A todos nos ha pasado alguna vez que hemos cometido algún
lapsus verbal, como decir una palabra cuando hemos querido decir otra o confundir
el significado de algún término. Para las personas del común estos errores no
tienen mayor importancia (salvo el rato de risa de los presentes a tu costa),
pero para un personaje público las consecuencias pueden ser nefastas. Y más si
estos lapsus se cometen en algún acto oficial, rodeado de cientos de personas y
con la prensa tomando nota de todas y cada una de tus palabras. Y si hay un
tipo de personajes públicos en los que estos errores pueden tener graves consecuencias
es en los políticos.
Juan Pich i Pon con la vara de Alcalde de Barcelona |
Tal es el caso de nuestro personaje de hoy, Juan Pich i Pon. Este
político catalán de principios del siglo XX cometía errores lingüísticos sin
parar, hasta el punto de que se acuñó el término piquiponadas (también llamadas piquiponianas)
para referirse a sus legendarias meteduras de pata (y por extensión, a
cualquier error grave que se cometía al decir algo). En su caso, los errores no
eran causados por un simple despiste, sino por su notoria falta de cultura. Esta
es la semblanza de este político singular, acompañadas de una breve colección
de sus piquiponadas.
El analfabeto que
llegó a ser alcalde
De familia muy humilde, Juan Pich i Pon nació en Barcelona en
1878. Al ser de familia pobre, no pudo ir a la escuela y de hecho era casi
analfabeto. Ya desde niño tuvo que ponerse a trabajar, y al cabo de poco tiempo
se hizo lampista. Sin embargo, una serie de afortunados negocios le procuraron
una gran fortuna, llegando a convertirse en uno de los principales empresarios
del sector eléctrico de Cataluña. Su gran golpe de suerte llegó cuando obtuvo
del Ayuntamiento de Barcelona un importante contrato para el mantenimiento del
alumbrado público.
Haciendo como que escribía |
Cuando digo que era casi analfabeto no estoy exagerando.
Apenas sabía leer y escribir, y él mismo decía “Yo no sé firmar, pero sé hacer mucho dinero”. Aun así, su paso a la
política fue exitoso. Miembro del Partido Radical de Alejandro Lerroux desde
casi su fundación, obtuvo importantes cargos a lo largo de su vida. La mayoría
de las veces, esos cargos le llegaban por nombramiento directo gracias a sus
contactos. De este modo, fue concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, diputado
provincial, alcalde accidental de la ciudad, presidente de la Cámara de la
Propiedad Urbana y hasta senador y diputado en Cortes. En 1929 fue comisario de
la Exposición Internacional de Barcelona. Por cierto, cuando recibió al rey
Alfonso XIII en dicho evento le soltó: “Majestad,
a vuestros pies la ubre” (por “urbe”).
Exposición Universal de Barcelona, Palacio de Proyecciones |
Pero sus mayores logros los consiguió durante la II
República. En 1933 fue nombrado Subsecretario de Marina. En 1935 fue designado
alcalde de Barcelona y poco después Gobernador General de Cataluña (cargo en el
que ejercía la gestión general de la región después de la suspensión de la
Generalitat en octubre de 1934). El fin de su carrera política llegó cuando fue
implicado en el escándalo del “Estraperlo”
(ruleta ilegal que se empezó a jugar en algunos sitios de España gracias a
sobornos y a que algunos políticos se llevaban un porcentaje del negocio). La
caída de Pich i Pon supuso el hundimiento de su partido en Cataluña. Murió en
1937 en Francia, después de exiliarse poco después del comienzo de la Guerra
Civil Española.
Edificio Pich i Pon |
Como político tuvo un marcado carácter populista y siempre
estuvo al servicio de los intereses empresariales de la ciudad, especialmente
de los especuladores del suelo. Una de sus frases más conocidas fue cuando,
contemplando la ciudad desde el Tibidabo, exclamó: “¡Cuánta propiedad urbana!”. Su populismo le llevaba a veces a
meterse en discusiones callejeras, como cuando intentó terciar entre dos
señoras que discutían en la calle acerca de quién había sido el mayor tirano de
todos los tiempos. Una decía que Primo de Rivera, mientras que otra sostenía
que Mussolini era mucho peor. Las señoras fueron remontándose en el tiempo
hasta nada menos que Calígula y Nerón, momento en que Pich i Pon intervino para
zanjar el asunto con esta frase: “Vamos a
dejarnos de zarandajas, señoras. El tirano mayor de la historia fue el Tirano
de Bergerac”. Con esta cita iniciamos lo que le haría tremendamente famoso
en su tiempo: las piquiponadas.
Las piquiponadas
Como ya hemos dicho, Pich i Pon era casi analfabeto. Sin
embargo trataba de suplir su falta de cultura utilizando palabras
grandilocuentes, de las que muchas veces desconocía su significado. De esta
forma, no era raro que metiera la pata con mucha frecuencia. Se cuenta que
llegó a decir “cacatúas” por “estatuas”, “fósforos” en lugar de “forofos”,
o que cuando le preguntaban por su éxito en los negocios respondía “mi secreto son las tres emes: ministración,
ministración y ministración” (por “administración”).
Naturalmente, al ser un personaje público sus errores de lenguaje se notaban
mucho. Así, por ejemplo, en uno de sus primeros actos soltó “Al oír cantar La Marsellesa, se me erizan
los pelos del corazón”, o en una sesión del Ayuntamiento de Barcelona dijo
“Bueno, empecemos con la A: Acienda”.
Se hizo también muy famoso algo que dijo en un encendido discurso: “Por fin me han ajusticiado” en lugar de
“me han hecho justicia”.
Pich i Pon con Companys |
No obstante, el propio interesado se lo tomaba con humor y se
reía de sus pifias. Solía decir “El otro
día dije una de órgano” (en lugar de “órdago”).
Y es que era analfabeto, pero no tonto, y se daba cuenta perfectamente de que
esos errores servían para que sus adversarios le atacaran, pero también aumentaban
su popularidad. Hasta tal punto se hicieron populares las meteduras de pata de
Pich i Pon que la revista El Mirador
pagaba tres pesetas a cada lector que le mandara una de sus frases digna de ser
publicada. Claro que esto propició que algunas fueran inventadas por los
propios periodistas, de modo que hoy en día se hace difícil distinguir las que
realmente dijo de las que no. Entre las que falsamente se pusieron en su boca
se encuentran algunas tales como la batalla de “Waterpolo”, el conflicto "nipojaponés",
la guerra "anglobritánica",
“lengua vespertina” (por “viperina”), “luz genital” (por “cenital”)
o las cosas servidas en pequeñas "diócesis"
(en lugar de “dosis”). Pero sin duda
la de mayor ingenio entre las inventadas era la que narraba que en una
inauguración, espada en mano, exclamó “¿A
que parezco un radiador romano?”.
Ruleta de estraperlo |
Pero no crean que las que realmente dijo van a la zaga de las
inventadas. De un amigo comentó que se presentaba por la “circuncisión” (en lugar de “circunscripción”)
de Barcelona. En la inauguración de unas obras comentó que “Estas obras me han costado un huevo”;
cuando observó la expresión de algunas de las damas presentes trató de
arreglarlo y añadió “…de la cara”.
Siendo presidente de la Comisión de Parques y Jardines de Barcelona visitó el
Parque de la Ciutadella, que por entonces contaba con un pequeño zoológico;
cuando el director del mismo le comentó la conveniencia de comprar una pequeña
góndola para solaz de los visitantes, Pich i Pon dijo con entusiasmo “Sí, pero no una, sino dos: un macho y una
hembra. ¡Que críen, que críen!”. Ante un debate en el Ayuntamiento que se
alargaba más de lo necesario le soltó a los presentes “Señores, esto es un circuito vicioso” (por “círculo vicioso”).
Pich i Pon en 1935 |
Naturalmente, sus meteduras de pata eran mayores conforme más
importante era el tema que trataba. Por ejemplo, discutiendo sobre la Primera
Guerra Mundial y de si Barcelona era anglófila o anglófoba, cortó con sequedad:
“Aquí no hay bifias ni bofias, aquí todos
somos hermafroditas” (supongo que quiso decir “Aquí no hay filias ni fobias, aquí todos somos hermanos”). O como
cuando dio un encendido discurso abordando el tema de la emigración: “Lo necesario sería que cada uno viviera en
su propia tierra. Entonces, seguramente, comenzaríamos a estar bien. Los
franceses, en Francia; los ingleses, en Inglaterra; los murcianos, en Murcia; y
los belgas, en Belgrado”. O mi favorita, que a estas alturas sigo siendo
incapaz de descifrar con seguridad: “Soy
partidario del homosexualismo, es decir, de que hombres y mujeres puedan amarse
y dejarse cuando les parezca bien”. Supongo que por “homosexualismo” se refería a “amor
libre”.
Con la vara de Alcalde |
A estas alturas habrá quien piense que todo esto no era más
que una pose. Sin embargo, en su vida personal cometía los mismos lapsus. Claro
que él no los llamaba lapsus (y así fue como disculpó un error del político
Bosch Labrús en un discurso diciendo “Fue
un simple lapislázuli”). Por ejemplo, en un día de mucho calor comentó “Este calor es impropio de estos días. Parece
que hayamos entrado en plena Calígula” (por “canícula”). O saliendo de un entierro civil comentó “Llegará un día en que los entierros se harán
sin curas y sin difunto”, y después de ir a otro dijo “Yo y otro regidor estuvimos allí de cuerpo presente”. Defendiendo
la unidad familiar y el sacrosanto hogar le dijo a un interlocutor “No he sido hombre de ir con mujeres: sólo
con mi esposa y mis hijas” (a saber qué pensaba que eran su esposa y sus
hijas). A Ortega y Gasset le comentó que era “el antílope” (por “la
antítesis”) de su deportista hermano Eduardo. Una vez dijo de alguien que
era “más sórdido que una tapia”. Pero
la palma se la lleva la presentación que hizo de un sobrino que coleccionaba
sellos: “Y aquí mi sobrino, que es
sifilítico”; el sorprendido sobrino le corrigió enseguida diciendo “Filatélico, tío, filatélico”.
Los “imitadores” de Pich i Pon
El caso de Juan Pich i Pon es excepcional, tanto por la
cantidad como por la enormidad de sus meteduras de pata; sin embargo no es el
único. Personajes importantes y conocidos de la política han soltado en público sus exabruptos,
y naturalmente alguien ha estado atento para recogerlos. Por ejemplo, el
político catalán Josep María Santacreu declaró durante la Transición Española
que “Si las cosas se ponen mal en este
país, cojo el barco y me voy a Suiza”. Pero si hay un caso similar en
cuanto al número de errores es el de otro alcalde de Barcelona, Joan Clos. Clos
era consciente de sus lapsus lingüísticos, y seguramente incluso le divertían.
Lo suyo no fueron los estrenos de cargo. Cuando tomó posesión como alcalde de
Barcelona tras derrotar a Convergencia i Unió en las elecciones de 1999, dijo:
“Prometo ejercer el cargo por mi
conciencia y unión”, en lugar de “honor”.
Y al estrenar la cartera de ministro de Industria, juró como ministro de
Justicia. Estos son sólo dos ejemplos, ya que los gazapos de Clos también han
sido dignos de colección. Muchos de ellos están recogidos en el libro L'hereu d’un trencaclosques (El heredero
de un rompecabezas) de Joaquim M. Pujals.
Joan Clos |
Sin duda este tipo de gazapos se han multiplicado en los
últimos tiempos, debido principalmente a que los medios para recogerlos son
mayores que antaño. Esto nos ha permitido tener abundantes muestras de este
tipo de frases. Así, por ejemplo, el que fuera Presidente del Gobierno español
José Luis Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011 nos dejó perlas tales como “Estoy muy a gusto y muy tranquilo porque
tenemos un Rey bastante republicano” o “Por
tanto, hemos hecho un acuerdo para estimular, para favorecer, para follar...para
apoyar ese turismo”. Y sus ministros no le anduvieron a la zaga. El que
fuera ministro de Fomento José Blanco soltó “Yo, como sé de lo que hablo, me callo” y la que fuera nada menos
que su ministra de Cultura Carmen Calvo nos regaló joyas como “Antes de cocinera he sido fraila (sic)”
o “Para mí usted nunca será Dixie o Pixie”
(respondiendo ante la expresión “Calvo
dixit”).
José Luis Rodríguez Zapatero |
Claro que el sucesor de Zapatero en el cargo, Mariano Rajoy,
también nos ha dejado muestras de sus meteduras de pata. Frases tales como “Tenemos que fabricar máquinas que nos
permitan seguir fabricando máquinas, porque lo que no va a hacer nunca una
máquina es fabricar máquinas”, “Las
decisiones se toman en el momento de tomarse”, “España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho
españoles”, “Una cosa es ser
solidario, y otra es serlo a cambio de nada”, “La cerámica de Talavera no es cosa menor. Dicho de otra manera, es cosa
mayor” o la impagable “es el vecino
el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el
alcalde” dan muestra de su incontrolada verborrea.
Mariano Rajoy |
Pero no se crean que este tipo de cosas pasan sólo en España.
Dirigentes internacionales también nos han legado frases para la posteridad.
Por ejemplo, el Presidente boliviano Evo Morales nos dejó la siguiente: “El pollo que comemos está cargado de
hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen
desviaciones en su ser como hombres”; el Presidente de Venezuela Nicolás
Maduro soltó “Hay que meterse escuela por
escuela, niño por niño, liceo por liceo, comunidad por comunidad. Meternos
allí, multiplicarnos, así como Cristo multiplicó los penes… perdón, los peces y
los panes”; y el expresidente argentino Carlos Menem dijo “Acá no se trata de sacarle a los ricos para
darle a los pobres, como hacía Robinson Crusoe”. Pero el gran filón
internacional de meteduras de pata ha sido en los últimos tiempos el Presidente
norteamericano George W. Bush. Acabo el artículo con unas muestras: “Es tiempo para la raza humana de entrar en
el sistema solar”, “Tengo el honor de
estrechar la mano de un ciudadano valiente iraquí, quien tiene su mano cortada
por Saddam Hussein”, “Hay que tener
una política exterior orientada hacia el extranjero”, “Si te despiden, te quedas sin empleo al ciento por ciento” y mi
favorita, la que dirigió al mandatario brasileño Fernando Cardoso: “¿Ustedes también tienen negros?”.
Ja,ja,ja! Brillante
ResponderEliminarMuy bueno y divertido Juan Manuel
ResponderEliminarSiempre he pensado que el "lapsus" de Zapatero-creo recordar que ya fué casi al final de su segunda legislatura- de alguna manera alguien le "obligó" a que lo dijera por alguna razón.
Igual le traicionó el subconsciente y quiso decir "joder"
EliminarMuy bueno. Un ratito de risas!
ResponderEliminarGracias. Me alegro de que le haya gustado
EliminarPor favor, parece increíble... lo que me he reído... Pero, ¿de verdad podía ser tan metepatas?
ResponderEliminarDel presidente chileno Piñera también se dice que las metía de quintal...
Hay muchos políticos que tienen la lengua de trapo. Te recomiendo que oigas el podcast sobre este tema que puedes encontrar en el menú
EliminarPich i Pont y su hija Luisa lo afirmaria ha sido el hombre de negocios mas trabajador que nunca ha conocido Barcelona y electricista y presidente de la camara de la Propiedad urbana dio trabajo a mas de 1000 trabajadores y si bien de origen humilde les daba un MILLON de vueltas a los payeses agitanados inspirados por el separatismo cainita catalan...y Pich empezo poniendo miles de bombillas con sus porpias manos mientras delinquentes como Louis Compayns dejaban su fortuna turbia mente optenida en manos de Munné de la Compañia de Jesus cuyos 2 hijos ilegitimos ejercian de sacerdotes jesuitas en Mexico mientras Càrdenas fundia en USA toneladas de ORO ilegitimamente decomisariado por el anarquismo catalan
ResponderEliminarEso no quita que:
Eliminara) dijera esas frases
b) fuera un corrupto
No niego la b) pero pondría la mano en el fuego a que el 99% de esos disparates que se le atribuyen son pura invención. Sin negar que alguno haya dicho, me parece difícil creer que alguien, por analfabeto e ignorante que sea, pueda acumular tamaña colección de despropósitos. ¿Por qué una revista necesitaría pagar 3 pesetas (mucho dinero en esa época) para que le suministraran las piquiponadas? ¿No podían recolectarlas ellos mismos y ahorrarse el dinero? ¿No es más verosímil pensar que lo que verdaderamente requerían eran que inventaran disparates graciosos para atribuirselos a él? ¿Es realmente creíble que alguien, por muy bruto que sea, pueda presentar a su sobrino como sifilítico (por filatélico)?
ResponderEliminar¿un huevo de la cara? ¿el mayor tirano, Tirano de Bergerac?)
Pich y Pon era lerrouxista y es sabido el odio que el nacionalismo catalán le tenía a esa formación y la campaña de desprestigio que le organizaron.
En fin, que el susodicho, seguramente era bastante inculto y algo tonto pero no me parece más inteligente que nos traguemos con tanta facilidad y sin ningún espíritu crítico cosas realmente inverosímiles.
A lo largo de La Historia siempre ha habido episodios no reales, inventados, pero hace tiempo que no me reía con tantas ganas. Sean verdaderos o falsos me lo he pasado fenomenal.
ResponderEliminarGracias HistorIvón🙋♀️