Los Cien Días: de Elba a París a través de los titulares de un periódico

Tras el fracaso de la campaña de Rusia (donde casi 400.000 hombres de la Grande Armée murieron) y la derrota en Leipzig ante la Sexta Coalición, el destino de Napoleón Bonaparte estaba sellado. Las fuerzas aliadas de Rusia, Austria y Prusia invadieron Francia y tras vencer una última y desesperada resistencia en la Batalla de París, sus tropas desfilaron por la capital francesa. Despojado días antes del título de Emperador por el Senado, el 6 de abril de 1814 Napoleón abdicó sin condiciones. El hombre que durante cerca de 20 años había dominado los campos de batalla de Europa parecía acabado. Los vencedores debatieron entonces qué hacer con Napoleón. 

Salida de Napoleón de Elba
Tanto Austria como Prusia querían alejarlo de Europa, pero Rusia lo impidió. Finalmente, en el Tratado de Fontainebleau se acordó que Bonaparte se iría a la isla de Elba en calidad de príncipe, con un séquito de 400 personas y con una pensión anual vitalicia de dos millones de francos. Parecía que Europa se había librado por fin del gran corso. Sin embargo, un año después Napoleón regresó a Francia y reclamó su trono, iniciándose el Imperio de los 100 días. En este artículo narraremos desde su salida de Elba hasta su llegada a París; y lo haremos a través de unos supuestos titulares del periódico “Le Moniteur Universel”, reseñados por Alejandro Dumas en un libro publicado en 1840. La singularidad de estos titulares radica en que pasan de un tono despectivo a otro servil a medida que Napoleón se acerca a París; y aunque sin duda son ficticios, dan buena muestra del cambio de ánimo de ciertos sectores ante el regreso de Bonaparte.

La huida de Elba

Tras la salida de Napoleón al exilio el 28 de abril de 1814, en Francia se reinstauró la monarquía borbónica en la figura de Luis XVIII. Como en el Tratado de Fontainebleau el país no había sido maltratado (se le reconocieron las fronteras de 1792 y se le eximió de pagar indemnizaciones de guerra), el nuevo rey pudo dedicarse a tratar de recuperar a Francia de un cuarto de siglo de guerras, y dando muestras de su carácter progresista, juró una Constitución que convertía a Francia en una monarquía parlamentaria. Sin embargo, la tarea no era fácil. Algunos de sus allegados conspiraban para restablecer el Absolutismo. A estos problemas, se añadía el descontento de los veteranos del ejército de Napoleón, que o bien habían sido licenciados o bien estaban sin destino y cobrando media paga. El ambiente de guerra civil empezó a calar.

Abdicación en Fontainebleau
Napoleón seguía con atención todos estos acontecimientos. Además de ver con agrado que sus antiguos soldados brindaban “a la santé du petit caporal” ("A la salud del pequeño cabo", nombre cariñoso que le dieron sus hombres) y anhelaban su vuelta, una serie de problemas personales le predisponían a regresar a Francia. No se le permitió asistir al funeral de su primera esposa Josefina, y tampoco le dejaban visitar a su segunda esposa y a su hijo. Por otra parte había dejado de recibir su pensión, por lo que empezaba a pasar dificultades financieras. Y para terminar, las noticias que le llegaban del Congreso de Viena eran inquietantes: algunos proponían alejarle de Europa y trasladarle a las Azores o más allá, e incluso había quien propugnaba por asesinarle.

Cruce del Inconstant y el Zéphir
Así las cosas, Napoleón aprovechó un descuido de la guardia francesa y británica y el 26 de febrero de 1815 embarcó junto a 600 hombres en el navío “L’Inconstant” rumbo a Francia. Cuando subió a bordo hizo gala de su sentido teatral y pronunció la famosa frase de Julio César: “La suerte está echada”. Un día después, y ondeando la bandera tricolor a modo de desafío, su barco se cruzó con el pequeño mercante “Zéphir”, que ondeaba la bandera blanca de los Borbones. Dumas afirma que el titular de “Le Moniteur Universel” de ese día fue:

 El Antropófago ha salido de su guarida

Finalmente, el 1 de marzo Napoleón llega a Golfe-Juan, cerca de Antibes. Según Dumas, “Le Moniteur Universel” tituló al día siguiente:

El ogro de Córcega acaba de desembarcar en Golfe-Juan

Como se ve, el ánimo en este periódico era declaradamente hostil a Bonaparte en estos días.

Evitando la Provenza

Nada más desembarcar, se distribuyó una proclama de la guardia imperial instando al ejército y a la población a unirse a la causa de Napoleón (“El águila con los colores nacionales volará de campanario en campanario hasta las torres de Notre Dame”). Sin embargo, Bonaparte no las tenía todas consigo; sus tropas eran escasas y le quedaba un largo camino hasta París en el que podía pasar cualquier cosa. Además, debía evitar en su marcha pasar por la región de Provenza, mayoritariamente leal a los Borbones. Así pues, decidió tomar primero una ruta por los Alpes que le llevara a Gap y a Grenoble (esta ruta sería posteriormente conocida como Route Napoleón). El 2 de marzo inició la marcha.

Napoleón es aclamado por las tropas enviadas a detenerle
Durante los primeros días Bonaparte fue recibido en los sitios por los que pasaba con una mezcla de calma y resignación. Sin embargo, el 5 de marzo Napoleón llegó a Gap, donde le recibieron entre aclamaciones. Al día siguiente, y siempre según Dumas, el titular fue:

El tigre ha llegado a Gap

También el 6 de marzo se informa por fin a Luis XVIII de la situación. El rey y su gobierno reaccionan con calma, ya que creen contar con la lealtad de los mandos del ejército. Ordena que todas las tropas de los alrededores acudan a impedir la marcha del corso. Y en efecto, el 7 de marzo la columna de Napoleón es interceptada cerca de Grenoble por un batallón del ejército. Los soldados de ambos lados forman en orden de batalla; pero Napoleón se adelanta a sus tropas, y abriéndose la casaca grita: “¡Si alguno de vosotros es capaz de disparar a su emperador, hacedlo ahora!”. Todos tiran las armas y le rodean vitoreándolo. Su pequeño ejército empieza a ver engordadas sus filas. Ese mismo día entra en Grenoble entre aclamaciones, y el supuesto titular fue:

El monstruo ha dormido en Grenoble

Al día siguiente Napoleón parte hacia Lyon en la siguiente etapa de su viaje (bautizado como “El vuelo del águila”). A su paso sale el 7º Regimiento de Línea, aparentemente para interceptarlo; sin embargo, oficiales y tropa se unen al emperador. Dos días después entra en Lyon, donde todas las instituciones le juran fidelidad. Según Dumas, el titular de “Le Moniteur Universel” fue el siguiente:

El tirano ha atravesado Lyon

La bravata de Ney

Napoleón continúa su marcha hacia París. Luis XVIII empieza a alarmarse por la situación, y junto a los representantes de Austria, Inglaterra, Rusia, Prusia, España y Suecia, emite una declaración en la que proclama a Bonaparte “enemigo de la paz mundial y forajido fuera de la ley”, ordenando a todas las tropas su inmediato arresto. Mientras tanto, Napoleón prosigue su marcha. El día 15 de marzo Bonaparte duerme en Autun, a algo menos de 300 kilómetros de París. El periódico, según Dumas, tituló:

El usurpador ha sido visto a 60 leguas de la capital

Mientras tanto, el mariscal Ney, antiguo colaborador de Napoleón que se había pasado al bando de los Borbones, y que había prometido traer “al usurpador de vuelta a París en una jaula de hierro”, recibe el 14 de marzo una carta de puño y letra del mismísimo emperador. En ella, Napoleón le pide en términos cariñosos que se una a su causa. Tras pasar la noche en vela, decide hacerlo junto a sus 6.000 hombres. No obstante, contesta con otra carta en la que advierte a Bonaparte que no tenga tentaciones de gobernar como un tirano. Ambos hombres se encuentran el 17 de marzo en Auxerre, a 150 kilómetros de París. Entre vítores, se abrazan públicamente. Y según Dumas, el titular de esa fecha fue:

Bonaparte avanza rápidamente, pero no entrará nunca en París

El mariscal Ney
La línea editorial del periódico parecía estar cambiando: del odio de los primeros días a un calculado y prudente desprecio. Pero quizá lo más llamativo de la situación es el cartel que ese mismo día cuelga un bromista anónimo en la plaza de Vendôme de París, en el que puede leerse: “De Napoleón a Luis XVIII: mi querido amigo, no es necesario que mandes más tropas, ya tengo suficientes”. Bonaparte estaba casi a la vista de París, y Luis XVIII empezaba a darse cuenta de que todo estaba perdido.

La llegada a París

La capital francesa estaba ya casi al alcance del corso. Los pueblos por donde pasaba la comitiva y las cada vez más numerosas tropas de Napoleón tocaban las campanas con alegría cuando veían acercarse la columna del emperador. Bonaparte se deshacía en promesas de reformas, ya que era consciente de que el pueblo francés no toleraría una vuelta a la tiranía. Y mientras tanto, y siempre según Dumas, “Le Moniteur Universel” iba virando del odio y el calculado desprecio a una posición más neutral. Fruto de ello fue el titular del 19 de marzo:

Napoleón estará mañana frente a nuestros baluartes

Y es que se mantenía la duda de si Luis XVIII trataría de defender París del avance de Napoleón, de ahí que el periódico actuara con cautela.

Napoleón es aclamado en París
Ese mismo día Napoleón entra en Fontainebleau, algo que recoge el siguiente titular del periódico: 


El emperador ha llegado a Fontainebleau

Obsérvese que Napoleón ya no es el ogro, ni el monstruo, ni el tigre; ni siquiera se le nombra con el impersonal “Bonaparte”. Ahora es “el emperador”, lo que indica que “Le Moniteur Universel” cambiaba de bando rápidamente. Y es que Luis XVIII había desoído el consejo de su ministro Chateubriand de esperar a Napoleón “sentado en el trono y con el título real en la mano”. “No estoy de humor para eso”, dijo el rey mientras preparaba su huida de París a Gante con toda su corte, buscando refugio. Luis XVIII dejaba el campo libre a Napoleón y se marchaba sin ofrecer una última resistencia, algo que le valió el desprecio del resto de los países europeos. Los aristócratas y los monárquicos de la capital francesa, junto a muchos clérigos, empezaron a reunir sus pertenencias para huir rápidamente, imitando al rey.

Luis XVIII
El 20 de marzo Napoleón entra triunfalmente en el palacio de la Tullerías. Las calles se llenas de gente cantando “La Marsellesa” y gritando consignas a favor de Bonaparte y de la Revolución. Y según Dumas, “Le Moniteur Universel” completa su viraje y titula:

Su Majestad Imperial y Real hizo ayer su entrada en su palacio de las Tullerías en medio de sus fieles súbditos

Napoleón era de nuevo el dueño de Francia. Había llegado desde Elba hasta París sin disparar un solo tiro. Acababa de nacer “el Imperio de los 100 días”. Sin embargo, sabe que pese a las apariencias cuenta con pocos apoyos y se verá obligado a gobernar junto a antiguos colaboradores que le traicionaron, como Fouché; de ahí su sorprendente declaración: “No guardo rencor a nadie”. Sabe también que las dificultades que le esperan serán máximas, puesto que muchos de los que estaban ahora de su lado empezarían a conspirar contra él en poco tiempo. A eso se une que las autoridades de la región de la Vendée movilizan a la población contra él.

Viñeta satírica sobre el regreso de Napoleón
Pero sobre todo sabe que su retorno se basa en una endeble promesa de paz y mano tendida a sus enemigos externos que no podrá cumplir. En efecto, el 25 de marzo Austria, Rusia, Prusia y el Reino Unido forman la Séptima Coalición contra él, comprometiéndose a poner en el campo de batalla 150.000 soldados. No sabemos si el deseo de paz de Napoleón era sincero o si sólo deseaba ganar tiempo para realizar reformas que le consolidaran y poder enfrentarse a sus enemigos más adelante. En cualquier caso, Bonaparte se vio obligado a reunir a toda prisa un ejército con el que tomar la iniciativa y derrotar a sus poderosos enemigos. Como ya conocemos, su empeño no tuvo éxito y sería definitivamente derrotado el 18 de junio de ese mismo año en Waterloo. Pero eso quizá sea tema de un próximo artículo.
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