Dice el viejo refrán castellano que “el odio entre hermanos es odio de diablos”. Desde que Caín mató a
Abel, la Historia nos ha dado múltiples ejemplos de hermanos que se odiaban a
muerte y que se enzarzaron con saña unos contra otros. Ahí tenemos los casos
del bíblico José (vendido como esclavo por sus hermanos), de los legendarios
Rómulo y Remo (fundadores de Roma y que lucharon a muerte por ser el primer rey
de la ciudad), de Juan Sin Tierra y Ricardo Corazón de León (Juan llegó a pedir
a los germánicos que mantuvieran secuestrado a su hermano Ricardo para usurpar
su trono) o, ya en España, de Fernando VII y Carlos María Isidro (cuyas
desavenencias propiciaron las Guerras Carlistas y que el país estuviera en una
constante contienda civil a lo largo de gran parte del siglo XIX).
Adi (izq) y Rudolf Dassler (der) |
Los hermanos que
fabricaban zapatos
A principios del siglo XX, Herzogenaurach era una pequeña
localidad alemana de Franconia de unos 3.500 habitantes dividida por el río
Aurach. El pueblo era conocido como un centro de fabricación de zapatos y casi
toda su población trabajaba en ello (se calcula que en 1922 había unas 100
fábricas de calzado en la localidad). Fue allí donde vinieron al mundo Rudolf
Dassler en 1898 y su hermano Adolf dos años después, y como no, eran hijos de
un zapatero. Ambos hermanos, una vez acabada la Primera Guerra Mundial,
se dedicaron a lo que mejor sabían hacer: fabricar zapatos y zapatillas. Los
dos hermanos fundaron en 1924 la “Gerbüder
Dassler Schuhfabrik” ("Fábrica de zapatos Hermanos Dassler") en la parte
trasera de una antigua lavandería y desde allí, se lanzaron a confeccionar y
vender calzado.
Imagen actual de Herzogenaurach |
Las zapatillas y pantuflas que fabricaban no llevaban marca,
pero pronto fueron conocidas por la gran calidad que tenían. Los hermanos
elaboraban también un calzado especial con clavos para correr al aire libre,
aunque entre las prioridades de los alemanes no figuraba en esos momentos de
grave depresión económica el hacer deporte. Sin embargo, la buena manufactura
de sus productos pronto llamó la atención del entrenador alemán de atletismo
Josef Waitzer. En los juegos olímpicos de Ámsterdam de 1928 calzaron los pies
de muchos atletas. Los hermanos formaban entonces un tándem perfecto, pues
mientras el introvertido Adolf (conocido por el diminutivo Adi) se dedicaba a la
fabricación y el diseño, el más dicharachero Rudolf hacía de relaciones
públicas y vendía con gran éxito los productos de la fábrica.
Jesse Owens en la Olimpiada de Berlín 1936 |
Con la llegada del nazismo, que vio en el deporte un
escaparate ideal para mostrar al mundo la supuesta perfección y superioridad de
la raza aria, el negocio familiar de los hermanos Dassler experimentó un fuerte
impulso. Ambos se afiliaron al partido nazi en 1933 y terminaban sus cartas
con el saludo “Heil Hitler!”, pero
hay que decir que esa práctica era casi obligatoria en los empresarios de la
época si querían hacer negocios con tranquilidad. Con motivo de los Juegos
Olímpicos de Berlín en 1936, no tardaron en colar sus productos en la Villa
Olímpica. Sin embargo, los que iban a ser unos juegos a mayor gloria alemana,
tuvieron un protagonista inesperado: Jesse Owens. Para gran disgusto de Hitler,
este muchachito negro de Alabama se colgó cuatro oros; y lo que es más
importante, lo hizo calzando unas zapatillas de clavos fabricadas por Adi
Dassler. Al parecer, éste había convencido a Owens para que calzara uno de sus
productos, algo que no gustó nada a su hermano Rudolf, más afín al nazismo. Fue
aquí cuando empezaron las desavenencias entre los hermanos, a pesar de que el
negocio iba viento en popa: en 1939 se vendieron más de 200.000 pares de
zapatillas fabricadas por los hermanos Dassler.
El cisma
La llegada de la Segunda Guerra Mundial trastocó todos los
planes empresariales de los Dassler. Adi fue llamado a filas y combatió
brevemente en Francia, volviendo poco después por órdenes superiores para
hacerse cargo de la fábrica. Ahora no fabricaban zapatillas, sino que hacían botas
para los soldados y poco después el Panzerschreck
(el equivalente alemán del bazooka). A
Rudolf, que se había convertido en un ferviente seguidor nazi y del que se
decía que era un chivato de las SS, no le gustó nada que su hermano no
combatiera más que en ese breve periodo, y las peleas entre ellos empezaron a
ser frecuentes. Se cuenta una anécdota como uno de los desencadenantes del
cisma familiar: durante un bombardeo aliado en 1943, Adolf y su esposa
entraron en un refugio antiaéreo en el que ya estaban Rudolf y su familia.
Supuestamente, Adi habría dicho “Los
cochinos bastardos han vuelto”, refiriéndose en apariencia a los aviones
aliados; sin embargo, Rudolf lo tomó como una alusión a él y a su familia, y estuvo
convencido de ello hasta el fin de sus días. Rudolf se unió al ejército en
1943 en Sajonia. Desde allí escribió una carta a su hermano diciéndole:
“No dudaré en pedir el cierre de la fábrica para que tengas que asumir una ocupación que te permita jugar a ser jefe y, como deportista de élite que eres, tengas que llevar un arma”.
No obstante, el gran cisma familiar llegó al acabar la
guerra. Tras un juicio celebrado por los norteamericanos para evaluar el
compromiso con el nazismo, Adi fue exonerado y pudo retener el control de la
empresa. Parece ser que su esposa Käthe tuvo un papel relevante en esa decisión,
ya que convenció a los jueces de que ellos sólo querían hacer zapatillas de
deporte. Peor suerte corrió Rudolf. Tras su captura fue encarcelado brevemente
en Dachau. Sin embargo, y tras su liberación, fue nuevamente detenido y
encarcelado por su vinculación con las SS, no siendo liberado de nuevo hasta
1947. Rudolf siempre estuvo convencido de que fue su hermano Adi el que dio el
soplo que permitió su detención, y eso precipitó que nunca más volvieran a
dirigirse la palabra. Y en esa situación, era obvio que ambos hermanos no
podían seguir trabajando juntos.
Adi Dassler |
Cuando Rudolf regresó, evitó la casa familiar y se mudó junto
a su familia al otro lado del río Aurach. Allí llegó a un acuerdo con su
hermano (a través de abogados) para repartirse los activos de la empresa y
empezó de cero en una pequeña fábrica semiderruida en Würzburgerstrasse,
distante pocos kilómetros de la antigua fábrica familiar. La mitad de los antiguos
empleados (los de ventas) se fueron con Rudolf, mientras que la otra mitad (los
técnicos) se quedaron con Adolf. En 1948, Rudolf fundó la marca Ruda
(iniciales de Rudolf Dassler), aunque poco después cambió el nombre por el más
comercial de Puma. Un año después, su hermano Adi contraatacó registrando una
nueva marca en la que fundía su apodo con las tres primeras letras de su
apellido. Acababa de nacer Adidas.
Rudolf Dassler |
La rivalidad familiar se extendió a toda la ciudad. Los
habitantes de Herzogenaurach se dividieron en dos bandos irreconciliables que
evitaban cualquier tipo de contacto. Tenían bares y panaderías separadas, e
incluso dos equipos de fútbol diferentes. Si eras de Adidas no podías casarte
con alguien de Puma y viceversa. Herzogenaurach empezó a conocerse como “la ciudad de los cuellos doblados”, por
la costumbre de sus habitantes de mirar hacia abajo para ver qué zapatillas
calzaba su interlocutor antes de saludar. Empezaron también las leyendas para
explicar el origen de su enemistad; unos la achacaban a infidelidades maritales
cruzadas, y otros a que uno de los hermanos había pillado al otro robando
dinero de la caja. El milagro económico alemán estaba a la vuelta de la
esquina, y ambos hermanos comenzaron a su estela una guerra comercial a muerte
movida por el odio personal que se tenían.
Una guerra a golpe
de estrellas
Adidas tuvo un gran éxito casi desde sus comienzos. En la
inmediata posguerra, la pequeña ciudad fue ocupada por tropas estadounidenses,
que al enterarse de que Adi Dassler había fabricado las zapatillas con las que
Jesse Owens había humillado a los nazis, empezaron a comprar su calzado en
grandes cantidades. Pronto empezaron a llegar pedidos desde Estados Unidos para
calzar a equipos de béisbol, fútbol americano e incluso de hockey sobre patines.
Poco después, Adi se apuntó un tanto muy importante en el Mundial de fútbol de
Suiza de 1954. Rudolf había menospreciado al seleccionador alemán Sepp
Herberger, así que Adi aprovechó la oportunidad y le convenció de que sus
jugadores calzaran unas botas con tacos ajustables fabricadas por él, que
impedían que resbalasen en un campo anegado. La jugada salió bien, ya que en la
final ante la por entonces invencible selección húngara comenzó a llover, y
gracias a las botas de Adi Dassler los jugadores alemanes se desenvolvieron
mejor en aquel campo embarrado. Alemania ganó contra pronóstico 3-2, aquel
partido fue bautizado como el “Milagro de
Berna” y las botas de Adidas alcanzaron la categoría de mito.
Final del Mundial de 1954, entre Hungría y Alemania |
Aquel episodio dolió mucho a Rudolf, quien se prometió no volver
a cometer el mismo error otra vez. Asimismo, Adi vio en este tipo de política
la llave del éxito. Así que las dos empresas empezaron a disputarse a las
grandes estrellas del deporte y a los grandes acontecimientos deportivos como medio
para aumentar las ventas. Los dos hermanos empezaron a delegar en sus
respectivos hijos, y los vástagos convirtieron lo que era una guerra sin
cuartel aunque luchada con limpieza en una contienda mucho más sucia, donde las
puñaladas por la espalda alcanzaron cotas delirantes y en algunos casos
ridículas.
Muhammad Alí con botas Adidas |
Por parte de Adidas, Horst Dassler (el hijo mayor de Adi)
empezó a hacer de las suyas mangoneando en la división francesa de la marca (en
contra del criterio de su padre) y empezó a jugar fuerte. Se cuenta, por
ejemplo, que bloqueó un cargamento de Puma con destino a los Juegos Olímpicos
de Melbourne de 1956, y aprovechó la circunstancia para regalar zapatillas a
los atletas en la villa olímpica (algo inusual por entonces, pues cada atleta
se pagaba su equipo). En los años 60 convenció a los jornaleros del olivo de
Fabara (Zaragoza) para que abandonaran sus tareas agrícolas y se pusieran a coser balones Adidas. En las Olimpiadas de México
68 consiguió vender en exclusiva zapatillas en la villa olímpica. Bajo su dirección,
Adidas consiguió a los atletas Emil Zatopek, Bob Beamon y Dick Fosbury, al
futbolista Franz Beckenbauer y al boxeador Muhammad Alí. Ya en 1973, fundó su
propia marca (Arena) especializada en material deportivo para la natación.
Pelé (con botas Puma) en la final del Mundial de 1970 |
Claro que en el otro lado no se quedaron atrás bajo la
dirección de Armin Dassler, hijo de Rudolf. En la Olimpiada de México de 1968
antes mencionada, los atletas del “Black
Power” subieron al podio con guantes negros y descalzos, pero dejando
estratégicamente colocadas unas zapatillas Puma junto a ellos. Pero sin duda su
mayor logro llegaría en los Mundiales de fútbol de 1970, celebrados también en
México. Tras haber llegado ambas marcas a un pacto de caballeros (algo
totalmente inusual) para no tocar a Pelé (el mejor jugador del momento), Armin
lo rompió presentándose en casa del astro brasileño convenciéndole para que
calzara sus botas. Pelé, que tenía previsto acudir al campeonato con unas botas
de la pequeña marca inglesa Stylo, no sólo accedió a ponerse las Puma sino que
también protagonizó uno de los episodios más destacados de la guerra entre las
dos marcas, fruto de la cabeza maquiavélica del patriarca Rudolf; justo antes
del partido ante Perú, salió al campo con los cordones desatados y pidió al
árbitro que retrasara el pitido inicial unos instantes para atárselos. Las
cámaras de televisión (fue el primer Mundial en ser retransmitido) se clavaron
en sus pies durante aquellos interminables segundos, catapultando a Puma. Las
relaciones entre ambas marcas se hundieron aún más.
Caricatura de la guerra entre los Dassler |
Esta política de ganarse a las estrellas a golpe de talonario
dio lugar a episodios chocantes, como el
ocurrido en las Olimpiadas de Roma de 1960: el atleta alemán Armin Hary
aceptó dinero de ambas marcas, de modo que ganó el oro en los 100 metros
calzando unas Puma pero recogió la medalla con unas Adidas. O el ocurrido el 13
de febrero de 1974 en Francfort, cuando España se jugaba el pase al Mundial en
un partido de desempate contra Yugoslavia: se cuenta que Adi Dassler irrumpió
en el vestuario español y ofreció a cada jugador 100 dólares a cambio de que
calzaran botas Adidas; todos aceptaron menos uno, que alegó que esas botas “le
hacían rozadura”, así que finalmente aceptó 400 dólares a cambio de teñir sus
botas Puma de negro y pintar sobre ellas las tres rayas blancas de Adidas. España perdió ese partido 1-0 y no se clasificó, aunque ignoro si la razón de la derrota fueron las botas.
El ocaso
Rudolf Dassler murió el 6 de septiembre de 1976, para gran
alegría de la familia de su hermano Adi. Si creen que exagero, no hay más que
leer la nota oficial que Adidas sacó con motivo del fallecimiento del fundador
de Puma:
“Por razones de piedad humana, la familia de Adolf Dassler no hará comentario alguno sobre la muerte de Rudolf Dassler”
Ni que decir tiene que ni Adi ni su mujer Käthe fueron al
funeral, mandando en representación de la familia a su hija Inge Bente. Cuatro
años después fallecía Adi, siendo enterrado en el mismo cementerio de Herzogenaurach
pero en el punto más alejado de la tumba de su hermano. Ni siquiera en la muerte
eran capaces de estar cerca uno de otro.
La "Mano de Dios" |
La muerte de los patriarcas supuso que sus hijos se hicieran
con el control efectivo de las compañías. La política que siguieron fue
idéntica a la que venían haciendo hasta entonces: comprar estrellas y eventos deportivos.
Así, Puma fichó a Cruyff, Netzer, Simonsen… y a Maradona. En el célebre partido
de la “Mano de Dios”, ese en el que
el astro argentino dejó a los ingleses como puertas de esquí bamboleantes,
Maradona calzaba unas botas con el logotipo del felino. Adidas por su parte
invirtió en Mundiales y Olimpiadas, en su interminable lucha contra Puma que
incluía supuestos sobornos a directivos de la UEFA, la FIFA o el COI además de
seguir patrocinando estrellas y selecciones, Cuba incluida (las últimas apariciones de Fidel
Castro se produjeron con su revolucionario y enfermo cuerpo embutido en un
chándal Adidas). Todo seguía valiendo en su particular guerra.
El "Partido de la Paz" |
Pero todos los imperios llegan a su ocaso. En el horizonte
aparecieron dos marcas estadounidenses que poco a poco fueron haciéndose con la
hegemonía: Reebok y Nike. La irrupción de estas empresas hizo que los Dassler
fueran perdiendo poder dentro de sus compañías hasta desaparecer finalmente del
accionariado (incluso Adidas se declaró en bancarrota en 1992). El odio entre
los habitantes de Herzogenaurach también se fue diluyendo, hasta el punto de
que en 2009, cuando los Dassler ya habían perdido el control de sus empresas,
empleados de ambas compañías jugaron un partido de fútbol pomposamente
bautizado como “Partido de la Paz”.
Irónicamente, el único Dassler que está ligado en la actualidad a alguna de las
compañías es Frank Dassler, nieto del fundador de Puma, ¡y que trabaja para
Adidas! Sin duda, un irónico final para una larga guerra a muerte. Y es que,
como reza uno de los últimos lemas de Adidas, “Impossible is nothing”.
Genial y espectacular historia. Había escuchado sirenas sobre el pasado nazi del fundador de Puma, ahora lo entiendo mejor. Gracias!!!!!
ResponderEliminarGracias a ti José María
EliminarMe ha encantado,no tenía ni idea de esto.Muy bueno el articulo!! (y)
ResponderEliminarGracias Dayana.
EliminarExcelente historia, ignoraba totalmente el origen de ambas marcas y nunca hubiese imaginado algo asi.
ResponderEliminarGracias.
Gracias a usted
EliminarConocía la historia muy a groso modo, ha sido un placer leerla al detalle, gracias.
ResponderEliminarGracias a usted Teddy
EliminarMUY BUENA HISTORIA NO CABE DUDA QUE DIA A DIA APRENDES ALGO NUEVO. GRACIAS POR SU PUBLICACION
ResponderEliminarHay una serie televisiva sobre esta gran historia.... Recomiendo verla.
ResponderEliminarGracias
EliminarBuena historia
ResponderEliminarGracias Juanjo
EliminarOk
ResponderEliminarInteresante historia.
ResponderEliminarInteresante historia
ResponderEliminarEn la película de 2016 se externa que un hijo de Adi en realidad no lleva su sangre, sino la de su hermano el Puma.
ResponderEliminarEso es cierto?
No
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