En un artículo anterior hablamos de la llegada a París desde
Elba de Napoleón, dando comienzo al conocido como “Imperio de los 100 días”. Sin duda alguna, uno de los momentos más
delicados (y a la vez más emocionantes) de toda la marcha sucedió en Auxerre
cuando el Emperador y el mariscal Michel Ney, que había salido a capturarlo por
orden de Luis XVIII, se fundieron en un abrazo. El paso de Ney y sus tropas al
bando de Napoleón precipitó los acontecimientos posteriores, haciendo que el
rey Borbón lo viera todo perdido y tomara la decisión de huir de París. Poco
después, Napoleón recuperaba el trono.
El mariscal Michel Ney |
De comerciante de
licores a mariscal de Francia
Hijo de un tonelero, Michel Ney vino al mundo el 10 de enero
de 1769 en la fronteriza región del Sarre. Su padre había sido militar, por lo
que el joven Ney tuvo la oportunidad de conocer el modo de vida de un soldado a
través de las historias que su progenitor le contaba. Un detalle importante es
que hablaba perfectamente el alemán, ya que era la lengua de origen de su
madre. Recibió su educación con los agustinos, pero desde niño comenzó a
trabajar como aprendiz de un comerciante de licores del Sarre, y poco después
como vendedor de una fundición. Sin embargo con 18 años, y contraviniendo los
deseos de su padre, decidió alistarse en el ejército, concretamente en el 5º Regimiento
de Húsares.
Carga de húsares |
Ney empezó pronto a destacar. Además de ser un soldado
valiente, generoso y querido por sus compañeros, demostró desde el primer
momento una gran inteligencia. Estas cualidades hicieron que fuera nombrado
teniente en 1792, capitán en 1794 y general de brigada en 1796, al destacarse
en las guerras contra la Francia Revolucionaria. Sus compañeros empezaron a
llamarle “el infatigable”, pero el
mote que más arraigó fue “le rougeaud”
(el rubicundo). Ney destacaba en todas las batallas en las que participaba.
Recibió varias heridas, pero siempre se negaba a darse de baja. En 1799 se casó
con Aglaé Auguié, una íntima amiga de Hortensia de Beauharnais, hija de la
esposa de un prometedor general llamado Napoleón Bonaparte. Esta amistad
influyó poderosamente en su carrera.
Hortensia de Beauharnais |
Y es que poco después se produjo el golpe de Estado del 18 de
brumario (9 de noviembre de 1799), que llevaría al general Bonaparte al poder.
A través de Aglaé, Ney y Napoleón se conocieron y quedaron impresionados el uno
del otro. Desde ese momento, a Ney se le empezaron a otorgar más y más
responsabilidades, hasta que en 1804 recibió el bastón de mariscal. A partir de
entonces destacaría en todas las campañas napoleónicas, recibiría el título de
duque de Elchingen, y en agosto de 1808 fue enviado a España. Pero donde su
estrella se haría más brillante sería en la campaña de Rusia, donde se ganó el
respeto y la admiración de todos.
De Moscú a París
Al igual que en campañas anteriores, Ney se distinguió en
Rusia, en especial en Borodinó. Tras esta batalla Napoleón le nombró Príncipe
del Moscova. Las tropas francesas llegaron hasta Moscú, pero el incendio de la
ciudad (provocado por los propios rusos) y las dificultades de abastecimiento
hicieron que los franceses tomaran la decisión de retirarse. Ney fue puesto al
mando de la retaguardia. Durante 40 días protegió la retirada del acoso de la
caballería cosaca, logrando mantener unido al ejército a costa de miles de
bajas. Pero sin duda su mayor hazaña la realizó en el río Berezina, donde junto
a sólo 12 soldados logró retrasar el ataque ruso permitiendo que parte del
ejército francés cruzara antes de que
los ingenieros volaran los puentes.
Ney en el puente de Kovno |
Napoleón desconocía si Ney había podido salvarse, por lo que
cuando éste se presentó ante él pocas horas después informándole que había
cruzado el puente justo antes de ser volado, y que por tanto era el último
francés que se había retirado de Rusia, un emocionado emperador dijo:
“Francia está llena de hombres valientes, pero ciertamente Ney es el más valiente de entre los valientes”
Tras esta retirada y la posterior derrota en la “Batalla de las Naciones” de Leipzig, la
suerte de Napoleón estaba echada. Los aliados invadieron Francia y París se
rindió ante los prusianos. Los principales mariscales redactaron un manifiesto
por el que pedían a Napoleón que abdicara, y Ney fue el encargado de
entregárselo. Tras leerlo, Napoleón exclamó “¡Los soldados obedecerán a su Emperador!”, a lo que Ney replicó
"Sire, los soldados obedecerán a sus
generales”. Poco después el emperador abdicó y aceptó exiliarse a Elba. El
29 de abril de 1814 Ney se presentó ante el nuevo rey Luis XVIII, que le
ratificó en todos sus títulos y le nombró Par de Francia. Sin embargo, Ney se
sentía incómodo, pues los nobles franceses se burlaban a sus espaldas de su
modesto origen.
Los 100 Días,
Waterloo y el fusilamiento
Tras el desembarco de Napoleón en Francia el 1 de marzo de
1815 y su marcha hacia París, Ney fue convocado por Luis XVIII, que le encargó
detener a Bonaparte a toda costa. Ney respondió: “Traeré a Napoleón en una jaula de hierro”. Sin embargo, tras
recibir una carta de puño y letra del emperador en términos afectuosos, decidió
pasarse a su bando, no sin antes advertirle que le abandonaría si tenía la
menor tentación de convertirse en un tirano. Napoleón entró en París el 19 de
marzo entre aclamaciones y lanzando mensajes de paz al resto de potencias
europeas. A pesar de ello, se formó la Séptima Coalición contra Bonaparte antes
incluso de que éste recuperara el trono. Todos los esfuerzos diplomáticos
fracasaron y Francia se dispuso de nuevo para la guerra.
Carga en Waterloo |
Ney recibió el mando del ala izquierda francesa. El 16 de
junio de 1815 entabló combate contra los británicos en Quatre Bras,
obligándoles a retirarse a Waterloo. Dos días después se produjo allí la
célebre batalla del mismo nombre, en la que los británicos (ayudados por la
llegada de los prusianos) derrotaron a los franceses. La actuación de Ney en
esta batalla fue muy criticada, ya que lanzó 4 cargas de caballería
consecutivas contra los cuadros ingleses sin haberlos debilitado previamente
con la artillería. Sin embargo, y haciendo honor a su fama de valiente, Ney
luchó en primera línea como un soldado más. Es significativo que, cuando vio
todo perdido, lanzó una última carga contra los ingleses al grito de “¡Venid y ved cómo muere un Mariscal de
Francia!”. Poco después fue capturado cuando, lleno de rabia e impotencia,
golpeaba con su sable el lateral de un cañón inglés.
Fusilamiento de Ney |
Tras la derrota, Ney fue procesado en un Consejo de Guerra y
declarado culpable de traición. Condenado a muerte, en la lectura de la
sentencia interrumpió al secretario judicial mientras leía los cargos
diciéndole “Sí, sí. Pasad ese párrafo y
decid sólo: Michel Ney, y pronto un poco de polvo”. El 7 de diciembre de
1815 fue llevado al muro trasero de los Jardines de Luxemburgo para ser
fusilado. Se negó a vendarse los ojos y se le concedió el privilegio de dar la
orden de disparar. Antes de dar dicha orden dijo “¡Soldados, rechazo ante Dios y ante la Patria el juicio que me condena!
He luchado cien veces por Francia y nunca contra ella. Apelo ante los hombres,
ante la posteridad, ante Dios. Apuntad directo al corazón. ¡Viva Francia!”.
Moría así un bravo soldado, al que Víctor Hugo dedicó unas sentidas palabras en
“Los Miserables”:
“¡Ah, desdichado Ney! Tantas veces expuesto a balas enemigas, estabas destinado a balas francesas”
Sin embargo, pronto surgió la leyenda de que en realidad no
había muerto, sino que estaba en Estados Unidos bajo una nueva identidad.
Comenzaba el mito de Peter Stewart Ney.
La leyenda de Peter
Stewart Ney
En 1819 apareció un tal Peter Stewart Ney en Florence,
Carolina del Sur. Su parecido físico con el mariscal Ney era sorprendente.
Dominaba perfectamente el alemán (recordemos que el mariscal también, ya que su
madre era originaria de Alemania), y aunque decía no hablar francés, en
numerosas ocasiones se le vio consultando libros en ese idioma sobre las
campañas de Napoleón. Pero no acababan ahí las coincidencias: era un experto
esgrimista (dominaba sobre todo el sable) y montaba a caballo a la perfección. Este
Peter Stewart Ney residió sus últimos años entre las dos Carolinas dando clases
(llegó a hacerlo en el prestigioso Davidson College, del que diseñó su actual
escudo) y murió en 1846.
Monumento a Ney |
Si bien estando sobrio este hombre negaba ser otra cosa que un profesor,
cuando empezaba a beber “confesaba” ser el auténtico mariscal Ney. Durante sus
borracheras contaba detalles de las batallas de Napoleón en las que había
participado. Explicaba que se había salvado del fusilamiento al ser hermano de
masonería del duque de Wellington, que le hizo llegar a través del embajador
británico una botella llena de líquido rojo. Los soldados dispararon por encima
de su cabeza, él hizo explotar la botella de líquido contra su pecho y poco
después tomó la identidad de Peter Fox. Unos años después, se embarcó para
América, en la que se presentó bajo el nombre por el que ahora le conocían
todos.
Muerte de Napoleón |
A lo largo de su vida en América se contaban episodios que
parecían confirmar que aquel maestro era el mariscal Ney. Por ejemplo, en una
ocasión se cayó del caballo al intentar montar, y al ir sus acompañantes a
ayudarle a montar de nuevo exclamó: “¿Vais
a ayudar a montar al mariscal Ney, al viejo húsar?”. Asimismo, en 1821 un
alumno llevó a su clase un periódico que contaba la muerte de Napoleón en Santa
Elena; el profesor se desmayó y tuvo que ser llevado a su casa, donde intentó
suicidarse. Además, tras un reconocimiento, el médico que le atendió declaró que
tenía las mismas heridas que había sufrido el mariscal Ney en los campos de
batalla de Europa. Asimismo, un examen grafológico hecho tras su muerte desveló que la
letra de ambos era coincidente. Finalmente, se encontró un poema suyo compuesto
en 1835 llamado “Gone with their glories,
gone” que decía:
“Aunque yo fui el bravo entre los bravos, mi pluma y mi bastón se fueron”
Peter Stewart Ney murió el 15 de noviembre de 1846 con 77 años (la misma edad del mariscal de haber estado vivo). En su
lecho de muerte dijo “Bessières ha
muerto, la vieja guardia ha muerto, por favor, dejadme morir en paz”, y sus
últimas palabras fueron “Yo soy el
mariscal Michel Ney de Francia”. En su tumba hay una placa que reza: “A la memoria de Peter Stewart Ney. Nativo de
Francia y soldado de la Revolución francesa bajo Napoleón Bonaparte”.
Placa en la tumba de Peter Stewart Ney |
¿Puede ser verdad que el profesor y el mariscal fueran la
misma persona? Algunos detalles indican que la hipótesis es verosímil. Por
ejemplo, tras la ejecución el cuerpo del mariscal fue retirado apresuradamente
del lugar (algo contrario a las ordenanzas) y no se le dio el tiro de gracia.
Fue enterrado sin presencia de su esposa ni de sus familiares directos en una
discreta tumba de París; sin embargo, al abrirse su féretro en 1903 se comprobó
que el ataúd estaba vacío. Asimismo, un marinero del navío que lo llevó a
Estados Unidos, antiguo soldado de Napoleón, declaró años después que lo había
reconocido en el barco como el mariscal Ney.
Letra del mariscal Ney |
Probablemente nunca lo sepamos; al menos hasta que se exhume
el cuerpo del profesor y se haga un análisis de ADN comparándolo con los
descendientes directos del mariscal. En cualquier caso poco importa, ya que la
leyenda de Peter Stewart Ney no necesita ser cierta para seducir a los amantes
de las conspiraciones; basta sólo con que sea verosímil.
interesante estas dos vidas de Ney, pero el relato de su supervivencia tras el fusilamiento increíble. Gracias por el compartimiento.
ResponderEliminarEs realmente increíble , no lo sabía , son muchas las coincidencias de mariscal ney con stewart ney . Si fué hermano mason de wellington , quiere decir que también ayudó a los ingleses y sus aliados . Hay algo raro cuando salió vivo del berezina , también algunos ataques precipitados , que luego murat y otros mariscales tenían que salvarlo y lo mas notorio en waterloo se desperdició la caballería con cargas sin apoyo , tal vez otros tambien eran masones cómo grouchí, que dejó escapar a los prusianos
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