En el año 1457, en Savigny (Francia), se colgó hasta morir a la
culpable del asesinato de un niño de cinco años que respondía por el nombre de
Jean Martin. Los hijos pequeños de la condenada también habían sido hallados cubiertos de sangre en
el lugar del crimen, pero no fueron condenados porque no
pudo probarse su participación en los hechos. Hasta aquí, una historia triste
pero relativamente normal en esa época; de no ser por dos detalles: el primero
es que a la rea de muerte se la colgó de los pies después de hacerle varios cortes en las piernas, por lo que murió desangrada. El segundo, y más importante, es que la condenada (y sus
hijos pequeños) no eran humanos, sino cerdos.
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Parodia del juicio a un cerdo |
Los juicios contra las
plagas
El autor E. P. Evans, en su obra de 1906 “The Criminal Persecution and Capital Punishment
of Animals”, distinguía entre dos tipos de juicios contra los animales. Los
primeros eran los que se realizaban contra bestias individuales por alguna
acción criminal, mientras que los segundos iban dirigidos contra las plagas que
afectaban a la agricultura. La diferencia no es menor, ya que los primeros los
dirimían los tribunales civiles, mientras que los segundos eran competencia de
los tribunales eclesiásticos. Y la razón de ello estribaba en que se
consideraba que las plagas eran causadas por la intervención directa de
Satanás, que poseía de forma periódica a algunas especies para desgracia de los
humanos. No es que ratones, topos, orugas o langostas devoraran las cosechas,
sino que el Diablo se servía de estos animales para su malvado plan.
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Obispo excomulgando cochinillas en Suiza |
Dichos juicios eclesiásticos observaban todas las
formalidades legales: acusación, nombramiento de un defensor, proceso, discurso
de la acusación, discurso de la defensa y sentencia. Si los animales eran
encontrados culpables, la sentencia en principio era una admonición, que servía de advertencia para que la plaga cesara. Si
aun así ésta continuaba, se producía la excomunión. En cualquier caso, ambas
sentencias no iban dirigidas contra los animales en sí sino contra el espíritu
maligno que los había poseído obligándoles a comportarse de esa manera. Además,
la excomunión colocaba a los animales fuera de la ley de Dios, por lo que
podían ser exterminados sin sentimiento de culpa alguno.
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Animales criminalizados en un grabado medieval |
Los ejemplos de procesos contra plagas son numerosos. Así, en
1520 se inició un proceso en Glurns (Suiza) contra unos ratones de campo
acusados de comerse las cosechas. Se siguieron todos los formalismos legales
(nombramiento de abogados, declaración de testigos, etc.) y finalmente fueron
condenados a abandonar inmediatamente el pueblo y nunca más volver, aunque el
tribunal guardó alguna consideración con las hembras embarazadas y los ratones
lesionados, a los que dio 14 días de prórroga para irse:
“Después de haber escuchado a la acusación, a la defensa y a los testigos, el tribunal decretó que las bestias dañinas conocidas bajo el nombre de ratones de campo serán conjuradas a marcharse de los campos y prados de la comuna de Stilfs en el plazo de catorce días, y que se les prohíbe eternamente todo intento de retorno; pero que si alguno de los animales estuviera embarazado o impedido de viajar debido a su extremada juventud, se le concederán otros catorce días, bajo la protección del tribunal… pero los que están en condiciones de viajar, deben partir dentro de los primeros catorce días”
Asimismo, en el año 1120 ratones de campo y orugas fueron
excomulgados por el Obispo de Laon (Francia) acusados de comerse las cosechas
de la zona, en el año 820 los topillos del valle de Aosta (Italia) fueron
anatemizados, y en 1451 les tocó el turno a las sanguijuelas de Lausana (Suiza) por el delito de devorar a los peces. Curioso es lo que ocurrió en 1690, cuando
un tribunal presidido por un obispo juzgó a las orugas de un valle del Puy de
Dome (Francia) y les ordenó retirarse. En vista de que no hicieron caso,
recibieron el castigo máximo: la excomunión. El efecto fue fulminante ya que,
transformados en mariposas, los gusanos desaparecieron por los aires. En
agradecimiento, los pobres campesinos aceptaron pagar “los diezmos e impuestos atrasados” que le debían, justamente, al
obispo. Como ven, la picaresca no estaba ausente de todos estos asuntos.
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Posible imagen de Chassenée |
Pero la palma de lo extraño se la lleva el siguiente caso: en
1522 las ratas de la diócesis de Autun (Francia) fueron llamadas a juicio por comerse
las cosechas de cebada. Como exigía el procedimiento se les nombró a un
abogado defensor, un tal Bartolomée Chassenée. Como las ratas no acudieron a la
primera citación, Chassenée alegó que los roedores no habían recibido citación
formal, por lo que se colgó dicha citación en la puerta de la iglesia.
Al no presentarse la segunda vez, el abogado adujo que los preparativos para
acudir eran laboriosos, ya que se habían convocado a ratas jóvenes y viejas. Al
llegar el nuevo día fijado y no acudir de nuevo las ratas, Chassenée argumentó
que sus defendidas debían ser protegidas de camino al tribunal de los gatos de
los vecinos. Como dicha protección era costosa y las indemnizaciones en caso de
muerte de alguna acusada eran elevadas, se postergó la comparecencia nuevamente,
esta vez sine die. El juicio sigue
sin celebrarse a día de hoy, por lo que podemos deducir que Chassenée ganó.
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Pintura satírica del juicio a un burro |
A finales del siglo XVI empezaron a surgir dentro de la
Iglesia voces que desaprobaban este tipo de juicios. Eveillon, en su “Tratado de las excomuniones”, afirmaba
que sólo el hombre bautizado puede ser excomulgado, y que por tanto no tenía
sentido lanzar un anatema contra un animal. En su obra se lee “Eran tan simples como para hacer un juicio
formal a las bestezuelas, citarlas, darles un abogado para defenderse, abrir
una investigación de los daños por ellas causados. Luego conjuraban a los
diversos animales, declarándoles que debían salir de todo el territorio y
desplazarse a donde no pudiesen causar daño. Si el mal no cesaba con este
conjuro, el juez eclesiástico pronunciaba sentencia de anatema y de maldición,
y enviaba el auto de ejecución a los curas, sacerdotes y habitantes,
invitándolos a hacer penitencia de sus pecados, ya que para su castigo enviaba
Dios ordinariamente estas calamidades”. Sin embargo, este tipo de procesos
siguieron realizándose hasta bien entrado el siglo XVII.
Los juicios contra
los animales individuales
A diferencia de los juicios contra las plagas, que se dirimían
en un tribunal eclesiástico, los juicios contra animales individuales acusados
de algún crimen eran realizados por tribunales civiles. Eso no significaba que las
garantías en el proceso fueran menores ya que, al igual que en los casos
anteriores, se seguía un procedimiento reglado con abogados, declaraciones,
deliberaciones y sentencia (que a veces era leída al animal con toda
formalidad). En ocasiones se torturaba al animal para obtener una “confesión”, y para ello bastaban sus
chillidos de dolor ante la tortura. Los reos eran custodiados en las mismas
cárceles que los humanos (se registraban por el nombre de su dueño, por
ejemplo, “El cerdo de X”), y por
supuesto abogados, jueces y verdugos recibían sus honorarios habituales.
Además, la cantidad asignada para el mantenimiento del reo era similar a la que
se consignaba para sus colegas humanos.
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Parodia medieval del juicio a un cerdo |
La mayoría de los casos se dieron en Francia, Alemania, Suiza
e Italia, pero se sabe por algunas referencias (entre ellas, las obras de
Shakespeare) que también se dieron de forma habitual en Inglaterra. La primera
sentencia de la que se tiene noticia es de 1266 (contra un cerdo), y la última
data de 1692 (contra una yegua). Entre los métodos de ejecución, el más
habitual era la horca (por ser considerado vergonzante), pero si el crimen era
particularmente grave se recurrían a otros aún peores. Por ejemplo, en 1463 dos
cerdos fueron enterrados vivos y en otra ocasión otro cerdo fue condenado a ser
descuartizado. La sentencia era ejecutada con el mayor de los formalismos,
entre los que se incluían la utilización de guantes por parte del verdugo. No
obstante, no todas las sentencias eran a muerte (un carnero fue condenado al
exilio en Rusia y un perro a un año de cárcel en Austria). En ocasiones incluso
había sentencias absolutorias, como la de un caballo acusado de matar a su
dueño que iba borracho. Incluso se dieron casos de perdones reales a animales
condenados, como los concedidos por el duque de Borgoña a una piara de cerdos en 1379 en la aldea de Jussey.
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Ejecución de la cerda de Falaise |
A veces se le simulaban al animal rasgos humanos. Así ocurrió
en uno de los casos más conocidos (por lo insólito), el de la cerda de Falaise.
Este proceso ocurrió en 1386 y fue documentado por Guiot de Monfort (y por una
gran pintura mural en la iglesia de la población). La cerda en cuestión fue
detenida y juzgada por haber dado muerte a un niño en su cuna y haberse comido
partes de su cuerpo. Condenada a muerte por el vizconde Pierre Lavengin, fue
vestida con chaqueta y pantalones y llevada al cadalso atada a una yegua. Una
vez en él, se le practicaron incisiones en los muslos y se le cortó el morro,
poniéndole acto seguido sobre la cara una máscara humana. Después de haberse
hecho esto, se la colgó de las patas traseras, no tardando el animal en morir
por la ingente pérdida de sangre. Pero no acaba aquí la cosa: el cadáver fue
atado de nuevo a la yegua y arrastrado varias veces alrededor de la plaza del
pueblo, para a continuación ser quemado en una hoguera. Lo más curioso es que
todos los habitantes del pueblo fueron obligados a asistir acompañados de sus
cerdos para que los animales lo vieran todo y les sirviera de escarmiento.
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La elefanta Mary ahorcada |
Con el tiempo y el cambio de mentalidad, los juicios contra
los animales fueron sustituidos por procesos contra sus dueños, al considerarse
que éstos eran los responsables de los actos que dichos animales cometían. Eso
no quitaba que, en caso de sentencia condenatoria, los animales fueran
sacrificados aunque los dueños fueran sólo condenados a multas. Esta práctica
llegó incluso hasta el siglo XX, como el caso de la elefanta Mary, que fue ahorcada de una grúa en 1917
en Tennessee por haber matado a su domador. O el de otra elefanta, Topsy, electrocutada el 4 enero de 1903
por haber matado también a tres hombres (incluido a su domador, un borracho que
le daba a comer cigarrillos encendidos). Pueden ver un vídeo de su ejecución al
final del artículo.
Casos espinosos:
zoofilia y animales herejes
Los casos de zoofilia eran particularmente graves en la Edad
Media, castigándose con la muerte inmediata e infamante en la hoguera. Sin
embargo, los jueces no acusaban al animal directamente sino al humano, al
considerar que la bestia no era culpable en este tipo de prácticas. Eso no
quitaba que también fueran ejecutados en caso de sentencia condenatoria, ya que
se pensaba que debían desaparecer al ser prueba y testimonio de la infamia. Es
más, algunos tratados afirmaban que debían ser quemados en la hoguera por haber
sido instrumentos del crimen.
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Ejecución de un gato blasfemo |
En cuanto a los animales herejes, la palma se la llevaban los
gatos, especialmente los negros. La razón era que se creía que las brujas
podían encarnarse en estos animales para cometer sus crímenes, de modo que los
gatos se convirtieron en chivos expiatorios de cualquier desgracia inexplicable
para la gente. Más adelante, los gatos se convirtieron en la encarnación del
enemigo en las disputas entre católicos y protestantes, ya que ambas partes los
consideraban blasfemos si cazaban ratones en domingo; la diferencia es que los
católicos los mataban por considerarlos protestantes y los protestantes por
considerarlos católicos.
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Un mastín hereje en la horca |
Pero no sólo los gatos podían ser heréticos: en 1534 un
mastín fue condenado a la hoguera por haber ladrado al paso de una imagen de
San José, a pesar de que el arzobispo en persona le ordenó que callara. Y para
acabar, una curiosidad: no sólo los animales podían ser objeto de juicio y
condena en la Edad Media. En el siglo XIV un bosque entero en Alemania fue
talado y quemado al ser declarado cómplice de robo. Al parecer, el ladrón se
había escapado de los guardias saltando de rama en rama de árbol, por lo que se
consideró que había ayudado al criminal además de no haber hecho nada para
evitar su huida. No cabe duda de que esos eran malos tiempos para no ser
humano. Y qué diablos, también para serlo.
EJECUCIÓN DE LA ELEFANTA TOPSY
Fascinante artículo. Brillante trabajo.
ResponderEliminarMuchas gracias
EliminarYa había leido algo al respecto, pero no sabía que se les excomulgara... Si no estaban bautizados no deberia poder. Me imaginaba la cara de la gente cuando se le ordenaba a las ratas que se marcharán y, claro, no se iban... ¿Se conformaban en caso de plagas con excomulgarlas o las mataban?
ResponderEliminarUn artículo muy interesante.
Se suponía que con la excomunión bastaba, pero en caso de necesidad el anatema permitía poder matarlos sin remordimiento alguno
EliminarUn artículo interesante.
ResponderEliminarGracias
EliminarDefinitivamente la ignorancia y la estupidez humana no conocen limites y nunca dejarán de sorprenderme
ResponderEliminarEn realidad, este tipo de juicios eran fruto de la mentalidad de la época. Quizás dentro de unos siglos digan lo mismo de algo que nosotros hacemos en la actualidad
EliminarDefinitivamente la ignorancia y la estupidez humana no conocen limites y nunca dejarán de sorprenderme
ResponderEliminarEllos no lo consideraban estúpido. Es a nuestros ojos que nos lo parece.
Eliminares algo estupido pero que realmente paso nose hasta donde podemos llegar con la ignorancia
ResponderEliminarEllos no lo consideraban estúpido. Formaba parte de su corpus filosófico y de creencias
EliminarMuy interesante y entretendo el artículo.
ResponderEliminarTengo una duda, en la edad media se usaba la perpectiva en los grabados? Es que me llama la atención que el grabado medieval de los animales tenga perspectiva, no se mucho de historia, pero pensaba que en ese tiempo no se usaba. A mi me parece que es mas moderno.
Las imágenes de los grabados indican que son medievales, pero me aseguraré
EliminarEsos juicios siguen,o que creen que es una corrida de toros......
ResponderEliminarMuy bueeeeeeeeno. Lo disfruté mucho. Sugiero poner más datos sobre las imágenes, como autor (si es que tiene) y fecha (al menos tentativa). Saludos!
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