una torre de vigilancia inglesa y a continuación se
retiraron, abandonando la ciudad a su suerte.
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Bombarda inglesa |
Cuando los habitantes de Calais vieron que el ejército de su
rey se retiraba, encendieron fogatas para anunciar a los ingleses que estaban
dispuestos a rendirse. El conde de Calais sólo ponía una condición para la
capitulación: que se respetara la vida, la libertad y las propiedades de sus
habitantes. El rey Eduardo se negó en un principio, ya que estaba furioso por
la denodada resistencia que le había ofrecido la ciudad. Sin embargo, y a
instancias de sus consejeros (particularmente del comandante de la flota, Guillermo
de Mauny), aceptó la condición a cambio de que seis notables de Calais,
portando las llaves de la ciudad, se rindieran ante él vestidos sólo con un
camisón y con una soga amarrada al cuello. Estos hombres sí serían ejecutados.
Los burgueses
heroicos
El conde de Calais reunió a los habitantes de la ciudad y les
comunicó las condiciones del rey inglés. Todos se sintieron tristes e intranquilos
(según Froissart, algunos rompieron en llanto). Al cabo de un rato, Eustache de
Saint-Pierre, uno de los hombres más ricos de la ciudad, se presentó voluntario
diciendo:
“Monsieur, sería una
gran desgracia permitir que esta gente muera de hambre si podemos encontrar una
alternativa. Estoy convencido de que cumpliría la voluntad de mi Dios si me
ofreciera por estas personas y me entregara así como el primero en salir
descalzo y con la cabeza descubierta, vestido en camisa y con una soga
alrededor de mi cuello y me entregara a la voluntad del rey inglés”
Poco después se le unieron otros cinco ciudadanos
prominentes: Jean de Vienne, Andrieu d'Andres, Jean d'Aire y los hermanos Jacques
y Pierre de Wissant. Todos se vistieron según los deseos de Eduardo y fueron
hasta el campamento inglés. Allí el rey les estaba esperando. Los seis hombres
se arrodillaron y le entregaron las llaves de la ciudad.
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Entrega de los burgueses |
Eduardo los miró en silencio un rato y luego dio orden de
ejecutarlos. Sin embargo, los propios caballeros del rey le hicieron ver el
heroísmo de aquellos hombres, que se habían entregado voluntariamente para
salvar la vida de sus conciudadanos. El rey no se conmovió, hasta que su esposa
Felipa de Henao (que se encontraba embarazada) suplicó también por la vida de
los burgueses. Sólo entonces Eduardo accedió a perdonarles la vida. Felipa de
Henao les quitó entonces las sogas, los vistió adecuadamente y les dio de
cenar. Poco después, les proporcionó dinero y les hizo salir del campamento en
secreto.
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Felipa intercediendo ante el rey |
Calais cayó en manos inglesas y estuvo en ellas hasta 1558,
en que fue reconquistada por los franceses a las órdenes de Francisco de Guisa.
De este modo dejaba de cumplirse una inscripción puesta sobre las puertas del
Parlamento inglés: “Then shall the
Frenchmen Calais win/ When iron and lead like cork shall swim” (Sólo entonces
ganarán Calais los franceses/ Cuando el hierro y el plomo floten como el corcho).
Los habitantes fueron exiliados a otras ciudades francesas y sustituidos por
ingleses. En 1895 se inauguró la estatua de Rodin, en la que se hace un
merecido homenaje a la valentía de aquellos seis hombres, que con su gesto
salvaron la vida de sus conciudadanos.