Los náufragos olvidados de Tromelin

No creo arriesgar mucho si digo que la inmensa mayoría de los lectores de este blog no conoce la isla de Tromelin. Yo mismo no oí hablar de ella hasta hace pocas semanas. Y no les estoy llamando ignorantes, es que este islote aislado de menos de 4 kilómetros cuadrados está en el Océano Índico, en medio de la nada, y no tiene ninguna importancia salvo para la observación meteorológica, como lugar de cría de tortugas marinas y como sitio de paso para las aves. Nadie lo conocería en la actualidad de no ser por un trágico suceso ocurrido allí en el siglo XVIII: el naufragio de un barco negrero y el posterior abandono de los esclavos que transportaba a su suerte. 

La isla de Tromelin azotada por las olas
Y es que quizá no haya peor crimen que un ser humano pueda realizar que esclavizar a otros seres humanos. Sin embargo, la esclavitud ha estado presente en la Historia desde la más remota antigüedad. No obstante, no se crean que esta horrible práctica es sólo cosa de los tiempos pasados; por ejemplo, Mauritania la prohibió en el no tan lejano 1981 y hasta 2007 era legal allí poseer un esclavo. Hoy en día se calcula que existen 24 millones de seres humanos en condiciones de esclavitud, más que en cualquier otro momento de la Historia humana, y es triste que a veces la vida humana no valga más que lo que el precio que alguien quiera ponerle. Es por eso que contaremos hoy la historia de supervivencia y resistencia de los olvidados náufragos de la isla de Tromelin.

La travesía de “L’Utile

El 17 de noviembre de 1760 partió del puerto francés de Bayona el navío “L’Utile”. Este barco pertenecía a la Compañía Francesa de las Indias Orientales, una empresa comercial fundada en 1664 para comerciar por todo el Océano Índico y hacer la competencia a sus homónimas inglesa y holandesa. “L’Utile”, comandado por el capitán Jean de La Fargue, llevaba una tripulación de unos 142 hombres, entre marineros y oficiales. Después de hacer una corta escala en el puerto de Pasajes (Guipúzcoa), puso rumbo a Madagascar. Allí debía cargar sus bodegas, continuar hasta Mauricio (llamada por entonces Île de France) y posteriormente dirigirse hacia las factorías francesas en la India.

Escudo de la Compañía Francesa de las Indias Orientales
Una vez llegados a Foulpointe, en la costa oriental de Madagascar, el capitán decidió que el viaje sería mucho más provechoso si incluía en la carga algo de contrabando; y la mercancía elegida fueron esclavos malgaches. La esclavitud estaba en vigor por aquel entonces en Francia (no fue abolida hasta 1794, tras el triunfo de la Revolución Francesa; aunque Napoleón la restableció en 1802 y no fue definitivamente eliminada hasta el año 1848). Sin embargo, el comercio de esclavos era monopolio del Estado y se necesitaba de un permiso especial para realizarlo, algo de lo que carecía “L’Utile”. No obstante el riesgo, compraron y cargaron a unos 150 esclavos y los embutieron en las bodegas, esperando venderlos en Mauricio y sacar pingües beneficios.

Disposición de los esclavos en un barco negrero
Claro que llevar contrabando de una mercancía que era monopolio del Gobierno era una labor peligrosa. Cualquier barco de guerra podía abordar a “L’Utile”, requisar a los esclavos y detener a toda la tripulación, de modo que decidieron no ir por la ruta convencional hasta Mauricio. Esta decisión les llevó a escoger una ruta menos transitada, algo peligroso dado los precarios mapas de la época, a la navegación nocturna y a que las fechas (julio de 1761) eran las de pleno invierno austral, y la mar no estaba para muchas bromas. Y en esas condiciones, pasó lo que muchos temían: el barco naufragó en medio de la nada.

El naufragio y la balsa

El 31 de julio de 1761, el barco chocó contra los arrecifes de la isla de Tromelin y embarrancó. El fuerte oleaje hizo el resto y “L’Utile” tardó poco en irse a pique. Alrededor de 70 esclavos (encerrados en las bodegas) y más de 20 miembros de la tripulación murieron en el naufragio, pero el resto logró llegar hasta la isla. Durante los siguientes días, lograron sacar del pecio gran parte del material que podía ser reutilizado, como velas, madera, provisiones y agua. Estos útiles les permitieron construir un precario refugio, encender un fuego y cavar un pozo, algo fundamental puesto que la isla no tenía fuentes naturales de agua.

Informe sobre las circunstancias del hundimiento
Tromelin, la isla en la que habían naufragado, no se llamaba así por aquel entonces. Había sido descubierta en 1722 por un marino francés llamado Jean Marie Briand, y bautizada como Île des Sables, que traducido significa Isla de la Arena. Y es que básicamente sólo hay arena en ella, además de unos pocos arbustos. El islote, totalmente rodeado de arrecifes y golpeado continuamente por los vientos alisios, apenas medía 4 kilómetros de largo y unos 700 metros de ancho. Su punto más alto apenas alcanzaba los 7 metros sobre el nivel del mar, y huelga decir que no había fuentes de agua potable en toda la isla. A más de 450 kilómetros de la tierra habitada más próxima, los náufragos se encontraban en mitad de ninguna parte, y sobrevivir allí iba a ser una dura tarea.

Situación de la isla de Tromelin (en la A)
Pero parece ser que en la supervivencia también hay clases. Los suministros rescatados del pecio se reservaron exclusivamente para los blancos. A los esclavos apenas se les dio agua y comida, teniendo que arreglárselas por su cuenta. Unos y otros sobrevivieron a base de pescado, tortugas y aves marinas, y en el cuaderno de bitácora se puede leer que “unos 20 negros murieron al no recibir agua”. Aun así, el primer oficial Barthelemy Castellan du Vernet (que había asumido el mando tras perder la cordura el capitán en el naufragio) logró involucrar a todos en la construcción de una balsa; a los blancos con la esperanza de escapar, y a los negros con la promesa de volver a rescatarlos y dándoles un escrito por el que los liberaba de la esclavitud.

Sello francés sobre la isla
Tras 6 meses de trabajos, la balsa finalmente estuvo terminada. Como era de esperar, no todos cabían, así que se embarcaron en ella los 123 blancos supervivientes. Los esclavos fueron dejados a su suerte con algo de agua, algunos víveres y la promesa de que pronto vendrían a por ellos. 60 personas quedaron abandonadas en la isla con la esperanza de que serían rescatados en un breve plazo. La esperanza fue vana, y los pocos que quedaron estuvieron en Tromelin otros 15 años.

El olvido

Poco más de 4 días después de partir, la balsa llegó a Mauricio. Castellan avisó a las autoridades de la situación, pero el gobernador se negó a enviar barcos para rescatar a los que habían quedado en la isla. Por una parte, estaba furioso de que se hubiesen desobedecido sus órdenes de vender esclavos; por otra parte, tenía una razón práctica: se estaba produciendo la Guerra de los Siete Años entre Francia e Inglaterra, y un bloqueo inglés a la isla podía hacer que tuviera demasiadas bocas que alimentar si traía a los esclavos de vuelta. Durante los siguientes meses, Castellan abogó insistentemente por enviar un barco de rescate, pero la negativa del gobernador era firme.

Fotografía actual de la isla
Finalmente, en agosto de 1762 Castellan regresó a Francia. La noticia de que 60 personas habían quedado abandonadas en Tromelin y las autoridades se negaban a rescatarles causó una cierta polémica en los círculos intelectuales de París, pero pronto el asunto quedó en el olvido ante las noticias de la guerra contra Inglaterra y la quiebra de la Compañía de las Indias Orientales, una de las mayores estafas de la Historia. Los esclavos dejados atrás quedaron abandonados a su suerte, sin alimentos, sin agua y sin madera, en una isla donde no había nada, y todos los dieron por muertos poco tiempo después.

Restos arqueológicos en Tromelin
Sin embargo, los náufragos estaban decididos a sobrevivir. Con la poca madera que les quedaba y los arbustos de la isla encendieron una hoguera en el centro del islote que se mantuvo viva a lo largo de los años. Cazaron aves y tortugas y pescaron marisco y peces. Fabricaron herramientas y recipientes para almacenar el agua de lluvia, y construyeron refugios con corales y arena apelmazada que les permitieron refugiarse de las tempestades y de las subidas de la marea (que a veces inundaba toda la isla). Pero no todos aceptaban estar allí; algunos empezaron a construir pequeñas balsas con las que poder salir de Tromelin. Se conocen al menos dos intentos, de los que nada más se supo. Otros se dejaron ir agarrados a un trozo de madera, y no hace falta decir cuál fue su destino.

Portada del cómic sobre el episodio
En 1773 un barco que pasaba cerca de la isla vio el fuego de los náufragos, pero no pudo acercarse y siguió su ruta. Cuando llegó a la Isla de Francia informó de la situación, pero no se le hizo mucho caso. Más de un año después, otro barco llamado “La Sauterelle”, logró hacer llegar a un marinero en un bote hasta la isla, pero el bote quedó destrozado y el marinero se convirtió en un náufrago más. “La Sauterelle” no logró acercarse debido al mal estado del mar, y debió abandonar las proximidades de Tromelin. El nuevo náufrago, junto a algunos de sus compañeros, construyeron una balsa que salió a la mar en 1776; en ella se embarcaron, además del marinero, 3 hombres y 3 mujeres. La balsa logró llegar a Mauricio, donde la noticia corrió como la pólvora y se dispuso un barco de guerra para acudir al rescate.

El rescate

El 29 de noviembre de 1776 el Caballero Bernard Boudin de Tromelin, al mando de la corbeta “La Dauphine”, llegó a la isla para rescatar a los náufragos que quedaban. Habían pasado más de 15 años desde el naufragio, y ya sólo quedaban 14 personas (incluido un bebé de 8 meses que había nacido allí y que sobrevivió junto a su madre y su abuela). En honor del caballero, la isla de las Arenas pasó a llamarse isla de Tromelin. Los supervivientes, que iban vestidos con plumas trenzadas, fueron recogidos y llevados a Mauricio. El nuevo gobernador de la isla, Jacques Maillart, declaró a todos los náufragos hombres libres, ya que habían sido esclavizados ilegalmente. Se les ofreció también llevarlos de vuelta a Madagascar, pero ellos se negaron.

Nicolas de Condorcet
Maillart hizo algo más: adoptó al bebé como suyo y le puso el nombre de Jacques Moyse (Moisés). Además, cambió el nombre de la madre a Eva (su nombre malgache era Semiavou, que se traduce como "alguien que no está orgulloso") y el de la abuela por Dauphine, en honor del barco de rescate. Todos fueron acogidos en casa de Maillart hasta el fin de sus días. Años más tarde, en 1781, Nicolas de Condorcet, en su obra “Reflexiones sobre la esclavitud de los negros”, narró la epopeya de los náufragos olvidados de Tromelin y abogó por la abolición de la esclavitud.

Restos de un refugio
Actualmente, la isla de Tromelin pertenece a Francia y en ella se encuentra una estación meteorológica. El personal acude en avioneta desde la vecina isla de Reunión. En el año 2015 se editó el cómic “Los esclavos olvidados de Tromelin” (Les Esclaves oubliés de Tromelin) de Sylvain Savoia, que narra el episodio. Asimismo, cuatro expediciones arqueológicas patrocinadas por la UNESCO se han llevado a cabo desde 2006 para tratar de comprender cómo los náufragos sobrevivieron quince años sin apenas medios. Han encontrado restos de un pozo de cinco metros de profundidad, un horno comunal, utensilios de cobre reparados muchas veces, herramientas varias, enterramientos y las casas que construyeron y donde se refugiaron. Por cierto, los sobrevivientes transgredieron así una costumbre malgache según la cual las construcciones de piedra estaban reservadas para las tumbas; pero cuando se trata de sobrevivir en contra de toda esperanza, ninguna costumbre o religión puede vencer al espíritu y al ingenio humano.
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16 comentarios:

  1. Oiga usted, que ésto si que es una historia interesante. ¡¡Quince años en medio de la nada!!. Eso es como para desesperar a cualquiera. Bueno, ya me enteré de algo que no sabía, ya no se perdió el día.

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  2. Gracias Juanma, la historia está llena de curiosidades más allá de lo que aprendemos en los libros de texto, me suena otra entrada tuya de náufragos, ¿ estoy en lo cierto?

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    1. Sí, la del "Batavia". También el artículo del "Titanic" va de naufragios, jeje.

      Gracias a ti

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  3. Extraordinaria historia. Le invitamos a publicar en nuestro grupo de Facebook: https://www.facebook.com/groups/451985831655656/
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  4. Respuestas
    1. Qué interesante historia no conocida. Gracias por contarla.
      Tremenda inhumanidad de los humanos !

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  5. Muy buena historia, Pienso... que falta de humanidad por parte de algunos humanos y que humanos otros...

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    1. La Historia ha sido siempre así, la falta de humanidad de algunos y el afán de supervivencia contra toda esperanza de otros

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  6. https://www.navegar-es-preciso.com/news/tromelin-la-isla-de-la-resiliencia-humana/

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  7. ¿ Hay evidencia de canibalismo en los estudios arqueologicos?

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