La Cruzada de los Niños

Cuando se narran episodios históricos lejanos en el tiempo, muchas veces ficción y realidad se mezclan. En efecto, un acontecimiento puede verse alterado por adornos posteriores de cronistas que buscan embellecer la historia, o por testimonios orales que engrandecen los detalles que más llamaron la atención del testigo y empequeñecen otros que pueden ser fundamentales para saber qué pasó. Ya se sabe que nada hay menos fiable que un testigo ocular. Lo que resulta más raro es que estos hechos tampoco estén bien contados por los cronistas contemporáneos de los hechos en cuestión.

La Cruzada de los niños
Algo de esto es lo que pasó con la llamada Cruzada de los Niños. Una serie de hechos reales ocurridos en el siglo XIII narrados en gran medida de boca en boca dieron lugar a una leyenda en la que se entremezclan fe infantil, alta política de la época y un trágico final. El episodio, recogido por varios cronistas contemporáneos de los hechos (entre los que cabe destacar a Roger Bacon, Vincent de Beauvais o Tomás de Cantimpré), en realidad no pasó de la forma en que fue narrado. Y lo más curioso de todo es que gran parte de la confusión se debió a la errónea interpretación del significado de una sola palabra.

La situación en Europa a comienzos del Siglo XIII

A pesar de haberse convocado para liberar los Santos Lugares del dominio musulmán, la Cuarta Cruzada ni siquiera llegó a pisar Tierra Santa. En lugar de intentar cumplir su propósito inicial, los cruzados se dedicaron a conquistar y saquear Constantinopla e instaurar allí un Imperio Latino, en el que el emperador no fuera ortodoxo sino católico. Además, los venecianos (auténticos cerebros detrás de esta cruzada) consiguieron importantes beneficios comerciales a costa de sus rivales Génova y Pisa. No en vano, a la Cuarta Cruzada se la llamó también “Cruzada Mercantil o Comercial”. Naturalmente, el Papa Inocencio III no estaba demasiado satisfecho con el devenir de los acontecimientos y rápidamente empezó a predicar con fuerza una Quinta Cruzada que, esta vez sí, recuperara para la Cristiandad Tierra Santa.

Toma de Constantinopla por los cruzados
Y es que este Papa tenía debilidad por convocar Cruzadas. A la ya reseñada Cuarta Cruzada debemos añadir la Cruzada contra los almohades que terminó en 1212 cuando los reinos cristianos de la Península Ibérica vencieron al califa Muhammad an-Nasir (llamado por los cristianos Miramamolín, deformación del título árabe Amir al-Mu’minin o Príncipe de los Creyentes) en la Batalla de las Navas de Tolosa. Y por si fuera poco, convocó también la Cruzada Albigense contra los cátaros del sur de Francia, conflicto que llevó a miles de personas a la hoguera y que entre otras cosas nos dejó al legado papal Arnaldo Almarico pronunciando ante la ciudad de Béziers la conocida frase:

Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos

Pero el Papa no se limitó a convocar cruzadas; además lanzó un interdicto (una censura eclesiástica por la cual las autoridades religiosas prohíben a los fieles la asistencia a los oficios divinos, la recepción de algunos sacramentos y la sepultura cristiana) contra Inglaterra y finalmente excomulgó a su Rey Juan I (conocido como Juan Sin Tierra). Y para rematar la faena, provocó una lucha por el poder en el Sacro Imperio Romano Germánico con su pretensión de que Europa fuera un estado teocrático con él mismo a la cabeza.

Inocencio III
Así pues, la energía de Inocencio III hacía que el espíritu de las Cruzadas lo invadiera todo. El problema era que los principales monarcas europeos no estaban para muchas aventuras, pues sus problemas domésticos les absorbían. A la ya citada lucha de los reinos cristianos de la Península Ibérica contra los almohades hemos de añadir que Francia e Inglaterra guerreaban entre sí, en parte porque la excomunión de Juan Sin Tierra hacía que fuera legítimo que los franceses trataran de conquistar las tierras de los Plantagenet en Francia. Y por si fuera poco, en el Sacro Imperio Romano Germánico se estaba produciendo la ya citada lucha de poder entre Otón IV y Federico II (que contaba entre otros con el apoyo del rey de Francia Felipe II Augusto). Definitivamente, un galimatías que hacía que los monarcas europeos no estuvieran para muchas fiestas.

La leyenda de la Cruzada de los niños: la rama francesa

Con la situación europea empantanada como hemos visto, en la pequeña aldea francesa de Cloyes-sur-le-Loir un pastorcillo de 12 años llamado Esteban, recibe en junio de 1212 una visión en la que Jesucristo le ordena escribir una carta dirigida al rey de Francia, en la que pidiera que dicho monarca dirigiera una nueva cruzada para liberar los Santos Lugares. Sorprendentemente, Esteban logra entregar la carta al rey francés Felipe Augusto, que como era de esperar ignoró la misiva. El pastorcillo regresó a su aldea, y allí nuevamente se le apareció Jesús con un mensaje distinto. Esta vez sería el propio Esteban el que lideraría una cruzada formada por niños para liberar Tierra Santa.

"La Cruzada infantil", de Doré
En la visión, Jesucristo le dice al pastorcillo que Jerusalén caería ante “la invencible armada de la bondad y pureza de los niños que lograra reclutar durante la travesía”. Además, le garantiza que las aguas del Mediterráneo se abrirían ante ellos para que pudieran cruzarlo. Dicho y hecho; Esteban de Cloyes se pone en marcha, logrando mediante sus encendidos sermones que se le unieran entre 20.000 y 30.000 personas (no sólo niños, sino también adultos). La elocuencia de Esteban resulta algo sorprendente, teniendo en cuenta que era analfabeto; pero en cualquier caso la muchedumbre que le sigue se pone en marcha hacia Niza (aunque otras fuentes señalan a Marsella). Así lo narra una fuente del siglo XIII, la Chronica regia Coloniensis (“Crónica Real de Colonia”):

Muchos miles de niños y muchachos, de edades que iban desde los seis años hasta la plena madurez, abandonaron sus carros y arados, sus rebaños y todo aquello que estuvieran haciendo en aquel momento para marchar a Tierra Santa. Eso hicieron pese a la voluntad de sus padres, parientes y amigos, que intentaban sin éxito que cejaran en su empeño. De repente, se veía a alguno correr detrás de otro para hacerse con la cruz. Y así, en grupos de veinte, cincuenta o cien, enarbolaban sus estandartes y partían con rumbo a Jerusalén

La intendencia de una muchedumbre así no era fácil, desde luego. La multitud se fue alimentando a base de limosnas, pero también arrasando con la comida de los lugares por los que iba pasando. Como una inmensa plaga bíblica, los niños fueron acabando con toda la comida de los campos, almacenes, casas y tabernas por las que transitaban. Aun así, sólo 3.000 niños y unos 300 adultos lograron llegar hasta la costa mediterránea; el resto había perecido de hambre por el camino o sencillamente había desertado ante lo quimérico de la misión. El grupo, encabezado por Esteban, empezó a rezar de sol a sol para que las aguas se abrieran y pudieran seguir su camino a Jerusalén. Estuvieron así dos semanas, y por supuesto las aguas no se abrieron.

Felipe II Augusto, rey de Francia
Fue entonces cuando dos mercaderes locales pusieron sus siete barcos a disposición de Esteban y su tropa. El pastorcillo vio en este gesto el milagro prometido, y todos se embarcaron. No se volvió a saber de ellos hasta muchos años después. En 1230, un sacerdote llegado de Egipto aseguró ser uno de los niños de Esteban y narró que dos de los barcos se hundieron cerca de la isla de San Pietro, junto a Cerdeña. El resto fue capturado por piratas y llevados a Argel. Allí un grupo fue vendido como esclavos, mientras que otros corrieron la misma suerte, pero en Alejandría y Bagdad. Los más afortunados fueron los que sabían leer y escribir, pues el sultán egipcio los empleó como traductores y secretarios. Entre ellos se encontraba el sacerdote que narró la historia.

La leyenda de la Cruzada de los Niños: la rama alemana

Paralelamente a todos estos acontecimientos otro pastorcillo, esta vez alemán y de nombre Nicolás, recibe otra visión con el mismo encargo. Empieza a recorrer los campos dando también encendidos sermones y, a pesar de ser analfabeto como Esteban de Cloyes, logra reunir varios miles seguidores que se juntan en Colonia. Al contrario del grupo francés, en este grupo había un mayor número de niñas y de adultos. Juntos emprendieron el camino hacia Italia, y para ello tenían que cruzar los Alpes (algo sumamente dificultoso incluso en verano). Durante la travesía muchos murieron de hambre y frío, mientras que otros desertaron y volvieron a sus casas. Sólo unos 7.000 lograron llegar a Génova a finales de agosto de 1212.

"La partida a la Cruzada de los Niños"
Tampoco en esta ocasión las aguas se abrieron. Las autoridades genovesas, apiadadas de los niños, les ofrecieron convertirse en ciudadanos. Muchos aceptaron, mientras que Nicolás y un pequeño grupo se dirigieron a Roma, donde fueron recibidos por Inocencio III. El Papa se sintió admirado por la fe de este grupo, pero les exhortó a regresar a casa y cumplir sus votos como cruzados más adelante, cuando fueran adultos. La mayoría no sobrevivió al viaje de vuelta a través de los Alpes, y los pocos que regresaron siguiendo la ruta del valle del Ródano se desperdigaron por el sur de Francia, donde parece ser que fueron convertidos en esclavos.

Lo que parece que pasó en realidad

A comienzos del siglo XIII se produjo en Europa una grave crisis económica, motivada por el aumento de la población rural. Esta población se encontró en gran medida sin trabajo debido a las grandes mejoras en la agricultura (algunas de ellas introducidas paradójicamente por los cruzados, como los molinos de viento). Esto provocó que muchos campesinos empobrecidos vendieran sus tierras y vagaran por las ciudades viviendo de la caridad. Este fenómeno se dio sobre todo en Francia y Alemania. A estos grupos de campesinos vagabundos se les empezó a denominar de forma despectiva como pueri (en latín “niños”), como si fueran niños inocentes ante los embates de la vida. Muchos de estos grupos de pueri (entre los que por supuesto había niños, pero también adultos) se unían en una protesta religiosa dando sermones y rezando plegarias, pero de ningún modo tenían intención de ir a Tierra Santa a luchar.

Cruzada de los Niños
Por lo que respecta a los hechos narrados anteriormente, parece que la epopeya del alemán Nicolás es bastante ajustada a la realidad. No lo es tanto el caso del francés Esteban de Cloyes, que parece ser que reunió una multitud con el fin de entregar una carta al rey francés Felipe Augusto dictada según él por el mismo Jesucristo. El monarca galo, aconsejado por la Universidad de París, decidió mandarlos de regreso a sus casas, donde efectivamente volvieron. No consta en ninguna fuente que el plan fuera ir a Jerusalén; además se sugiere que los participantes no eran niños, sino simplemente jóvenes.

Campesinos en la Edad Media
Años después, los cronistas leyeron la palabra “pueri” asociada a estas peregrinaciones devotas sin rumbo fijo, e imbuidos ellos mismos del espíritu de las Cruzadas, dieron por sentado que se produjeron cruzadas de niños. Comenzó así a circular una historia que ha llegado hasta hoy, motivada en gran parte por la incorrecta interpretación de una palabra. Tan fuerte fue la leyenda que muchos autores consideran estos hechos como el origen de la historia del Flautista de Hamelin.

El Flautista de Hamelin
Como curiosidad final, decir que esta historia ha inspirado muchas novelas, entre las que cabe destacar la extraña “Las puertas del Paraíso”, del escritor polaco Jerzy Andrzejewski. La particularidad de esta novela es que está escrita en dos párrafos, uno de 180 páginas y otro de una sola línea. A través de monólogos de los niños confesándose a un sacerdote, se va narrando la historia. Merece también mención otra novela titulada precisamente “La Cruzada de los Niños”, de Marcel Schwob, donde diversos personajes van contando la historia en primera persona, con la particularidad de describir a los niños como un inmenso enjambre de abejas. Y es que una palabra mal interpretada puede dar lugar no sólo a ficciones, sino también a hechos que, muchos años después, seguían considerándose históricos.
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2 comentarios:

  1. Pues si que es diferente de lo que cuentan a la supuesta realidad. Espero seguir más historias contigo. Un abrazo.

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