La Historia está llena de mitos. Desde la creencia general de
que en las Termópilas sólo lucharon 300 espartanos (hubo más de 5.000 griegos
en la batalla, incluidos tespios, tebanos, corintios…) hasta que Edison inventó
la bombilla (la idea original fue del químico británico Joseph Wilson Swan, y
Edison sólo perfeccionó su diseño), pasando por absurdos tales como la
aparición del Apóstol Santiago en la Batalla de Clavijo (ni siquiera existió
tal batalla) o que Colón sostenía que la Tierra era redonda y los sabios
castellanos que era plana (realmente todos pensaban que era una esfera y discutían
sobre su tamaño). Todos estos tópicos se han asentado en la cultura colectiva y
resulta difícil desmentirlos, pues a pesar de aportarse documentación
suficiente, cada cierto tiempo alguien los va repitiendo.
Cartel de la película "Enemigo a las puertas" |
La Segunda Guerra Mundial no se libra de esos mitos
recurrentes. De hecho, y a pesar de la prolija documentación que existe sobre
casi todos los aspectos de este conflicto, aún existen numerosos tópicos que reaparecen una y otra vez. Hoy trataremos tres de los más populares, de esos que
cada poco tiempo resurgen por más que se desmientan. Ya se sabe que “una mentira repetida mil veces se convierte
en una verdad” (Goebbels dixit),
y aunque este artículo no pretende zanjar ninguno de estos mitos (ya que por
desgracia se seguirán repitiendo hasta la saciedad), si al menos sirve para
convencer a alguien que no hay que creerse todo lo que circula por ahí habrá
cumplido su propósito.
La carga de la
caballería polaca contra los tanques alemanes
El 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia. Dos días
después, Gran Bretaña y Francia declaraban la guerra a Alemania, con lo que
daba comienzo la Segunda Guerra Mundial. La táctica alemana se basaba en el uso
masivo de unidades blindadas y motorizadas que penetraban profundamente en las
líneas enemigas desbaratando todo el sistema defensivo. Dicha táctica, conocida
como Blitzkrieg (“Guerra relámpago”),
tuvo un tremendo éxito y posibilitó que Polonia fuera derrotada en apenas 5
semanas, con la ayuda de la invasión soviética por el este que se produjo el 17
de septiembre. El ejército polaco, anclado en gran medida en las tácticas de la
Primera Guerra Mundial, poco pudo hacer ante la tremenda superioridad
tecnológica y táctica de sus enemigos.
Ulano polaco con fusil antitanque |
Fue en esta invasión donde supuestamente se produjo uno de esos
actos de heroísmo que se recuerdan para siempre. El 2 de septiembre la Brigada
de caballería “Pomorska” cargó con
sus lanzas y sables contra una unidad de tanques alemana. Naturalmente la
mayoría de los jinetes fueron masacrados antes de llegar siquiera a los
tanques, y el resto poco pudo hacer con sus espadas y lanzas contra el blindaje
de los carros. Se cuenta también que este episodio constituyó la última carga
de caballería de la Historia, y a partir de entonces se hizo evidente que la
época del caballo y el jinete había quedado atrás frente a las unidades
motorizadas.
Representación de la supuesta carga de la caballería polaca |
Lo malo de toda esta historia de heroísmo y sacrificio es que
es falsa. En realidad, el 2 de septiembre la Brigada “Pomorska” mantuvo intensos combates contra unidades de infantería
motorizada alemanas protegiendo la retirada de sus propias tropas a lo largo
del río Brda. De hecho, su valor provocó que dichas unidades alemanas se
replegaran ante la presión a la que los jinetes polacos las estaban sometiendo.
Esa tarde, a última hora, tuvo lugar la lucha que dio origen a la leyenda. Tras
ocultarse en un bosque, salieron al galope cazando a un batallón de infantería
alemana descansando. La carga sorprendió a los alemanes, que se dieron a la
fuga dejando bastantes bajas por el camino. Desgraciadamente para los polacos, de
pronto aparecieron varios vehículos blindados alemanes de reconocimiento que
les atacaron con sus ametralladoras, causándoles 20 muertos y unos 50 heridos.
Entre los muertos se encontraba el jefe de los jinetes, el coronel Kazimierz
Mastalerz.
Panzer III, uno de los tanques utilizados en Polonia |
Al día siguiente, los alemanes llevaron a corresponsales
italianos al lugar y les contaron que la caballería polaca había cargado contra
los blindados alemanes. El reconocido periodista Indro Montanelli (famoso por la frase "No permitas que la verdad te arruine una buena noticia", entre otras cosas) publicó el 13
de septiembre un artículo en el Corriere
della Sera titulado “Cavalli contro
autoblindo”, en la que contaba la historia que los alemanes le habían
narrado. Este artículo caló entre el público, entre otras razones porque nadie se
encargó de desmentirlo: los alemanes porque con él demostraban su superioridad
militar y táctica, y los polacos porque así hacían gala de un heroísmo más allá
de todo límite. Hasta tal punto está extendida la leyenda, que en el año 2009
un artículo del diario británico The
Guardian la daba por cierta (y tuvo que disculparse poco después por ello).
Esta historia apareció también en el libro “El
tambor de hojalata”, del Premio Nobel Günter Grass. Sin duda, es una de los
mitos más extendidos y duraderos de la Segunda Guerra Mundial.
Caballería polaca |
Para finalizar, hay que decir que este combate tampoco fue la
última carga de caballería de la Historia. Los polacos realizaron un total de
16 cargas de caballería durante la invasión, y algunas de ellas fueron
gloriosas, como en Krasnobrod, donde capturaron 100 soldados alemanes incluido
su general Rudolf Koch-Erpach, o en Husynne, donde pusieron en fuga a los
soviéticos. El honor de ser la última carga de la Historia corresponde a la que
realizaron los jinetes italianos del regimiento “Savoia” en agosto de 1942, cuando atacaron a la infantería
soviética en Isbuschenskij, en plena invasión de la URSS por parte de Alemania.
Y por cierto, tuvieron éxito.
El duelo de
francotiradores
El 23 de agosto de 1942 empezó la Batalla de Stalingrado, una
de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial. El enfrentamiento, que se
prolongó hasta el 2 de febrero de 1943, supuso la primera gran derrota de
Alemania en la URSS y estuvo llena de actos de heroísmo por parte de ambos
bandos. Algunos de esos actos los protagonizaron los francotiradores
soviéticos, que en esta batalla adquirieron una enorme importancia. Y no sólo
por el número de bajas alemanas que causaron, sino porque sirvieron para
levantar la moral de las tropas, pues sus hazañas (magnificadas por la
propaganda soviética) inspiraron al resto de los soldados.
Vasili Záitsev |
Siguiendo el modelo que habían desarrollado precisamente los
alemanes, el Ejército Rojo empezó a editar folletos y periódicos entre la tropa
en los que se magnificaban las hazañas de sus soldados frente a un enemigo que
muchos seguían considerando invencible. Uno de esos héroes soviéticos fue el
francotirador Vasili Záitsev. Especializado en abatir oficiales alemanes, sus
hazañas se hicieron legendarias. La propaganda soviética, naturalmente, exageró
el número de enemigos muertos. Ya era una figura heroica, pero faltaba algo que
lo elevara a la categoría de mito. Y para eso, el aparato propagandístico
soviético ideó un duelo con un francotirador alemán. Y no con cualquiera, sino
con alguien excepcional.
Soldados alemanes en Stalingrado |
El supuesto rival de Záitsev se llamaba Erwin König, y era
Mayor en las SS (aunque otras fuentes señalan que era Coronel y que se llamaba
Heinz Thorvald). Estaba destinado en la escuela de francotiradores de las SS en Prusia,
donde era el jefe instructor. Además, había sido condecorado con la Cruz de Caballero
con las Hojas de Roble (nada menos). Para rizar el rizo, se dijo que había sido
campeón olímpico de tiro en 1936 y que era miembro de la nobleza, con lo que
además de encarnar a los enemigos de la patria representaría la eterna lucha de
clases que el comunismo propugnaba: un rancio noble prusiano contra un humilde
campesino de los Urales. El personaje de König era perfecto para ensalzar la
figura de Záitsev y elevar la moral. Demasiado perfecto.
Ed Harris como el Mayor König en "Enemigo a las puertas" |
Y es que demasiadas cosas fallan en el personaje. Para
empezar, nunca existió una escuela de francotiradores de las SS, ni en Prusia,
ni en Berlín (donde también se la ubicó) ni en ninguna otra parte. Ningún
registro alemán tiene constancia de ningún Mayor König (o Thorvald) y ni mucho
menos de alguien con ese nombre condecorado con la Cruz de Caballero con Hojas
de Roble (y es extraño, ya que era una de las máximas condecoraciones
alemanas). El dato de que fue campeón olímpico viene de que Záitsev le quitó la
mira telescópica a su rifle cuando lo abatió y en ella ponía “Major König, head of the Berlin Central
Snipers School and Olympic shooting champion of 1936” (Mayor König,
responsable de la Escuela de Francotiradores de Berlín y campeón de tiro
olímpico en 1936), y esa mira puede verse ahora en el Museo de la Guerra de
Moscú; pero ese dato tampoco se sostiene. En la Olimpiada de 1936 hubo tres
competiciones de tiro (tiro con pistola libre a 25 metros, tiro con pistola rápida
a 50 metros y tiro con rifle en posición tendida a 50 metros) y en ninguna de
ellas ganó nadie llamado König o Thorvald.
Prisioneros alemanes en Stalingrado |
Para terminar, las fuentes soviéticas atribuían a König la
cifra de 400 enemigos abatidos (lo que daba a la hazaña de Záitsev un valor
especial). Sin embargo, el mejor francotirador alemán de la guerra fue Mätthias
Hetzenauer, con 350 enemigos muertos. Pero ni era de las SS (pertenecía al
ejército regular), ni coronel ni por supuesto noble. Alguien con más aciertos
estaría en algún registro, pero no hay nadie llamado König o Thorvald en
ninguno. Otro detalle es que supuestamente Záitsev le quitó la mira telescópica
al rifle de su rival, pero no hizo lo mismo con la Cruz de Caballero, que fue
recuperada después por un ataque de las fuerzas soviéticas. ¿No es extraño que
se le pasara algo así?
Una imagen icónica de Stalingrado durante la batalla |
La única prueba de la existencia de König está en las
memorias del propio Záitsev, que escribió lo siguiente:
“Era difícil decir donde se encontraba. Probablemente cambiaba sus posiciones con frecuencia y me buscaba con la misma precaución con la que yo le buscaba a él. Un día el alemán le destrozó el visor óptico del rifle a mi amigo Morózov e hirió a Sheikin. Morózov y Sheikin, los cuales se consideraban francotiradores muy profesionales pues conseguían triunfos en los enfrentamientos más difíciles. Ya no tenía dudas de que se habían tropezado con el superfrancotirador fascista que yo buscaba. Al amanecer, Nikolái Kulikov y yo ocupamos las mismas posiciones en las que el día anterior estuvieron nuestros compañeros. Observando el conocido paisaje y no descubrí nada nuevo. (…). -¿Dónde se oculta?-, le pregunté a Kulikov cuando por la noche abandonábamos nuestro escondite. Por la paciencia que manifestó el enemigo durante el día, adiviné que el francotirador berlinés había estado aquí. Llegó el segundo día (…). Entre el tanque y el fortín hay una plancha de hierro con un montículo de ladrillos rotos (…). A lo mejor se oculta allí, bajo la lámina de hierro en zona neutral. Decidí comprobarlo. Puse una manopla en una tablilla y la levanté. El fascista se dejó engañar. Un impacto directo. Seguro que está debajo de la plancha (…). Por la tarde, nuestros fusiles estaban a la sombra, mientras que sobre la posición del fascista caían directamente los rayos del sol. En un borde de la plancha algo brilló: ¿Un trozo de cristal o el visor óptico? Con mucho cuidado, tal y como solo lo puede hacer el francotirador más experto, Kulikov empezó a levantar el casco. El fascista disparó. El hitleriano pensó que había asesinado por fin al francotirador soviético al que intentaba cazar desde hacía cuatro días y mostró su cabeza. Contaba con ello. Mi impacto fue preciso. La cabeza del fascista bajó y el visor óptico de su fusil, inmóvil, continuó brillando bajo el sol hasta la noche... Al atardecer, nuestros soldados atacaron a los alemanes y en el fragor del combate sacaron de la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro al comandante fascista muerto. Tomaron sus documentos y los llevaron al jefe de división”
Un testimonio que huele a propaganda elaborada. La
publicación de las memorias de Záitsev, la edición de algunas novelas donde se
recoge el nombre del alemán y sobre todo la película “Enemigo a las puertas” han popularizado una historia que han
convertido el duelo de francotiradores de Stalingrado en un mito. Porque eso es
lo que es: un mito.
Hugo Boss y los
uniformes de las SS
Hugo Ferdinand Boss creó en 1923 la empresa que lleva su
nombre. En principio se dedicaba a fabricar gabardinas y ropa de trabajo, pero
el negocio no iba bien, hasta el punto de que en 1931 estaba a punto de ir a la
bancarrota. Fue entonces cuando decidió afiliarse al partido nazi. Esto le
supuso que le empezaran a llegar pedidos de uniformes de las SA (la
organización paramilitar del partido), lo que salvó a su empresa de la quiebra.
Cuando en 1933 los nazis llegaron al poder y empezó la militarización de
Alemania, la empresa de Hugo Boss comenzó también a fabricar uniformes para el
ejército y las SS.
Uniformes de las SS |
En efecto, Hugo Boss era un nazi convencido que, entre otras
cosas, aprovechó las proscripciones contra los judíos para quedarse con
maquinaria y locales de otras fábricas y utilizó mano de obra esclava (140
prisioneros de guerra franceses y 40 polacos). Sin embargo, no es verdad que
diseñara los uniformes de las SS. El diseño de los característicos uniformes
negros se debió al oficial de dicho cuerpo Karl Diebitsch y al diseñador
gráfico Walter Heck. Hugo Boss fabricó esos uniformes con los patrones que le
llegaban desde Berlín, al igual que otros muchos fabricantes de ropa. Tras el
conflicto, Boss fue juzgado y condenado por colaborar con los nazis (se le
multó y se le privó del derecho al voto), y en 2011 la empresa publicó un comunicado
pidiendo perdón por sus actividades durante esos años.
Fotografía de Hugo Boss junto a los supuestos uniformes que diseñó |
El caso de Hugo Boss no es distinto al de otras empresas
alemanas de la época como Porsche, Bayer o Agfa. Incluso empresas extranjeras
como IBM o Coca Cola colaboraron con los nazis a través de sus filiales
alemanas. Una figura tan conocida como Coco Channel fue acusada de lo mismo,
aunque ella negó durante toda su vida las acusaciones. Lo que no es cierto por
mucho que se repita es que Hugo Boss diseñó los uniformes de las SS. Pero nunca
faltará quien vuelva a repetir la historia, porque a los humanos nos chiflan
las teorías de la conspiración.
Kodak no es ni jamás ha sido una empresa alemana. En cambio Agfa, si se fundó en Alemania en 1867 para peoducir materiales relacionados con la fotografía.
ResponderEliminarEs cierto, lo corrijo. Gracias
Eliminarexcelente y clarificador articulo
ResponderEliminarGran artículo. Nos sirve para comprobar cómo Hollywood crea héroes de película sin comprobar las fuentes ("Enemigo a las puertas").
ResponderEliminar¿Dónde pone la película que está basada en hechos reales?
EliminarSe te ve listo. Las películas no son de verdad. Siento joder la fantasía. Superman no existe tampoco.
Y a usted se le ve cobarde. Comentar sin dar la cara no es de ser muy valiente que digamos. Siento joder su ego, pero es lo que hay
EliminarMe parece que la última carga de caballería fue en los años 50, en Sudamérica, pero no recuerdo en que guerra...
EliminarAgradecería datos. Gracias
EliminarPara la película "Enemigo a las puertas" compraron los derechos del libro de Záitsev, por lo que está basada en lo que Záitsev escribió, no en lo que narran los libros de historia
EliminarQue lástima, me gustó la película.
ResponderEliminarBuen artículo. Siempre es bueno desmontar mitos, conspiranoias y pamplinas similares.
ResponderEliminarNo es el caso de la Batalla de Clavijo. Seguramente no se libró tal batalla el 23 de mayo de 844, pues de ella nada se dice en las crónicas hasta el siglo XIII. Una cosa sí tengo clara, ni el apóstol Santiago ni su caballo ni su estandarte (blancos ambos dos) aparecieron por allí.
Cuestión bien distinta es que no hubiera combates en Clavijo o sus proximidades entre Abderramán II, emir de Córdoba, y Ramiro I, rey astur entre 842 y 850, o entre Mohamed I (sucesor de Abderramán II) y Ordoño I (sucesor de Ramiro I, que reinó entre 850 y 866). Tanto las crónicas del emirato como la Crónica Najerense (siglo XII) recogen diversos enfrentamientos en esos años y en esa región, La Rioja actual, vital desde el punto de vista estratégico tanto para el Emirato Omeya como para el Reino Astur. Los combates fueron especialmente intensos en la comarca de Albelda de Iregua y, por supuesto, en Clavijo, localidad que dista sólo unos 4 kms de la primera hacia el sureste.
De modo que piñas allí, haberlas hubo. Y en Clavijo pudo haber no una, sino varias batallas. Cuestión distinta es la leyenda de Santiago Matamoros, que a Ramiro I le vino de perlas para relacionarla con el supuesto hallazgo de la tumba del apóstol a principios de aquel siglo IX, durante el largo reinado de Alfonso II El Casto.
Las leyendas no son malas, sino que haya mucha gente que las crean
EliminarTotalmente de acuerdo con tu apreciación, Juan Manuel Palomino Ramírez.
ResponderEliminarDurante la invasión de Polonia no se usaron Panzer III son más tardíos. En su lugar las unidades acorazadas las formaban Panzer I y III. Y si no recuerdo mal carros checos 35 (t) y 38 (t)
ResponderEliminarGracias por la aclaración
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