Desmontando bulos (IV): de un rey sucio y un mal estudiante

Continuamos con nuestra incansable labor de desmontar bulos históricos, y en esta ocasión traemos a la palestra dos de los más extendidos. Uno de ellos es el que cuenta la poca higiene que tenía el rey francés Luis XIV, del que se afirma insistentemente en foros de Historia y hasta en algún libro “serio” que sólo se bañó dos veces en toda su vida, y ambas por prescripción facultativa. El otro es la archiconocida afirmación de que Einstein era un mal estudiante y sacaba malas notas en el colegio. Como veremos, ambas afirmaciones son falsas: Luis XIV era una persona de lo más limpia y Einstein no sólo aprobaba, sino que incluso era un estudiante brillante.


El rey que no se bañaba

Luis XIV es la personificación del rey con un fuerte poder. Prototipo de la Monarquía Absoluta, su reinado supuso el establecimiento de Francia como potencia dominante en Europa (en detrimento de España), las colonias francesas en el exterior se multiplicaron (tomando posesión, por ejemplo, de la actual Luisiana) y limitó enormemente el poder del clero y la nobleza en su propio beneficio. Su voluntad se convirtió en ley, y no en vano fue llamado “vicediós” por el obispo Godeau. A pesar de que al final de su largo reinado (72 años, el más largo de la Historia europea) Francia había entrado en declive, su legado en el país fue inmenso. No obstante, y según una afirmación que a veces circula por las redes sociales, tenía un grave defecto: no era demasiado limpio.

Luis XIV
La afirmación en cuestión es rotunda. Basándose en los escritos de su médico de cámara Vallot, el monarca francés “sólo se bañó dos veces en su vida, y ambas por prescripción facultativa”. Dicha frase se encuentra recogida en “Le Journal de la santé de Louis XIV” (El diario de la salud de Luis XIV), un libro que detalla el día a día de las dolencias y tratamientos que el rey mostraba y recibía. Escrito entre los años 1647 y 1711, este escrito del ya citado A. Vallot, además de los otros médicos A. Daquin, y G.C. Fagon, constituye un inapreciable documento sobre las miserias que aquejaron al rey durante toda su vida. Lo malo es que esta afirmación es falsa, ya que se basa en una interpretación errónea de una frase escrita por el médico.

Le Journal de la Santé de Louis XIV
Y es que Vallot se refería a unos baños especiales que se le recetaron en dos ocasiones al rey como terapia contra algún achaque, no a los baños higiénicos normales. Dichos baños eran en agua muy fría y el monarca debía permanecer en la bañera durante dos horas, y además tenía que tomarlos dos veces al día. Así se desprende de un párrafo del libro citado anteriormente:

El séptimo día del mes de agosto, estando el rey bien preparado, comenzó los baños que le ordené para reafirmar su salud. Los ha continuado hasta el día 17, es decir que ha tomado 20 baños. Entraba por la mañana y hacia las 7 de la tarde. Permanecía dos horas de cada vez. El día 18 fue purgado con éxito

Como es natural, no era demasiado agradable estar quieto y sumergido en agua fría, aunque fuese por prescripción facultativa. De hecho, Luis XIV afirmaba que tales baños le producían vértigos y dolores de cabeza, por lo que se resistía a someterse a este tipo de tratamiento. Sin embargo, la verdad es que el rey francés era bastante limpio, y se bañaba de forma regular en un baño turco del Palacio de Versalles. Además, solía frotarse las manos con un paño mojado en vino, lo que constituía un excelente desinfectante, y (en contra de la creencia general) se cambiaba de ropa varias veces al día (un mínimo de tres veces, según varios testimonios).

Uno de los baños de Luis XIV
Ya de niño el monarca mostraba un gran placer en el baño, y numerosos testimonios dan fe de ello. Su criado La Porte relataba que saltaba de alegría cuando se reunía con su madre Ana de Austria para bañarse, y que incluso se enfadaba si se le prohibía por alguna razón. Bien es cierto que prefería hacerlo en el río o en algún canal, ya que era muy aficionado a nadar, incluso cuando hacía mal tiempo. Cuando no podía hacerlo por haber estado despachando asuntos de estado o cenando con algún cortesano importante, el monarca se bañaba en su cuarto de baño particular.

Jardines de Versalles
Y es que otra mentira histórica mil veces repetida es que el Palacio de Versalles era un lugar insalubre, que no contaba con cuartos de baño, y la gente iba haciendo sus cosas en el primer rincón que encontraban. En materia sanitaria, el Palacio estaba muy bien acondicionado y contaba con muchos cuartos de baño. Concretamente, el rey tenía uno con una bañera de mármol. Como al monarca le desagradaba el frío de la piedra, dicha bañera estaba recubierta con un paño. En este cuarto llegó a haber dos bañeras, ya que Luis XIV usaba una para enjabonarse y otra para aclararse. Dichas bañeras tenían dos grifos, uno de agua fría y otro de agua caliente (este último alimentado por agua procedente de un depósito especial). Como ya hemos mencionado antes, le gustaba también tomar un baño turco en otra habitación diseñada al efecto, con una gran bañera octogonal.

Jabones del siglo XVIII
El baño del rey era todo un ritual. Para empezar, al monarca le gustaba echar lavanda en el agua y usaba un jabón hecho a base de aceite de oliva. Una vez acabado el baño, un noble de alto rango se encargaba de secarlo (algo considerado un altísimo honor). El cabello se le secaba al fuego, y a menudo despachaba con sus ministros mientras tanto. Cuando el rey deseaba sólo bañarse los pies, unos criados llamados “Officiers de Fourriére” se encargaban de calentar agua y quemar aromas. De todo esto existen múltiples testimonios en documentos de la época, en donde se detallan cosas tales como la frecuencia con la que se llenaban los depósitos o inventarios de las toallas de baño.

Bañera octogonal de Luis XIV
¿De dónde viene entonces la afirmación de que Versalles era un lugar inmundo y sus habitantes unos guarros malolientes? Una combinación de factores ha contribuido  a esta mala imagen. En primer lugar Luis XV, bisnieto y sucesor de Luis XIV, ordenó derribar gran parte de los baños que existían en el palacio para sustituirlos por otras habitaciones o ampliar algunas ya existentes. En segundo lugar, el palacio no contaba con un sistema de alcantarillado sino que todas las aguas fecales se dirigían a fosas sépticas, que si bien se vaciaban regularmente, dejaban bastante mal olor en el ambiente. Y en tercer lugar, hay que decir que el excesivo uso de rapé contribuía al mal olor general, algo que intentaba disimularse con el uso masivo de perfumes.

Retrete de María Antonieta
En cuanto a un supuesto libro del año 1700 llamado “La Ética Galante”, que se cita con asiduidad como prueba de que en el Palacio de Versalles la gente iba haciéndose sus cosas en los pasillos, en las esquinas o en los jardines, y que dice que “es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando, y se ha de actuar como si no se le viese, disimulando las ventosidades tosiendo”, hemos de decir que no hemos sido capaces de encontrar un solo indicio que pruebe su existencia. Es más, algunos autores “serios” afirman que está escrito por Erasmo de Rotterdam, algo manifiestamente absurdo ya que el filósofo holandés falleció siglo y medio antes de la época de Luis XIV. Y es que no deben fiarse de lo que dicen algunas páginas de divulgación, que sólo se copian unas a otras y por tanto caen siempre en los mismos errores.

El Premio Nobel que suspendía en el colegio

Supongo que más de una vez todos hemos escuchado que Albert Einstein era un mal estudiante que suspendió las Matemáticas en el colegio. Puede que incluso el lector haya utilizado esta frase para justificar una mala nota ante sus padres. Incluso es posible que hayas leído que repitió curso en alguna ocasión, o que sus profesores no tenían demasiada buena opinión de sus capacidades y que uno de ellos llegó a afirmar que “este chico no llegará nunca a ningún sitio”. Pues bien, olvídate de todas estas afirmaciones, porque todo es mentira. Vayamos por partes.

Una de las más icónicas imágenes de Einstein
En primer lugar, la errónea idea de que Einstein repitió curso viene de que en 1895 realizó el examen de acceso al Instituto Politécnico Federal de Zurich, y lo suspendió. Parece ser que tal suspenso vino provocado porque dicho examen incluía una prueba de francés, que era un idioma que Einstein no dominaba. La razón de ello es que él y su familia se acababan de mudar a Suiza y no dominaba aún la lengua francesa. Así pues, se vio obligado a regresar a Secundaria, pero en ningún caso estaba repitiendo curso, sino que se preparaba de nuevo para el examen de ingreso.

Boletín de notas de Einstein
En segundo lugar, No es cierto que Einstein suspendiera o sacara malas notas en Matemáticas (ni en ninguna otra asignatura). Entre otras cosas porque no existía la asignatura de Matemáticas como tal, sino una serie de asignaturas relacionadas con ellas: Álgebra, Geometría y Geometría Descriptiva. La confusión viene de que al echarle un vistazo a su cuaderno de notas en su escuela Kantonsschule Baden se observa que la mejor calificación que sacaba era un 6. En cursos anteriores, las calificaciones eran de 1 o 2. Sin embargo, hay que decir que el sistema de notas que se seguía era dar al 1 la máxima calificación (y 6 la mínima), y que tiempo después se cambió al contrario, 6 como nota máxima y 1 como mínima, según el siguiente baremo:

6 = Muy bueno (sehr gut)
5 = Bueno (gut)
4 = Suficiente (genügend)
3 = Insuficiente (ungenügend)
2 = Malo (schlecht)
1 = Muy malo (sehr schlecht)

Si vemos el boletín de calificaciones de Einstein, observamos que sacó la máxima nota (un 6) en Física y en las asignaturas relacionadas con las Matemáticas, y un 5 en Química. Sus peores calificaciones fueron un 4 en Geografía y en las disciplinas relacionadas con el Dibujo (además del suspenso en Francés). Por tanto, olvidemos el mito de que Einstein era un mal estudiante.

Einstein en su época de estudiante
Por último, es cierto que algunos profesores no tenían buen concepto de Einstein como estudiante. Sin embargo, hay que decir que el sistema educativo de la época se basaba en la memorización, algo que Einstein odiaba (prefería deducir a memorizar). Asimismo, algunos se quejaban de que “reflexionaba demasiado” a la hora de responder una pregunta, y decían que era lento. Además, no acataba las órdenes con facilidad y no le gustaba practicar ningún deporte, por lo que tampoco era demasiado popular entre sus compañeros. La posteridad ha demostrado que los profesores del joven Einstein no estaban demasiado acertados.
Share:
spacer

No hay comentarios:

Publicar un comentario