La RAE define inundación como “la acción por la que se llena o cubre un lugar de agua u otro líquido”.
Y en efecto, cuando evocamos esa palabra nos imaginamos un terreno anegado del
que sobresalen algunos árboles y el tejado de algún que otro edificio donde algunas
personas piden ayuda, y además suponemos que la causa de la catástrofe ha
estado en las incesantes y fuertes lluvias, en la crecida de algún río o en la
rotura de una presa. En resumen, siempre que evocamos una inundación, nos
imaginamos que ha sido de agua. Pero la clave de la definición está en las
palabras “u otro líquido”.
Imagen de la inundación de melaza de Boston |
La inundación de
cerveza de Londres
La fábrica de cerveza Meux,
fundada en 1764, había ido creciendo a lo largo del tiempo adquiriendo otras
pequeñas cervecerías, de forma que a comienzos del siglo XIX era una de las más
importantes de Londres. Una de las cervecerías que había adquirido era la Horse Shoe Brewery, situada en la
confluencia de las calles Oxford y Tottenham Court Road. Este lugar se
encontraba en un barrio llamado St. Giles in the Fields, en esa época uno de
los más pobres de la capital británica. El lugar estaba lleno de casas donde las
familias vivían hacinadas en una sola habitación, en sótanos y en desvanes.
Cervecería londinense en el siglo XIX |
La parte superior de la fábrica la ocupaban varias cubas
enormes, donde la cerveza se dejaba fermentar. Una de esas cubas era realmente
gigantesca. Medía 6,6 metros de altura y su diámetro era de unos 20 metros, por
lo que podía almacenar hasta 610.000 litros de cerveza (el equivalente a 3.555
barriles normales). La cuba era tan descomunal que, cuando se inauguró en 1795,
el periódico The Times la había
calificado como un "barril de
dimensiones casi increíbles". Y en efecto, dicho barril era tan grande
que en ocasiones se habían dado en su interior fiestas en las que cabían
holgadamente 200 personas.
Barrio de St. Giles hacia 1755 |
En el mes de octubre de 1814, la cerveza llevaba ya varios
meses dentro de los barriles fermentándose. El 17 de octubre, uno de los operarios
se dio cuenta de que uno de los 29 grandes aros metálicos del gran barril se
había soltado. Sin embargo, no le dio importancia, ya que en otras ocasiones
había sucedido algo similar y no había pasado nada, arreglándose el desperfecto
cuando se sacaba la cerveza y el barril quedaba vacío. No obstante, esta vez la
cosa sería distinta. La madera del inmenso tonel empezaba a dar signos de
fatiga con los años, y la rotura del aro iba a ser el golpe de gracia. A eso de
las 6 de la tarde, la cuba explotó derramando todo su contenido en un torrente
imparable.
Cuba de cerveza como la rota en Londres |
La explosión se oyó a 8 kilómetros de distancia. Además, la
violencia con la que salieron el más de medio millón de litros de cerveza hizo
que otros barriles adyacentes también cedieran y derramaran su contenido. Más
de un millón y medio de litros de cerveza salieron a la calle, formándose una
ola de casi 5 metros de altura que arrasó todo a su paso. La cerveza inundó los
sótanos y derribó dos casas en su camino. La fuerza de la ola fue tal que echó
abajo la pared de una taberna a varias calles de distancia sepultando a una
persona. La gente corría despavorida intentando trepar a un sitio alto:
tejados, pisos superiores de las casas, árboles…
Etiqueta de la cerveza de Meux |
George Crick, el oficial de guardia en aquel momento, ofreció
esta declaración para un periódico de la época: “Me encontraba en una plataforma a aproximadamente diez metros del tonel
que explotó. Escuché un estruendo y corrí inmediatamente al almacén. El
accidente causó una devastación terrible en el lugar. Entre 8 y 9 grandes barriles
de cerveza fueron perdidos”. En un principio se calculó que entre 20 y 30
personas habían perdido la vida por la riada de cerveza, aunque luego el número
de víctimas se redujo a 8 (eso sin contar los muchos que perdieron lo poco que
tenían). Y aún hubo suerte, porque si el desastre hubiera pasado una hora más
tarde, cuando los obreros salían de las fábricas y se iban a las tabernas,
estaríamos quizá hablando de una catástrofe sin precedentes.
Calle de St. Giles |
Cuando la ola pasó, el barrio quedó salpicado de grandes
charcas de cerveza (se dice que su hedor duró meses). Como la noticia corrió
como la pólvora por todo Londres, pronto una multitud de gente llegó a las
calles armada de cacerolas, teteras y hasta macetas para recoger y beber toda
la cerveza que pudieran. Los hubo incluso que recogían la cerveza con las manos
o se la bebían directamente de los charcos. Esta conducta provocó una muerte
más, aunque esta vez la causa fue intoxicación etílica. No obstante, varios
historiadores afirman que en realidad no pasó así y que la gente del barrio se
volcó en ayudar a los heridos, y los relatos de multitudes recogiendo cuanta
cerveza pudieran es una leyenda muy posterior a los hechos.
Vecinos de Londres recogiendo cuanta cerveza podían |
Sea como sea, y mientras todo esto pasaba en las calles, al
hospital iban llegando los primeros heridos. El olor a cerveza que desprendían
era tan fuerte que los demás enfermos creyeron que la estaban repartiendo
gratis a los recién llegados, organizándose una tremenda trifulca. Pero no
acabó la cosa aquí. Días después, los familiares de los ahogados exhibían los
cadáveres en las casas, cobrando por verlos y visitar después el sótano aún
lleno de cerveza. Los curiosos se agolparon en tal número, que en una de esas
casas el suelo se hundió y cayeron todos al sótano inundado. El incidente
provocó que la policía clausurara todas estas exposiciones. Los funerales de
las víctimas, finalmente, fueron pagados por los habitantes del barrio.
Dominion Thetre en la actualidad |
Naturalmente, una catástrofe de esas características provocó
que la cervecera Meux fuera llevada a
los tribunales. Después de un breve juicio, el juez dictaminó que la inundación
había sido un acto fortuito (literalmente, se escribió en la sentencia que
había sido un “acto de Dios”) y exoneró
de toda responsabilidad a la compañía. Se consideró que todo fue un desafortunado
accidente que no pudo ser previsto y mucho menos evitado. Sin embargo, el
desastre hizo que la cervecera quedara en una difícil situación económica al
perder una gran cantidad de su cerveza almacenada (unas 23.000 libras de la
época, equivalentes a 1.250.000 libras actuales). Así pues, presentó una
solicitud para que se le devolvieran los impuestos que se habían pagado de
antemano por la mercancía. El Parlamento accedió a su petición y la compañía
pudo seguir con su actividad. Y la continuó hasta el año 1961, en que fue
vendida a Friary, Holroy and Healy´s
Brewery. No obstante, el antiguo edificio donde todo pasó fue demolido
mucho antes, en 1922. Parte del terreno lo ocupa en la actualidad el Dominion
Theatre. Sin duda un final de comedia para un hecho que, sin duda, no deja de
ser trágico.
La inundación de
melaza de Boston
Algo más de un siglo después, el 15 de enero de 1919, una
catástrofe parecida ocurrió en Boston, pero esta vez la inundación no fue de
cerveza sino de melaza. La melaza es un subproducto de la fabricación y
refinado del azúcar, tiene forma de un líquido espeso parecido a la miel (lo
que hace que se la conozca también como miel de caña), es de sabor dulce, y
aunque en ocasiones se emplea para el consumo humano o animal, su principal
utilidad era la obtención de alcohol etílico para la fabricación de licores,
municiones y explosivos.
El tanque de melaza que estalló |
En aquel entonces, una de las principales compañías que
destilaba este alcohol era la Purity Distilling Company. Aunque la
planta de procesado se encontraba en la vecina localidad de Cambridge, los
tanques donde se almacenaba la melaza usada como materia prima se encontraban
en Boston, en el barrio conocido como North
End (concretamente en una calle llamada Commercial
Street). Uno de estos contenedores era gigantesco: medía 15 metros de alto,
27 de diámetro, y tenía una capacidad de más de 8 millones de litros de este
edulcorante.
Imagen del desastre de la melaza |
En la mañana del 15 de enero de 1919 los trabajadores del
almacén empezaron a oír una serie de extraños sonidos, como de crujidos,
procedentes del tanque. Pero la catástrofe sobrevino a eso de las 12,30 del
mediodía. Los remaches del depósito empezaron a saltar uno tras otro
(produciendo un sonido parecido a una ametralladora), el suelo empezó a temblar
y el enorme tanque estalló. Trozos de metal saltaron en todas direcciones (entre
ellos un gran pedazo de hierro que impactó en un cuartel de bomberos de las
inmediaciones), y el almacén quedó arrasado por la explosión y la metralla.
Momentos después, los más de 8 millones de litros de melaza que contenía el
depósito se precipitaron por los alrededores.
Estado en que quedó la estación elevada |
La melaza formó una inmensa ola de 4 metros de altura que
avanzó a 56 kilómetros por hora, anegando y aplastando todo a su paso. Arrastró
hombres, animales y vehículos a su paso, dañó edificios e incluso rompió las
vigas y levantó las vías de la Boston
Elevated Railway, una cercana estación de tren, haciendo que varios vagones
descarrilaran. En cuestión de minutos todo el barrio de North End quedó
inundado de una capa viscosa de melaza que en algunos puntos alcanzó los 90
centímetros de altura. 21 personas murieron aplastadas o ahogadas por la mortal
ola y alrededor de 150 resultaron heridas, además de producirse grandes daños
materiales.
Bomberos rescatando víctimas |
Las tareas de rescate comenzaron casi enseguida. Además de
bomberos, policías y personal de la Cruz Roja, la tripulación del barco USS Nantucket (un viejo cañonero que
había sido reciclado a buque escuela, y que se encontraba fondeado en el
puerto) colaboró en los trabajos. Todos ellos se vieron obstaculizados por la
pegajosa melaza, de modo que algunos de ellos tuvieron a su vez que ser liberados
por sus compañeros. Las tareas se prolongaron durante 4 días hasta que todas
las víctimas fueron rescatadas, y las tareas de limpieza, principalmente a base
de arena y agua salada, tardaron otros 20 días más. Aun así, las aguas del
puerto estuvieron de color pardo hasta el final de la primavera siguiente, y
durante años rezumaba melaza de las grietas de los edificios en los días
calurosos.
Estado en que quedó el almacén |
La empresa trató desde el primer momento de eludir sus
responsabilidades. Un rumor exagerado afirmaba que los abogados de la compañía
llegaron al lugar de la catástrofe casi antes que los equipos de rescate. Uno
de estos abogados echó la culpa de lo ocurrido a un atentado de saboteadores
anarquistas. Pero lo cierto, tal y como reveló la investigación oficial, es que
el tanque tenía numerosas irregularidades. Para empezar, no había pasado las
pruebas de presión antes de su entrada en funcionamiento. Empleados del almacén
narraron que desde el principio era usual que hubiera fugas, pero la compañía
ignoró los avisos y se limitó a pintar el tanque de marrón para que no se
notaran. Además, las paredes eran demasiado delgadas y se habían construido con
acero de baja calidad.
Vagón descarrilado por la melaza |
A todo eso hay que añadir que el tanque se encontraba casi
completamente lleno, ya que la empresa estaba aumentando su producción ante la
inminencia de la aprobación de la XVIII Enmienda a la Constitución de Estados
Unidos (que dio lugar a la conocida como Ley
Seca), y que casualmente fue ratificada un día después de la catástrofe. Un
inusual aumento de las temperaturas el día anterior (se pasaron de 17 grados
bajo cero a 5 sobre cero) favorecieron que se acumularan en el depósito grandes
cantidades de gases producto de la fermentación de la melaza. Todas estas
causas combinadas dieron lugar al desastre, aunque la empresa insistió durante
años en su hipótesis del ataque anarquista.
Otra imagen del desastre |
Los residentes de la ciudad presentaron una demanda colectiva
que se prolongó hasta 1925. Finalmente, el jurado falló a favor de las víctimas
y la compañía se vio obligada a pagar indemnizaciones por valor de más de un
millón de dólares. El almacén donde se originó todo fue abandonado y acabó
convertido en un garaje para la compañía municipal de transportes. Acababa así
una de los desastres menos conocidos de la historia de Estados Unidos, tal vez
porque, como dijo el escritor Stephen Puleo en su libro Marea Oscura: La gran inundación de melaza de 1919: “nadie prominente murió ese día. Los
supervivientes no se hicieron famosos. En su mayoría eran inmigrantes y
trabajadores de la ciudad que regresaron a sus vidas cotidianas”.
Que buen artículo¡ si conocía el caso de la cerveza, pero melaza¡ algo tan espeso, me encantó. Gracias¡
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo
EliminarSi hay un lugar donde la cerveza es un culturas son Londres y Münich, y si tenía que inundarse una ciudad de éste adorado líquido es Londres. Gran artículo que no conocía, buena entrada!
ResponderEliminarCuriosamente, la cerveza Pilsen es originaria de Checoslovaquia. Muchas gracias
EliminarJajaja qué historia tan chusca y divertida a la vez
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