A veces cuesta trabajo creer cosas que en realidad pasaron
por la sencilla razón de que nos parecen sacadas de la fantasía desbordante de
un novelista. Sin embargo, acontecimientos que apenas son creíbles ocurrieron
de verdad, mientras que leyendas sumamente lógicas no dejan de ser eso:
leyendas. Con razón decía Tom Clancy que la diferencia entre la realidad y la
ficción es que la ficción siempre debe tener sentido.
Cartel de la película "El hombre que nunca existió" basada en la operación Mincemeat |
Algo así es lo que ocurre con la Operación Mincemeat (“carne
picada”), un descomunal engaño urdido por el Servicio de Inteligencia británico
durante la Segunda Guerra Mundial con el fin de confundir a los alemanes sobre
el verdadero lugar del desembarco aliado en Italia. Menos famoso que el plan
similar llevado a cabo un año después para hacer creer a los alemanes que el
desembarco en Francia se haría por el paso de Calais y no por Normandía (conocido
como Operación Fortitude), la Operación Mincemeat contiene sin embargo
elementos que la hacen única. Esta es su historia.
El "Memorando Trucha"
El 29 de Septiembre de 1939, cuando la guerra llevaba apenas
3 semanas, el Departamento de Inteligencia Naval del Almirantazgo distribuyó al
resto de servicios del espionaje británico el Memorando Trucha, un documento de
alto secreto que contenía un listado de ideas para embaucar a los alemanes
mediante "el engaño, las tretas bélicas y el traspaso de información
falsa". El documento se llamó así porque el almirante Godfrey, director
del Departamento, pensaba que este tipo de engaño al enemigo era como la pesca
de la trucha con mosca: había que estar constantemente lanzando el anzuelo para que el pez picara.
Ian Fleming en uniforme de capitán |
El texto había sido elaborado por el capitán Ian Fleming, que
años más tarde se haría famoso con sus novelas sobre James Bond, y era una obra
maestra del pensamiento retorcido. Entre las 51 propuestas había algunas tales
como lanzar balones de fútbol pintados con pintura luminosa para atraer a los
submarinos, distribuir información falsa a través de ejemplares falsificados
del periódico The Times o lanzar al
mar botellas con mensajes ficticios en los que un capitán de un submarino
alemán maldecía al régimen nazi.
La propuesta número 28 llevaba por título “Una sugerencia no
muy agradable” y estaba inspirada en una novela del antiguo espía Basil Thomson.
Esta propuesta decía: "Un cadáver
vestido de aviador, con despachos en sus bolsillos, podría arrojarse en la
costa de modo que parezca haber caído debido a un fallo en su paracaídas.
Entiendo que no es difícil obtener cadáveres en el hospital de la Armada, pero,
por supuesto, tendría que emplearse uno fresco". Es en esta propuesta
donde se encuentra el germen de la posterior Operación Mincemeat.
Los planes de asalto
a Sicilia
Una vez derrotado el Afrikakorps
de Rommel y finalizada la campaña en el norte de África, los aliados empezaron
a instalar bases en todo el territorio con el objetivo de invadir Italia y
desde allí avanzar hacia el corazón de Europa. En la conferencia de Casablanca
(enero de 1943), Churchill y Eisenhower decidieron que la invasión se llevaría
a efecto en el mes de julio de este mismo año, a través de Sicilia. Las maniobras
para la invasión (Operación Husky) tenían que ser minuciosamente estudiadas. La
topografía del terreno de la isla favorecía a los defensores, por lo que mantener
en secreto el lugar del desembarco era fundamental para preparar la ofensiva.
En la isla, dotaciones italianas y alemanas estaban en alerta permanente ante
la posibilidad de ser atacados. Entre los cuerpos del Ejército, la Luftwaffe
(Fuerza Aérea alemana) tenía allí una de sus principales bases, desde donde
hostigaba las posiciones aliadas en Malta.
Charles Cholmondeley |
Algunos meses antes, el capitán de la RAF (Fuerza Aérea
británica) Charles Cholmondeley tuvo la idea de lanzar sobre Francia un cadáver
vestido con uniforme militar. Junto al cadáver se lanzaría un transceptor de
radio. La idea era que los alemanes lo tomaran como el operador de dicho
transceptor que había muerto a consecuencia de un paracaídas mal abierto. El
objetivo sería proporcionar una fuente de desinformación a los alemanes que
favoreciera a los aliados. El plan se desechó por impracticable. Sin embargo,
pocos meses más tarde fue recuperado por el capitán de corbeta Ewen Montagu,
oficial de la inteligencia naval y miembro del llamado “Comité de los XX”,
denominado así porque sólo 20 personas conocían la existencia y el nombre de
los miembros de dicho comité. La idea de Montagu era aplicar esta estratagema para engañar a los alemanes sobre el verdadero lugar de desembarco en Italia.
Los antecedentes
Había dos incidentes que Montagu debía de conocer. El primero
ocurrió en agosto de 1942, y fue un plan de engaño llevado a cabo en el norte
de África, justo antes de la batalla de Alam Halfa. Un cadáver que llevaba un
mapa fue abandonado en un vehículo de exploración que había explotado en un
campo de minas que se encontraba frente a la 80ª División Ligera, justo al sur
de Quaret el Abd. En el mapa se señalaba la posición de campos de minas aliados
que en realidad no existían. Los alemanes encontraron el vehículo y cayeron en
la trampa. Los Panzer de Rommel, para evitar esos inexistentes campos minados, se
dirigieron a áreas de arena suelta, en donde quedaron atrapados.
Equipo que ejecutó la Operación Mincemeat |
El segundo incidente no fue un plan de engaño, pero estuvo
cerca de serlo. En septiembre de 1942 un PBY
Catalina se estrelló en aguas de Cádiz. En él viajaba un correo llamado “Paymaster”, el teniente de navío James
Hadden Turner de la Royal Navy (Marina británica). El cuerpo apareció en una
playa cerca de Punta Umbría, Huelva, y fue recuperado por las autoridades
españolas. Llevaba una carta del general Mark Clark para el gobernador de
Gibraltar en la que le daba los nombres de los agentes franceses en el norte de
África y le decía que el 4 de noviembre se efectuaría el desembarco de la
Operación Torch (nombre en clave del desembarco aliado en el norte de África),
que empezó el 8 de noviembre. Cuando el cuerpo fue devuelto a las autoridades
aliadas todavía llevaba la carta y los expertos determinaron que no había sido
abierta. Por supuesto, los alemanes tenían medios para leer la carta sin
abrirla, pero si lo hicieron no aceptaron la información como verídica y no
tomaron ninguna medida en relación con esa información.
Ewen Montagu |
Con estos dos antecedentes, Montagu y Cholmondeley empezaron
a elaborar un plan consistente en plantar documentos de ataque falsos en un
cadáver y dejar que este cayera en manos alemanas. Lograron convencer al Comité
de que la idea era factible y finalmente Churchill dio su aprobación el 13 de
abril de 1943. Inmediatamente solicitó el apoyo de Eisenhower, quien se lo dio
no sin ciertas reservas. Montagu, con su característico humor negro, bautizó la
operación como “carne picada” (Mincemeat).
La planificación
Lo primero que debieron decidir Montagu y Cholmondeley fue
qué documentos podría llevar un hombre que falleciese en un vuelo de enlace por
un fallo en la apertura del paracaídas. Los alemanes sabían que se producían
continuamente vuelos entre el norte de África y Gran Bretaña con correos de este
tipo. Estos vuelos sobrevolaban la costa española, si bien era cierto que nunca
llevaban información sensible. Así pues, los documentos que portaría no podían
contener planes explícitos, aunque sí información que, debidamente
interpretada, sugiriera dónde y cuándo sería la invasión.
Adolf Clauss |
El segundo paso era determinar dónde encontrarían el cuerpo
los alemanes. Se decidió que fuera en España, dadas las buenas relaciones del
régimen de Franco con el gobierno nazi. La costa onubense era el candidato más
obvio, ya que tenía pueblos de pocos habitantes donde todos se conocían y el
hallazgo de un cadáver en el agua pronto correría de boca en boca. Además, en
esa zona operaba el espía alemán más famoso en el sur de Europa, Adolf Clauss,
bien relacionado en España, afiliado a la Falange y cuyo padre era el cónsul de
Alemania en Huelva. Que el cadáver y todo lo que llevara fuera entregado a los
servicios secretos del Reich estaba prácticamente garantizado. Si Clauss se
tragaba el señuelo, la operación sería un éxito.
Sir Bernard Spilsbury |
Por último, se debía encontrar un cadáver que pareciera que
llevara algún tiempo en el agua. Ayudados por el patólogo forense Sir Bernard
Spilsbury, pronto encontraron los restos de un vagabundo de 34 años muerto de
neumonía. Esta enfermedad produce un encharcamiento de los pulmones que puede
ser confundido con una muerte por ahogamiento. Aunque la diferencia entre una
muerte y otra podrían establecerse en un estudio exhaustivo, Spilsbury,
no sin cierta arrogancia, tranquilizó a
Montagu diciéndole:
“No tiene nada que temer de una autopsia española; detectar que este joven no ha muerto después de un accidente aéreo en el mar requeriría de un patólogo de mi experiencia, y no existe ninguno en España”.
Montagu contactó con la familia del fallecido, quien recibió
las garantías de que el cuerpo sería usado para una noble causa patriótica y
que al final recibiría una digna sepultura, aunque con otro nombre. La familia
accedió con la condición de que su identidad jamás sería divulgada. El cadáver
fue depositado en una cámara frigorífica secreta del MI5 (Servicio de Inteligencia británico).
Fabricando a William
Martin
Crear bien la identidad del fallecido era fundamental. Debía
ser un oficial de la suficiente graduación como para estar autorizado a llevar
los documentos que transportaba, y tenía que tener una vida reconocible,
avalada por objetos que “casualmente” llevara consigo. Primero pensaron en que
debía ser un oficial del ejército, pero el trámite burocrático para identificar
las bajas era muy complicado y creaba la posibilidad de una fuga de información
debido a algún funcionario curioso que contaría el caso como un chisme. Las
dificultades de encontrar un uniforme naval descartaban la posibilidad de
asignarlo a la Royal Navy. Finalmente, decidieron que pertenecería a la
Infantería de Marina. Había una sola dificultad pendiente y era que el Cuerpo
de los Royal Marines no era muy numeroso y prácticamente todos sus miembros se
conocían entre sí. Decidieron usar el nombre William Martin debido a que ese
era un nombre muy común entre los infantes. Al aparecer el nombre en los
periódicos podría ser cualquiera de los varios William Martin en servicio
alrededor del mundo.
Documento de identidad de William Martin |
Fue así como surgió la identidad de este capitán de
infantería de marina, eventualmente habilitado como comandante, nacido en Cardiff
(Gales) en 1907 y destinado en el Cuartel General de Operaciones Combinadas.
El hecho de que estuviera habilitado con esa graduación, a pesar de su
juventud, le autorizaba a portar los documentos de alto secreto con los que
sería encontrado. Le inventaron una novia llamada Pam (en realidad una funcionaria
del MI5 llamada Jean Leslie), noviazgo que se reforzó con fotografías y cartas
de amor cuidadosamente dobladas y desdobladas varias veces para dar la
impresión de que se habían leído con frecuencia. Martin llevaría también el
recibo de un anillo de compromiso con su importe en libras esterlinas, además
de dos entradas usadas para ver juntos un espectáculo teatral en Londres el 22
de abril, víspera de su viaje.
Pam, la supuesta novia de Martin |
A toda esta documentación se añadió otra carta de su padre,
recibos que permitieran reconstruir sus pasos en los días previos, llaves,
cerillas y billetes de autobús, además de un pase para el Cuartel General de
Operaciones Combinadas. Se completó con un airado aviso de pago del LLoyds Bank
por un descubierto. Quedaba el tema de su cartilla militar de identificación.
Cuando intentaron hacerle una foto al cadáver vieron que no era posible
disimular su aspecto ni con maquillaje ni con trucos de revelado. Se recurrió
entonces a otro oficial con un cierto parecido, al que se fotografió después de
haber sido debidamente caracterizado.
Así pues, en cuanto a sus objetos personales sólo quedaba un
detalle. Le pusieron al cuello una cadena con una cruz de plata y placas de
identificación en la que se leía “Mayor
Martin, R.M., R/C” que significaba “Comandante Martin, Royal Marines, Roman
Catholic”. Esto garantizaba que sería enterrado en el cementerio católico de
Huelva y no en el anglicano de Gibraltar, tal y como quería su familia. Además,
permitía facilitar las tareas de investigación de los agentes alemanes, que
tendrían libre acceso al camposanto.
Los documentos del
maletín
Los documentos secretos que llevaría Martin en el maletín
eran una cuestión peliaguda. Como ya he dicho, no podían ser demasiado
evidentes, así que se descartó poner una carpeta con planes falsos. En su
lugar, se colocaron documentos que sugerían que la invasión se produciría en
Cerdeña y Grecia, siendo las operaciones en Sicilia maniobras de diversión para
dividir las fuerzas del Eje.
Churchill y Eisenhower |
La forma de sugerir estos planes fue mediante una carta
personal escrita por el General Sir Archibald Nye, Sub Jefe del Estado Mayor
Imperial y dirigida al General Sir Harold Alexander, comandante británico en el
norte de África bajo el mando del General Eisenhower. En la carta, Nye
explicaba a Alexander “en confianza” por qué la solicitud de Eisenhower para la
operación centrada en las islas griegas había sido negada. Tal operación había
sido planificada para ser lanzada desde Egipto por el Mariscal de Campo Sir
Henry Wilson, comandante en Jefe del Oriente Medio. A Eisenhower se le
encomendaba que lanzara una operación de finta sobre Sicilia. La carta tenía
dos propósitos y sugería que se lanzarían dos operaciones en el
Mediterráneo. Identificaba a Sicilia
como la maniobra de diversión para una verdadera operación en el oeste e
identificaba a Cerdeña y Grecia como los verdaderos objetivos (operación a la
que por cierto bautizaron con su nombre verdadero, Husky).
Algunos de los documentos de Martin |
Para corroborar la carta de Nye, el Mayor Martin también
llevaba una segunda carta de Lord Louis Mountbatten, Jefe de Operaciones
Combinadas, dirigida al Almirante Cunningham, Comandante en Jefe de las
Operaciones Navales en el Mediterráneo. La carta indicaba el propósito del
viaje del Comandante Martin, un experto en operaciones anfibias prestado por
Mountbatten para las operaciones en el Mediterráneo. Como presentación de
Martin, Lord Mountbatten mencionaba que lo había hecho bien en Dieppe, aunque
la operación fue un fracaso por culpa de los oficiales a cargo de las
operaciones terrestres. La carta contenía también un comentario al margen
acerca de que las sardinas estaban racionadas en Gran Bretaña, en un juego de palabras
entre la palabra “sardina” (sardine) y
el nombre en inglés de la isla de Cerdeña (Sardinia).
Ambas cartas fueron firmadas por los que supuestamente las mandaban, para
evitar que los alemanes descubrieran una falsificación y la operación se echara
a perder.
Como detalle de humor británico, se incluyó también entre los
documentos un ejemplar del libro “Operaciones
secretas en la guerra” para que Eisenhower lo prologara. Toda esta
documentación se introdujo en un maletín preparado para resistir el agua, con
una correa de cuero que iba a la cintura de Martin, y desde ella una cadena
esposada a su muñeca. Todo estaba listo para soltar el anzuelo.
El último viaje del
comandante Martin
El 19 de abril de 1943, el submarino H.M.S. Seraph, al mando del Teniente Comandante N. A. Jewell, zarpó
de la base de Holy Loch en Escocia con el Comandante Martin a bordo. Su cuerpo
iba en un contenedor de latón, estanco y sellado, con hielo seco como material
de conservación. A la tripulación se le había dicho que en dicho contenedor
llevaban instrumental óptico de alto secreto para montar un punto de
observación meteorológica en el mar. La misión casi fracasa al ser atacado el
submarino por un avión británico por error.
HMS Seraph |
Sin otros incidentes, el Seraph
emergió a las 4.30 horas del 30 de abril a una milla de la costa de Huelva. La
tripulación subió el contenedor de latón con el cuerpo de Martin a la cubierta
y Jewell ordenó bajar a los marineros al interior del submarino, quedándose
sólo con los oficiales en cubierta. Hasta ese momento, sólo Jewell sabía el
contenido del contenedor. Les explicó rápidamente a los oficiales lo que
estaban haciendo, les tomó juramento para mantener la operación en secreto,
abrieron el contenedor y prepararon el cuerpo para echarlo al agua. Inflaron el
chaleco salvavidas, se aseguraron que el maletín con documentos estuviera bien
esposado a la muñeca del cadáver y después de rezar una oración del Servicio de
Entierros Navales, pusieron suavemente el cuerpo en el agua junto a una lancha
neumática para dar la impresión de un accidente aéreo. Acto seguido, Jewell
puso un mensaje al “Comité de los XX” que decía “Mincemeat completed” y siguió su recorrido hasta Malta.
El cadáver fue descubierto a las 7.30 horas por el marinero
José Antonio Rey María, que lo remolcó hasta la playa de Mata Negra. Después
del levantamiento del cadáver, y mientras el Abwehr (Servicio Secreto alemán) se hacía cargo del maletín, fue
llevado al depósito del cementerio de Huelva para hacerle la autopsia. En
contra de lo que arrogantemente habían pensado los británicos, fue realizada
con suma minuciosidad, concluyendo que el cuerpo llevaba en el agua entre cinco
y diez días, pero señalaba discrepancias tales como la ausencia de mordeduras
de peces o el buen estado del uniforme. Los alemanes, sin embargo, obviaron
estos hechos ante la importancia de los documentos encontrados en el maletín de
Martin, que fue abierto y su contenido fotografiado minuciosamente. Las
fotografías fueron enviadas a Berlín inmediatamente.
“Se han tragado toda
la carne picada”
En Londres se decidió incluir el nombre de William Martin en
la siguiente lista de bajas a publicar al mes siguiente. Se le vinculó con el
nombre de dos aviadores muertos al estrellarse su avión en un viaje a
Gibraltar, lo que daba más credibilidad a la historia. Finalmente, y como
detalle definitivo, se mandaron una serie de mensajes cifrados a bajo nivel
desde el Almirantazgo al Agregado Naval en Madrid pidiendo la devolución a
cualquier precio de los documentos que portaba Martin, pues contenían información
sensible.
Cuerpo de William Martin |
Los documentos fueron devueltos por las autoridades españolas
el 13 de mayo, asegurando que no faltaba nada. Se comprobó que las cartas
habían sido abiertas y vueltas a cerrar cuidadosamente. Se envió entonces un
telegrama a Churchill que decía “Mincemeat
Swallowed Whole” (“Se han tragado toda la carne picada”). En efecto, Hitler
quedó tan convencido de la autenticidad de los falsos documentos que discrepaba
de Mussolini en cuanto a que Sicilia era el punto más probable para la
invasión, insistiendo en que cualquier incursión sobre la isla debía
considerarse parte de un plan de engaño y que el ataque principal sería en
cualquier otro lugar. Hitler dio órdenes para reforzar Córcega y Cerdeña, y
envió al mariscal Rommel a Atenas para formar un grupo de ejércitos. Los buques
patrulleros, minadores y dragaminas asignados a la defensa de Sicilia se
mandaron a otros lugares. Pero la decisión más crítica fue probablemente el
envío de dos divisiones Panzer del frente ruso a Grecia, justo en el momento en
que se estaban preparando para atacar a los rusos en la batalla de Kursk.
Objetos hallados con Willian Martin |
La Operación Husky empezó el 9 de julio, cuando los Aliados
atacaron Sicilia por el sur. Pero los efectos de la Operación Mincemeat duraron
todavía dos semanas, ya que los alemanes seguían convencidos de que era una
finta y que el ataque principal sería en Cerdeña o en Grecia. Como resultado,
la conquista de Sicilia encontró relativamente poca resistencia y se completó
el 9 de agosto. Además, la caída de Palermo a mediados de julio provocó un
golpe de estado que apartó a Mussolini del poder.
Flores en la tumba
de William Martin
El 2 de mayo de 1943, William Martin fue enterrado en el
cementerio de Huelva con honores militares. No faltó una corona mandada por su
supuesta novia Pam ni otra de su familia. La operación Mincemeat se mantuvo en
secreto hasta que una indiscreción de Churchill provocó la publicación del
libro “Operación Desengaño”, de Alfred Duff Cooper. Fue entonces cuando el
Primer Ministro británico autorizó a Montagu que narrar la verdadera historia.
La publicación se hizo por entregas en el Sunday
Times bajo el título “El hombre que nunca existió”, que obtuvo un clamoroso
éxito popular hasta el punto de que se hizo una película sobre ello en 1956.
Tumba de William Martin |
Desde su entierro, nunca faltaron flores frescas en la tumba
del Comandante Martin. En 2002 se supo que las dejaba Isabel Naylor, hija de
un trabajador de la Rio Tinto Company
Limited y que siguió la tradición que empezó su padre cuando ella contaba
con 14 años. Fue condecorada por el Gobierno británico por su fidelidad al
soldado desconocido. Sea este artículo mi homenaje a él. Descanse en paz,
William Martin.
Fascinante, que nivel de detalle en la información y las descripciones. Brutal... conocía la historia, grosso modo, pero el nivel de capas incluyendo antecedentes, contenido del maletín, autopsia española que arrojaba dudas en contra de la aseveración del patólogo forense inglés, el sumergible atacado por los propios aliados, es impresionante. Y todo ello con fechas, horas, fotografias relevantes, etc. Dos divisiones Pánzer desviadas del frente de Kursk, patrulleros y dragaminas enviados a Cerdeña, bueno bueno, tengo la sensación de haber salido de la lectura de un libro. Me ha encantado. Gracias, un saludo.
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