Las dos vidas del mariscal Ney

En un artículo anterior hablamos de la llegada a París desde Elba de Napoleón, dando comienzo al conocido como “Imperio de los 100 días”. Sin duda alguna, uno de los momentos más delicados (y a la vez más emocionantes) de toda la marcha sucedió en Auxerre cuando el Emperador y el mariscal Michel Ney, que había salido a capturarlo por orden de Luis XVIII, se fundieron en un abrazo. El paso de Ney y sus tropas al bando de Napoleón precipitó los acontecimientos posteriores, haciendo que el rey Borbón lo viera todo perdido y tomara la decisión de huir de París. Poco después, Napoleón recuperaba el trono.

El mariscal Michel Ney
La contribución de Ney no acabó aquí. En la subsiguiente guerra contra las potencias europeas comandó el ala izquierda del ejército francés y estuvo al mando, junto al propio Bonaparte, en la batalla de Waterloo. Tras la derrota francesa, Ney se entregó al restituido Luis XVIII, que lo condenó a muerte. Sin embargo, una leyenda empezó a surgir pocos años después de su fusilamiento: el mariscal Ney estaba vivo y residía en los Estados Unidos. Allí había llegado en 1819 un tal Peter Stewart Ney, de gran parecido físico con el mariscal. Y aunque estando sobrio negaba cualquier relación, cuando bebía confesaba ser el gran mariscal de Francia. Conozcamos en este artículo un poco más de esta curiosa leyenda.

De comerciante de licores a mariscal de Francia

Hijo de un tonelero, Michel Ney vino al mundo el 10 de enero de 1769 en la fronteriza región del Sarre. Su padre había sido militar, por lo que el joven Ney tuvo la oportunidad de conocer el modo de vida de un soldado a través de las historias que su progenitor le contaba. Un detalle importante es que hablaba perfectamente el alemán, ya que era la lengua de origen de su madre. Recibió su educación con los agustinos, pero desde niño comenzó a trabajar como aprendiz de un comerciante de licores del Sarre, y poco después como vendedor de una fundición. Sin embargo con 18 años, y contraviniendo los deseos de su padre, decidió alistarse en el ejército, concretamente en el 5º Regimiento de Húsares.

Carga de húsares
Ney empezó pronto a destacar. Además de ser un soldado valiente, generoso y querido por sus compañeros, demostró desde el primer momento una gran inteligencia. Estas cualidades hicieron que fuera nombrado teniente en 1792, capitán en 1794 y general de brigada en 1796, al destacarse en las guerras contra la Francia Revolucionaria. Sus compañeros empezaron a llamarle “el infatigable”, pero el mote que más arraigó fue “le rougeaud” (el rubicundo). Ney destacaba en todas las batallas en las que participaba. Recibió varias heridas, pero siempre se negaba a darse de baja. En 1799 se casó con Aglaé Auguié, una íntima amiga de Hortensia de Beauharnais, hija de la esposa de un prometedor general llamado Napoleón Bonaparte. Esta amistad influyó poderosamente en su carrera.

Hortensia de Beauharnais
Y es que poco después se produjo el golpe de Estado del 18 de brumario (9 de noviembre de 1799), que llevaría al general Bonaparte al poder. A través de Aglaé, Ney y Napoleón se conocieron y quedaron impresionados el uno del otro. Desde ese momento, a Ney se le empezaron a otorgar más y más responsabilidades, hasta que en 1804 recibió el bastón de mariscal. A partir de entonces destacaría en todas las campañas napoleónicas, recibiría el título de duque de Elchingen, y en agosto de 1808 fue enviado a España. Pero donde su estrella se haría más brillante sería en la campaña de Rusia, donde se ganó el respeto y la admiración de todos.

De Moscú a París

Al igual que en campañas anteriores, Ney se distinguió en Rusia, en especial en Borodinó. Tras esta batalla Napoleón le nombró Príncipe del Moscova. Las tropas francesas llegaron hasta Moscú, pero el incendio de la ciudad (provocado por los propios rusos) y las dificultades de abastecimiento hicieron que los franceses tomaran la decisión de retirarse. Ney fue puesto al mando de la retaguardia. Durante 40 días protegió la retirada del acoso de la caballería cosaca, logrando mantener unido al ejército a costa de miles de bajas. Pero sin duda su mayor hazaña la realizó en el río Berezina, donde junto a sólo 12 soldados logró retrasar el ataque ruso permitiendo que parte del ejército francés cruzara antes de que los ingenieros volaran los puentes.

Ney en el puente de Kovno
Napoleón desconocía si Ney había podido salvarse, por lo que cuando éste se presentó ante él pocas horas después informándole que había cruzado el puente justo antes de ser volado, y que por tanto era el último francés que se había retirado de Rusia, un emocionado emperador dijo:

Francia está llena de hombres valientes, pero ciertamente Ney es el más valiente de entre los valientes

Tras esta retirada y la posterior derrota en la “Batalla de las Naciones” de Leipzig, la suerte de Napoleón estaba echada. Los aliados invadieron Francia y París se rindió ante los prusianos. Los principales mariscales redactaron un manifiesto por el que pedían a Napoleón que abdicara, y Ney fue el encargado de entregárselo. Tras leerlo, Napoleón exclamó “¡Los soldados obedecerán a su Emperador!”, a lo que Ney replicó "Sire, los soldados obedecerán a sus generales”. Poco después el emperador abdicó y aceptó exiliarse a Elba. El 29 de abril de 1814 Ney se presentó ante el nuevo rey Luis XVIII, que le ratificó en todos sus títulos y le nombró Par de Francia. Sin embargo, Ney se sentía incómodo, pues los nobles franceses se burlaban a sus espaldas de su modesto origen.

Los 100 Días, Waterloo y el fusilamiento

Tras el desembarco de Napoleón en Francia el 1 de marzo de 1815 y su marcha hacia París, Ney fue convocado por Luis XVIII, que le encargó detener a Bonaparte a toda costa. Ney respondió: “Traeré a Napoleón en una jaula de hierro”. Sin embargo, tras recibir una carta de puño y letra del emperador en términos afectuosos, decidió pasarse a su bando, no sin antes advertirle que le abandonaría si tenía la menor tentación de convertirse en un tirano. Napoleón entró en París el 19 de marzo entre aclamaciones y lanzando mensajes de paz al resto de potencias europeas. A pesar de ello, se formó la Séptima Coalición contra Bonaparte antes incluso de que éste recuperara el trono. Todos los esfuerzos diplomáticos fracasaron y Francia se dispuso de nuevo para la guerra.

Carga en Waterloo
Ney recibió el mando del ala izquierda francesa. El 16 de junio de 1815 entabló combate contra los británicos en Quatre Bras, obligándoles a retirarse a Waterloo. Dos días después se produjo allí la célebre batalla del mismo nombre, en la que los británicos (ayudados por la llegada de los prusianos) derrotaron a los franceses. La actuación de Ney en esta batalla fue muy criticada, ya que lanzó 4 cargas de caballería consecutivas contra los cuadros ingleses sin haberlos debilitado previamente con la artillería. Sin embargo, y haciendo honor a su fama de valiente, Ney luchó en primera línea como un soldado más. Es significativo que, cuando vio todo perdido, lanzó una última carga contra los ingleses al grito de “¡Venid y ved cómo muere un Mariscal de Francia!”. Poco después fue capturado cuando, lleno de rabia e impotencia, golpeaba con su sable el lateral de un cañón inglés.

Fusilamiento de Ney
Tras la derrota, Ney fue procesado en un Consejo de Guerra y declarado culpable de traición. Condenado a muerte, en la lectura de la sentencia interrumpió al secretario judicial mientras leía los cargos diciéndole “Sí, sí. Pasad ese párrafo y decid sólo: Michel Ney, y pronto un poco de polvo”. El 7 de diciembre de 1815 fue llevado al muro trasero de los Jardines de Luxemburgo para ser fusilado. Se negó a vendarse los ojos y se le concedió el privilegio de dar la orden de disparar. Antes de dar dicha orden dijo “¡Soldados, rechazo ante Dios y ante la Patria el juicio que me condena! He luchado cien veces por Francia y nunca contra ella. Apelo ante los hombres, ante la posteridad, ante Dios. Apuntad directo al corazón. ¡Viva Francia!”. Moría así un bravo soldado, al que Víctor Hugo dedicó unas sentidas palabras en “Los Miserables”:

¡Ah, desdichado Ney! Tantas veces expuesto a balas enemigas, estabas destinado a balas francesas

Sin embargo, pronto surgió la leyenda de que en realidad no había muerto, sino que estaba en Estados Unidos bajo una nueva identidad. Comenzaba el mito de Peter Stewart Ney.

La leyenda de Peter Stewart Ney

En 1819 apareció un tal Peter Stewart Ney en Florence, Carolina del Sur. Su parecido físico con el mariscal Ney era sorprendente. Dominaba perfectamente el alemán (recordemos que el mariscal también, ya que su madre era originaria de Alemania), y aunque decía no hablar francés, en numerosas ocasiones se le vio consultando libros en ese idioma sobre las campañas de Napoleón. Pero no acababan ahí las coincidencias: era un experto esgrimista (dominaba sobre todo el sable) y montaba a caballo a la perfección. Este Peter Stewart Ney residió sus últimos años entre las dos Carolinas dando clases (llegó a hacerlo en el prestigioso Davidson College, del que diseñó su actual escudo) y murió en 1846.

Monumento a Ney
Si bien estando sobrio este hombre negaba ser otra cosa que un profesor, cuando empezaba a beber “confesaba” ser el auténtico mariscal Ney. Durante sus borracheras contaba detalles de las batallas de Napoleón en las que había participado. Explicaba que se había salvado del fusilamiento al ser hermano de masonería del duque de Wellington, que le hizo llegar a través del embajador británico una botella llena de líquido rojo. Los soldados dispararon por encima de su cabeza, él hizo explotar la botella de líquido contra su pecho y poco después tomó la identidad de Peter Fox. Unos años después, se embarcó para América, en la que se presentó bajo el nombre por el que ahora le conocían todos.

Muerte de Napoleón
A lo largo de su vida en América se contaban episodios que parecían confirmar que aquel maestro era el mariscal Ney. Por ejemplo, en una ocasión se cayó del caballo al intentar montar, y al ir sus acompañantes a ayudarle a montar de nuevo exclamó: “¿Vais a ayudar a montar al mariscal Ney, al viejo húsar?”. Asimismo, en 1821 un alumno llevó a su clase un periódico que contaba la muerte de Napoleón en Santa Elena; el profesor se desmayó y tuvo que ser llevado a su casa, donde intentó suicidarse. Además, tras un reconocimiento, el médico que le atendió declaró que tenía las mismas heridas que había sufrido el mariscal Ney en los campos de batalla de Europa. Asimismo, un examen grafológico hecho tras su muerte desveló que la letra de ambos era coincidente. Finalmente, se encontró un poema suyo compuesto en 1835 llamado “Gone with their glories, gone” que decía:

Aunque yo fui el bravo entre los bravos, mi pluma y mi bastón se fueron

Peter Stewart Ney murió el 15 de noviembre de 1846 con 77 años (la misma edad del mariscal de haber estado vivo). En su lecho de muerte dijo “Bessières ha muerto, la vieja guardia ha muerto, por favor, dejadme morir en paz”, y sus últimas palabras fueron “Yo soy el mariscal Michel Ney de Francia”. En su tumba hay una placa que reza: “A la memoria de Peter Stewart Ney. Nativo de Francia y soldado de la Revolución francesa bajo Napoleón Bonaparte”.

Placa en la tumba de Peter Stewart Ney
¿Puede ser verdad que el profesor y el mariscal fueran la misma persona? Algunos detalles indican que la hipótesis es verosímil. Por ejemplo, tras la ejecución el cuerpo del mariscal fue retirado apresuradamente del lugar (algo contrario a las ordenanzas) y no se le dio el tiro de gracia. Fue enterrado sin presencia de su esposa ni de sus familiares directos en una discreta tumba de París; sin embargo, al abrirse su féretro en 1903 se comprobó que el ataúd estaba vacío. Asimismo, un marinero del navío que lo llevó a Estados Unidos, antiguo soldado de Napoleón, declaró años después que lo había reconocido en el barco como el mariscal Ney.

Letra del mariscal Ney
Probablemente nunca lo sepamos; al menos hasta que se exhume el cuerpo del profesor y se haga un análisis de ADN comparándolo con los descendientes directos del mariscal. En cualquier caso poco importa, ya que la leyenda de Peter Stewart Ney no necesita ser cierta para seducir a los amantes de las conspiraciones; basta sólo con que sea verosímil.
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2 comentarios:

  1. interesante estas dos vidas de Ney, pero el relato de su supervivencia tras el fusilamiento increíble. Gracias por el compartimiento.

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  2. Es realmente increíble , no lo sabía , son muchas las coincidencias de mariscal ney con stewart ney . Si fué hermano mason de wellington , quiere decir que también ayudó a los ingleses y sus aliados . Hay algo raro cuando salió vivo del berezina , también algunos ataques precipitados , que luego murat y otros mariscales tenían que salvarlo y lo mas notorio en waterloo se desperdició la caballería con cargas sin apoyo , tal vez otros tambien eran masones cómo grouchí, que dejó escapar a los prusianos

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