Bertrand du Guesclin, conocido en España como Beltrán
Duguesclín y Mosén Beltrán de Claquín, fue un general francés héroe de su país
en la Guerra de los Cien Años. Sin embargo, también ha pasado a la historia española
por un oscuro episodio ocurrido en Montiel en 1369: la muerte de Pedro I
(llamado “el Cruel” por sus enemigos y “el Justiciero” por sus adeptos) a manos
de su hermanastro Enrique II de Trastámara. Prototipo perfecto del aventurero
francés que vivía de la guerra y la rapiña amparado en el caos provocado por la
Guerra de los Cien Años entre franceses e ingleses, sus aventuras se siguen
contando hoy en día a los niños del país vecino, siendo su fama en Francia
comparable a la del Cid en España.
Autor de la conocida frase “ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi señor”, du Guesclin tuvo una
vida que sólo puede calificarse de novelesca. De fealdad legendaria (hasta el
punto de que él decía de sí mismo: “Yo
soy muy feo para ganarme el afecto de las mujeres; pero en cambio sé hacerme
temer por mis enemigos”), este soldado mercenario que llegó a ser
Condestable de Francia creó una doctrina militar que le sobrevivió, aunque paradójicamente
fuera menos aprovechada por los franceses que por sus enemigos ingleses. Esta
es la historia de su vida.
Infancia y juventud
Bertrand du Guesclin nació entre 1314 y 1320 (no se sabe
con exactitud) en Bretaña. Era el mayor de los seis hijos que tuvo Roberto II
du Guesclin, señor de la Motte-Broons (un señorío bretón). De niño se
distinguió por ser testarudo, caprichoso y pendenciero, y se contaba de él que
siempre estaba dispuesto a reñir con cualquiera. Un cronista de la época lo
definió como el niño más feo entre Rennes y Dinant, amigo de vagabundear con
otros muchachos y al que nunca se le logró hacer aprender ni una sola letra. Su
fuerza era enorme, manejaba las armas con destreza y era duro y violento. Con
un carácter así, no es de extrañar que a los 16 años escapara de casa para
probar fortuna en las guerras que se sucedían a su alrededor.
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Retrato de du Guesclin |
Pronto empezó a ganarse reputación de buen guerrero. En un
torneo derribó a varios caballeros, lo que le valió mucha fama. La primera
guerra en la que se vio envuelto fue la de sucesión del Ducado de Bretaña
(1341-1364), entre las familias Monfort y Blois. En principio parecía un mero
problema interno bretón (Bretaña no formaba por entonces parte del reino de
Francia); sin embargo, este conflicto estaba enmarcado en la sangrienta Guerra
de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, por lo que ambos bandos decidieron
apoyar a distintos pretendientes. Los ingleses dieron su apoyo a Juan de
Monfort y los franceses hicieron lo propio con Carlos de Blois.
A pesar de luchar por dinero, du Guesclin era un entusiasta
defensor de su país, e inmediatamente empezó a luchar en el bando de los Blois.
Su táctica era la guerra de guerrillas, atacando destacamentos aislados y
convoyes de suministros al mando de unos pocos hombres. Este sistema era poco
conocido por entonces en Francia, y sus éxitos hicieron que du Guesclin
empezara a forjarse una sólida reputación de buen general. Al frente de las
llamadas Compañías Blancas, hizo que
el poderío militar inglés en aquella zona de Francia se viera seriamente
debilitado. Lo más curioso es que dichas Compañías Blancas estaban
mayoritariamente formadas por bretones e ingleses que luchaban por dinero y no
por intereses patrióticos, y que eran tan capaces de combatir en batalla como
de asaltar una granja para procurarse suministros.
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Inscripción que recuerda el combate entre du Guesclin y Cantorbery |
Particularmente conocido es el episodio que se desarrolló en
Rennes. Estaba esta ciudad sitiada por los ingleses al mando del Duque de
Lancaster, y du Guesclin, en pleno día y al mando de sólo 100 hombres, asaltó
el campamento inglés, incendió las tiendas y se apoderó de un convoy de 200
carros. Poco después mató en singular combate a un caballero inglés, famoso
entre los suyos por su fuerza y destreza, que se atrevió a retarlo. Los
ingleses terminaron levantando el sitio a la ciudad en 1357, tras fracasar en
todas sus tentativas de tomar la plaza por asalto. Igualmente, en Dinan, venció
en singular combate al caballero inglés Tomás de Cantorbery, que se atrevió a
retarlo (una inscripción en una piedra marca aún el lugar de tal
acontecimiento). Ese mismo año fue nombrado caballero.
Al servicio del Rey
de Francia
A pesar de los éxitos de du Guesclin en Bretaña, la guerra
distaba mucho de ir bien para los intereses franceses. Las sucesivas derrotas
en Crécy en 1346 y Poitiers en 1356 (donde fueron capturados el rey Francés Juan
II El Bueno y su heredero) habían dejado a los franceses en una posición muy
débil. Por el Tratado de Bretigny de 1.360, Francia cedía numerosos territorios
a Inglaterra (entre los que se encontraba Aquitania) a cambio de la liberación
del Rey. Su sucesor, Carlos V, se dedicó a una amplia tarea de reconstrucción
entorpecida por las numerosas incursiones inglesas, que arrasaban gran parte
del territorio desde sus bases aquitanas y bretonas. El nuevo rey decide
nombrar Condestable de Francia a du Guesclin y le confía el mando de sus
tropas, que obtienen una importante victoria en Cocherel en 1364 contra el
ejército navarro de Carlos El Malo, que se había lanzado a la invasión de
Bretaña apoyado por tropas inglesas. Esta victoria permitió a Carlos V llegar a
Reims y ser coronado Rey de Francia.
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Carlos V de Francia |
Ese mismo año las tropas francesas son derrotadas en Auray a
manos de los ingleses y el propio du Guesclin es capturado. Su rescate se fijó
en 100.000 ducados, cantidad exorbitante para la época (hay que tener en cuenta
que el rescate del rey Juan II y de su heredero fue fijado en 3.000.000 de
ducados). Sin embargo, los franceses no dudan en pagarlo y du Guesclin vuelve a
estar a las órdenes del rey Carlos V. Éste le encomienda entonces reunir a sus
Compañías Blancas (que después del Tratado de Bretigny antes mencionado estaban
sin ocupación y se encontraban en Chalons, dedicándose a saquear todo cuanto
encontraban a su paso) y ponerse al servicio de Enrique de Trastámara, que por
aquel entonces libraba una guerra civil en Castilla contra su hermano, el rey
Pedro I.
Du Guesclin en
España
Castilla se encontraba sumida en una guerra civil entre el
rey Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastámara (ambos hijos de Alfonso XI,
pero de madre distinta). El desencadenante fue la extrema dureza del rey
librándose de los que él consideraba sus rivales, entre los que se encontraban
los hijos que su padre había tenido con su amante, Leonor de Guzmán. Uno de
esos hijos era Enrique, que viendo asesinados a sus hermanos, se alzó en armas
contra el rey. Cada bando trató de conseguir la ayuda de algunas potencias
europeas. Así, Pedro I obtuvo el apoyo de Navarra e Inglaterra, que envió
tropas al mando del Príncipe de Gales (conocido como el Príncipe Negro),
mientras Enrique consiguió el apoyo de Aragón y que Francia le enviara las
Compañías Blancas para engrosar su ejército. El apoyo de Francia e Inglaterra
no era gratuito, pues además de exigir que cada rival castellano pagara los
gastos de las tropas que les prestaban, contaban con atraerse para sí mismos el
apoyo de la por entonces poderosa flota castellana.
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Enrique de Trastámara |
Du Guesclin pasó a España en 1365, no sin antes haber
saqueado la sede papal de Avignon (el Papa se avino a pagar parte del coste de
las tropas a cambio de que se fueran). En Barcelona fue recibido por el rey
aragonés Pedro IV el Ceremonioso, que le nombró conde de Borja. Después, se
unió a las tropas de Enrique, que gracias a ellas tuvo una campaña triunfal
siendo proclamado rey en Calahorra y coronado en Valladolid (1366). Seguro de
su victoria, Enrique licenció a las Compañías Blancas, quedando sólo du Guesclin con él
al mando de un reducido grupo de bretones.
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Pedro I el Cruel |
Sin embargo, Pedro I estaba muy lejos de haber sido derrotado
definitivamente. Junto al Príncipe Negro entró en España por Navarra y obtuvo
una importante victoria en Nájera (10 de abril de 1367). Enrique se salvó por
muy poco de ser capturado; sin embargo, du Guesclin no tuvo tanta suerte y fue
hecho prisionero por las tropas inglesas. Una curiosidad de este cautiverio fue
que a du Guesclin le pareció insultante la exigua cantidad que se pedía por su
rescate, por lo que él mismo fijó el precio. A pesar de que la cantidad era muy
alta, Francia la pagó y du Guesclin volvió al ejército de Enrique, que se había
refugiado en Francia.
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El Príncipe Negro |
No obstante, la guerra dio un brusco giro cuando el Príncipe
Negro, harto de los incumplimientos en el pago a sus tropas por parte de Pedro
I, abandonó en agosto España y volvió a Francia. Pedro se vio nuevamente solo,
con la única ayuda del Rey de Granada y en clara inferioridad frente a su rival.
Enrique, enterado de la noticia, entró nuevamente en la península junto a du
Guesclin. Conquistó gran parte del reino, pero no pudo derrotar completamente
al rey, que se refugió en Andalucía ayudado por tropas que le envió el reino de
Granada. Esta situación se mantuvo estacionaria hasta principios de 1369.
La muerte de Pedro I
El equilibrio se rompió cuando Enrique puso sitio a la ciudad
de Toledo. El rey Pedro, consciente de la importancia de la plaza, se puso en
camino para socorrer a la ciudad. Sin esperar el contingente de 1.500 jinetes
moros del Reino de Granada, guarneció la fortaleza de Carmona y partió hacia
Alcántara, donde esperaba reunirse con tropas de refuerzo procedentes del
norte. Sin embargo, Enrique no se mantuvo ocioso y evolucionó con su ejército
rápidamente, sorprendiendo a Pedro en Montiel con sus tropas dispersas y sin
estar preparado para el combate. La subsiguiente batalla (14 de marzo de 1369)
fue una rotunda victoria del bando de Enrique, y Pedro I tuvo que refugiarse en
el castillo de Montiel, llamado castillo de la Estrella.
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Castillo de la Estrella, en Montiel |
El castillo, a pesar de disponer de varios cañones, no estaba
preparado para un largo asedio y el rey lo sabía. Pedro, a través de su fiel
Men Rodríguez de Sanabria, trató de sobornar a du Guesclin para que se pasase a
su bando y le facilitase la huida. Sin embargo, el francés rechazó la oferta y
comunicó el intento a Enrique, que se apresuró a igualar la suma si atraía a
Pedro a una trampa. Du Guesclin accedió y comunicó a Pedro que podría huir. Con
engaños, en la noche del 22 al 23 de marzo lo atrajo a una tienda donde le
estaba esperado Enrique. A partir de aquí, la historia y la leyenda se
confunden.
Parece ser que Pedro fue apresado por los capitanes
mercenarios. Presentándose Enrique en la tienda, se produjo el siguiente
diálogo (con perdón):
“- ¿Dónde está ese
judío hideputa?" – dijo Enrique.
- ¡El hideputa seréis
vos, pues yo soy hijo legítimo del buen rey Alfonso!" - respondió inmediatamente
Pedro.
Ambos hermanos empezaron a pelear armados de sus puñales. Pedro,
mucho más grande y fuerte que su rival, pronto obtuvo ventaja y se situó encima
de Enrique dispuesto a apuñalarlo. Fue en ese momento cuando, según cuentan las
crónicas, du Guesclin agarró a Pedro por una pierna y le hizo perder el
equilibrio. Este hecho fue aprovechado por Enrique para ponerse sobre él y
clavarle su puñal en el corazón.
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Muerte de Pedro I, según un grabado del S. XVIII |
La ayuda que du Guesclin prestó al nuevo rey le supuso al
francés los títulos de Condestable de Castilla, Duque de Molina y los señoríos
de Soria, Atienza y Almazán. Sin embargo, su acción poco caballerosa le granjeó
no pocas críticas, incluso dentro del bando del propio Enrique. Para defenderse
de esas críticas, soltó su frase más famosa:
“Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”.
En cualquier caso, en una Europa imbuida de principios
caballerescos, esta acción supuso que Pedro cosechara las alabanzas que de otro
modo no habría recibido. Por su parte, Enrique y du Guesclin recibieron duras
críticas, pero a fin de cuentas su condición de vencedores les puso a salvo de
las consecuencias de sus actos. Du Guesclin siguió combatiendo junto al ya rey
Enrique II (conocido más adelante como el
de las Mercedes) hasta que en 1370 volvió a su país para ponerse nuevamente
a las órdenes de Carlos V de Francia, llevándose a sus mercenarios. Su aventura
en España había finalizado, no sin antes ayudar a instaurar en España una
dinastía que gobernó hasta principios del siglo XVI.
Regreso a Francia
Tras su retorno a Francia, du Guesclin recibió de manos del
rey Carlos V el título de Condestable de Francia, algo así como jefe de los
ejércitos del rey. Inmediatamente comenzó una nueva serie de campañas contra
los ingleses, a los que fue expulsando paulatinamente del país. No obstante, no
todo fueron parabienes para du Guesclin, ya que el hecho de que luchara a favor
del rey de Francia en contra de los intereses bretones hizo que en su propia
tierra fuera tratado de traidor y abandonado por sus parientes y amigos. El
propio du Guesclin censuraba la actitud del rey con respecto a su tierra, pero
obedecía órdenes como buen y disciplinado soldado que era.
Nombramiento de du Guesclin como Condestable de Francia |
La desaprobación de du Guesclin a la política del monarca
hizo que éste sospechara de él, lo que conllevó que du Guesclin renunciara a su
dignidad de Condestable y se preparara para volver a España y ponerse al
servicio de Enrique II. En el camino se paró en el castillo de Randan, que
estaba siendo sitiado por los franceses, y tomó el mando del asedio. Se cuenta
que el gobernador inglés de la fortaleza prometió rendirla en un día
determinado si para entonces no le habían llegado refuerzos, pero du Guesclin
murió varios días antes del plazo fijado a causa de la disentería. A pesar de
todo, en la fecha señalada el gobernador inglés se presentó en el campo francés
con toda su guarnición y depositó las llaves del castillo sobre el féretro de
du Guesclin. Según las crónicas, sus últimas palabras fueron: “Nunca olvides, dondequiera que hagas la
guerra, que el clero, las mujeres, los niños y los pobres no son tus enemigos”.
Era el 13 de julio de 1380.
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Estatua de du Guesclin en Dinant |
Moría así un gran general, al que la mayoría de las
representaciones lo muestran con una espada aunque él prefería llevar una gran
hacha en batalla, que revolucionó la guerra en Francia y que fue sumamente
incomprendido en Bretaña, su tierra natal, hasta el punto de que los
nacionalistas bretones le han considerado siempre un traidor por atacar la
región al mando de las tropas de Francia, de la que finalmente Bretaña pasó a
formar parte. No obstante, este héroe nacional francés tiene en su país una
fama y reputación comparable a la que El Cid tiene en España, y durante mucho
tiempo fue objeto de leyendas y cantares populares.
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Muerte de du Guesclin |
La importancia de la doctrina militar de du Guesclin, basada
en una táctica de “tierra quemada” para hacer inviable la presencia de tropas
extranjeras invasoras y luego hostigarlas con grupos pequeños, profesionales y
altamente móviles, fue paradójicamente mejor aprovechada por sus enemigos
ingleses que por sus compatriotas. La prueba está en que en la batalla de
Agincourt de 1415, los franceses prefirieron un ejército pesadamente armado en
batalla abierta frente a las tropas ligeras y móviles inglesas, lo que a la
postre significó la estrepitosa derrota francesa.
Ni quitó ni puso rey, pero ayudo a su Sr.
ResponderEliminarMuy bien contado. Mis clientes franceses, en mi trabajo de guía, quedan sorprendidos cuando les hablo de Du Guesclin y el asesinato de Pedro I.
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