Si miramos en el Diccionario de la RAE la definición de la palabra “defenestrar”, nos
encontraremos con dos acepciones. La primera dice que el término
significa “lanzar a alguien por una
ventana”; y etimológicamente así es, pues defenestrar deriva de la unión de
las palabras latinas “de” (que
significa “desde”) y “fenestra” (que
significa “ventana”). Lo curioso es lo que dice la segunda acepción: “Destituir o expulsar a alguien de un puesto,
cargo, situación, etc.”. Así, cuando alguien se libra de un rival se dice
que lo ha defenestrado. Lo más interesante del asunto es que esta acepción
tiene su raíz en cuatro hechos históricos ocurridos en Praga.
Segunda Defenestración de Praga, de Karel Svoboda |
Y es que los checos han aportado muchas cosas a la Humanidad,
desde las lentes de contacto hasta la cerveza Pilsen (por mucho que los
alemanes insistan en que es una idea suya). Y una de esas aportaciones ha sido
librarse de los rivales políticos por el método de tirarlos por la ventana más
próxima. Hasta cuatro veces se ha dado esta circunstancia a lo largo de la
Historia, pero sin duda la primera y la tercera vez han sido las más famosas,
por ser consideradas las desencadenantes de sendas guerras. En este artículo
las desentrañaremos todas, incluida la cuarta y última (que tengamos noticia),
sin duda la más misteriosa de todas.
Primera
defenestración (1419)
El principio del siglo XV fue muy convulso en Bohemia (un
territorio que actualmente forma parte de la República Checa). Adelantándose un
siglo a las ideas de Lutero, un sacerdote y profesor de la Universidad Carolina
llamado Jan Hus predicaba que la Iglesia Católica debía reformarse y volver a
las esencias de la Biblia. Desde la Capilla de Belén en Praga, Hus condenaba la
división de la Iglesia (que en esos momentos estaba en pleno Cisma de Occidente,
con un Papa en Roma y otro en Aviñón), criticaba la corrupción moral de los
sacerdotes y sobre todo clamaba contra la venta de indulgencias (que aseguraban
el cielo a cambio de una generosa contribución a la Iglesia). Propugnaba regresar
a las raíces, de forma que los sacerdotes volvieran a ser pobres, y animaba a
los feligreses a no obedecerlos, pues para él era evidente que vivían en
pecado.
Ejecución de Jan Hus |
Ni Roma ni Aviñón se tomaron demasiado en serio a este
predicador bohemio, hasta que Hus empezó a desarrollar una posición en contra del
papado. Hus planteaba que la verdadera Iglesia era invisible y rechazaba que se
debiera obediencia al Papa, llegando a identificar a la Iglesia Católica con el
Anticristo. Naturalmente, estas afirmaciones no hicieron mucha gracia a la
jerarquía eclesiástica, por lo que Hus fue excomulgado. Hasta ese momento tenía
el apoyo del rey de Bohemia Wenceslao IV, pero la excomunión de Hus junto a la
acusación de que en su corte se protegían herejes hizo que ese apoyo le fuera
retirado. La situación se agravó cuando el Papa proclamó contra Praga un interdicto (por lo que se prohibía la
celebración en la ciudad de cualquier sacramento, así como bodas o entierros)
mientras Hus estuviera en Praga.
Para no alargar más la explicación, acabaremos diciendo que
Jan Hus fue condenado a la hoguera el 6 de julio de 1415 por el Concilio de
Constanza (al que ingenuamente había asistido para defender sus posiciones).
Sin embargo, sus ideas tuvieron un amplio eco en la sociedad bohemia, donde obtuvo
un buen número de seguidores llamados husitas. Pero ni siquiera ellos estaban
unidos, pues se dividían entre moderados (utraquistas,
formados por la burguesía y la baja nobleza y apoyados por la Universidad de
Praga) y radicales (taboritas, con
ideas antinobiliarias y antigermánicas, con creciente protagonismo). El concejo
de Praga era contrario a esta última corriente, a la que veía como un peligro.
Primera Defenestración de Praga |
El 30 de julio de 1419, el predicador taborita Jan Zelivsky
organizó una procesión junto a sus seguidores que debía acabar a las puertas
del Ayuntamiento, como medida de presión para conseguir la liberación de
algunos husitas encarcelados. A este motivo se unía un creciente nacionalismo y
un desacuerdo entre las posiciones de la nobleza y de la Iglesia. En el trascurso
de la manifestación, una piedra lanzada desde la ventana del concejo acertó a
Zelivsky en la cabeza. En respuesta, la multitud entró a la fuerza en el
edificio y agarró al Alcalde, a un juez y a cinco miembros del concejo y los
tiraron por la ventana. Algunos murieron por la caída, y otros fueron
asesinados por los seguidores de Zelivsky que estaban en la calle. Este
incidente provocó las llamadas Guerras
Husitas, que se prolongarían hasta 1436.
Segunda
defenestración (1483)
Las Guerras Husitas terminaron con la victoria católica y con
la práctica extinción de la rama radical de los husitas, los taboritas (que quedaron muy reducidos en
número, aunque no en fervor combativo). Incluso la rama moderada, los utraquistas, volvieron al seno de la
Iglesia tras la aceptación de los acuerdos llamados Compactata de Praga. Sin embargo, las tensiones religiosas
siguieron latentes a lo largo de todo el siglo XV, sumadas a los sentimientos
nacionalistas bohemios. Se sucedían largos periodos de anarquía en los que sólo
imperaba la ley del más fuerte. Este caos pareció solucionarse cuando se eligió
nuevo rey al caudillo husita Jorge de Podiebrad. De hecho, este rey fue el
único de confesión protestante de toda la historia del país. Sin embargo, a su
muerte en 1471 y tras la elección como rey del católico Vladislao II, las
cosas volvieron a empeorar.
Vladislao II |
Y es que la elección de este rey devolvió el poder en Praga a
los católicos, que junto a los husitas moderados, trataron de cortar por lo
sano matando o haciendo huir a cuanto husita radical se encontraran.
Naturalmente, éstos no estaban muy dispuestos a dejarse matar, y como no hay
mejor defensa que un buen ataque, tomaron la iniciativa y en la mañana del 24
de septiembre de 1483 se presentaron ante los Ayuntamientos de la ciudad vieja
y la ciudad nueva. Allí asesinaron y luego tiraron por la ventana los cadáveres
de los Alcaldes y de algunos miembros de los concejos que tuvieron la mala
fortuna de encontrarse allí en ese día. Los taboritas
cumplían así una de sus máximas, que era ni más ni menos que matar a todos
los que ellos consideraban “herejes”
(es decir, los no taboritas), aunque
por lo menos esta segunda defenestración no provocó ninguna guerra.
Tercera
defenestración (1618)
Casi dos siglos después de los acontecimientos narrados con
anterioridad, la situación no había mejorado mucho. Si bien es cierto que en
1609 se había aprobado por parte del Emperador Rodolfo II la “Carta de Majestad” que garantizaba la
libertad religiosa en Bohemia y la libre elección de religión a sus habitantes,
los problemas de elección del nuevo Emperador hacían que las tensiones
religiosas y políticas estuvieran a flor de piel. A la muerte de Rodolfo II en
1612 le sucedió como Emperador su hermano Matías, pero había un problema: Matías
no tenía descendencia directa, por lo que las dos ramas de los Habsburgo (la
austriaca representada por Matías y los archiduques, y la española representada por Felipe III) debían llegar a un acuerdo para la sucesión
futura. Finalmente se acordó que el futuro sucesor del Emperador Matías sería
su primo Fernando de Estiria. Y aquí se agudizaron los problemas.
Y es que el tal Fernando era un católico recalcitrante e
intransigente, y lo había demostrado sobradamente en el Ducado de Estiria, que
gobernaba desde 1595. A pesar de que los nobles bohemios y húngaros dieron su
aprobación a la decisión en 1617 (por lo que Fernando se convertía desde ese
momento en Rey de Bohemia y futuro Emperador), la inquietud entre ellos era
grande, pues no sólo veían amenazada su libertad religiosa sino también su
autonomía política, ya que Fernando era partidario de centralizar el poder y
fortalecer la figura del Emperador frente a los territorios que conformaban el
Imperio.
Tercera Defenestración de Praga |
Estas fricciones estallaron al fin en 1617, cuando el todavía
Emperador Matías ordenó la demolición de dos templos protestantes porque a su
entender se habían construido ilegalmente en dos ciudades bohemias. La
delegación de notables que estas ciudades enviaron a Praga no tuvo mucha suerte
en sus demandas, pues todos sus miembros fueron encarcelados. Así pues, los
nobles bohemios, reunidos en asamblea, elevaron una súplica al Emperador el 5
de mayo de 1618 pidiendo que reconsiderara su decisión y que aboliera la
introducción de la servidumbre (otro punto de fricción entre Bohemia y Viena).
Sin embargo, el Emperador hizo caso omiso y declaró la asamblea de nobles
ilegal. El conflicto estaba servido.
Guerra de los Treinta Años |
Una parte de los nobles bohemios decide entonces pasar a la
acción. El 23 de mayo, encabezados por el conde de Thurn, se dirigen al
castillo de Hradcany en Praga en busca de los delegados imperiales (los que
gobiernan Praga en nombre del Emperador) Jaroslav Martinitz y Wilhelm Slavata,
los apresan junto a un escribiente llamado Fabricius y les aplican un método
familiar para los bohemios: arrojarlos por la ventana más cercana. Los tres
infortunados caen sobre un montón de estiércol, lo que permite que salven su vida
(lo más grave fue que Slavata se desmayó y tuvo que ser cargado por Martinitz y
Fabricius en su huida), aunque su dignidad queda bastante maltrecha. Los
insurrectos no van más allá, como queriendo dejar claro que el episodio iba
contra estos impopulares delegados y no contra el Emperador mismo. Sin embargo,
éste no se lo tomó demasiado bien, y además de ennoblecer a la familia del
escribiente con el título de von
Hohenfall (que significa literalmente “caídos
desde lo alto”), decide poco después formar un ejército y entrar en Bohemia
para volver a imponer el orden.
Curiosamente, esta defenestración tuvo un alto valor
simbólico para ambos bandos, pues mientras los protestantes vieron en él el
símbolo de su liberación frente a la tiranía católica austriaca, los católicos
vieron en la supervivencia de los defenestrados una señal del cielo de que Dios
estaba con ellos y les ayudaría a ganar. Lo que no está en discusión es que
este incidente se considera el punto de partida de la Guerra de los Treinta
Años, una guerra que arrasó Europa hasta 1648 y que, hasta la llegada del
siglo XX y sus dos guerras mundiales, fue el mayor conflicto de la Historia. Lo
que empezó siendo una guerra local pronto arrastró a todos los países checos
(Bohemia, Silesia, Lusacia y Moravia) y poco después al resto de los países
europeos. Durante 30 años, 72.000 alemanes, 40.000 suecos y finlandeses,
100.000 franceses, 68.000 holandeses, 38.000 daneses, 25.000 escoceses, 82.000
ingleses, 47.000 rusos, 200.000 hombres provenientes de la monarquía española,
unos 250.000 del Sacro Imperio Romano y unos 50.000 de Polonia se masacraron
entre sí en uno de los episodios más sangrientos de la historia europea.
Cuarta
defenestración (1948)
Esta es sin duda la más misteriosa de todas las
defenestraciones de Praga. En algún momento entre la noche del 9 y la mañana
del 10 de marzo de 1948, el Ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco Jan
Masaryk cayó por la ventana de un cuarto de baño de la sede del Ministerio. Masaryk
era en esos momentos el ministro más popular del Gobierno por ser hijo de un querido dirigente anterior (Tomas Garrigue Masaryk, que
llegaría a ser el primer presidente de Checoslovaquia en 1918) y por haberse
dirigido por radio desde Londres a la población checa durante la recientemente
terminada Segunda Guerra Mundial para darle ánimos.
Jan Masaryk |
Pero el rasgo más importante de Masaryk radicaba en que no era
comunista. De hecho, era el único ministro no comunista de todo el gabinete. Aspiraba
a tener una buena relación con la Unión Soviética, pero no renunciaba a que su
país entrara en el Plan Marshall y desde luego no quería que Checoslovaquia se
convirtiera en un satélite de Moscú. Así que fue sumamente oportuno para los
soviéticos que apareciera muerto en pijama bajo una ventana el 10 de marzo de
1948. La investigación de la StB (la policía secreta checoslovaca) se cerró
pronto con una conclusión: ha sido un caso claro de suicidio, ya que eran
conocidas las depresiones del ministro. Desaparecido el estorbo de Masaryk, se
formó un gobierno exclusivamente comunista que precipitaría el cambio de
régimen.
Sin embargo, en 2002 se reabrió el caso y las nuevas
conclusiones no pudieron ser más diferentes a las que se llegaron en su día.
Para empezar, la posición del cuerpo sugiere que Masaryk trató de protegerse en
la caída. Además, la distancia entre la ventana de la que cayó y el lugar donde
apareció el cuerpo era excesiva para un hombre de 61 años y más bien grueso,
teniendo en cuenta que el viento no pudo llevarlo hasta allí. Así pues, la
nueva investigación sugiere que Masaryk no se suicidó, sino que fue “invitado”
a saltar. Pero, ¿quién lo invitó? Los archivos recientemente desclasificados de
la policía secreta checa no contienen mucha información al respecto y dan a entender que no participaron. Sin embargo, aún no han visto la luz los archivos de la
KGB sobre el caso, por lo que no sabemos si el espionaje soviético pudo estar
detrás. En cualquier caso, la muerte de Masaryk no hizo sino continuar con una
larga tradición checa, con exponentes en los siglos XV, XVII y XX. Así que ya
saben, es mejor no discutir con un checo cerca de una ventana abierta.
Muy interesante, no sabía yo que los checos son tan amigos de practicar "balconing"
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